Narración a dos voces en la que, como en una fotografía y un grabado, se observa la misma figura bajo dos formas distintas. Este libro invoca en su primera secuencia la corriente visual que configura una vida, desde la turbadora aparición de la pintura rupestre hasta las vanguardias y la defunción del arte. La literatura, la naturaleza del lenguaje, el enigma de la gran poesía y la aventura novelística del siglo XX componen, a modo de contrapunto, el paisaje verbal comentado por la segunda voz.
Entre la meditación, el relato y la elegía, Félix de Azúa ha escrito una obra capital, el destilado de su admirable trayectoria como narrador y ensayista, una pieza de cámara ágil y tensa, llena de fulgurantes iluminaciones en las que muchos lectores podrán a su vez averiguarse, en su condición de hijos de una era que empieza a anochecer.
Félix de Azúa nació en Barcelona. Licenciado y doctorado en Filosofía, profesor de Estética y colaborador habitual del diario El País, fue conocido gracias a su inclusión en la antología Nueve novísimos poetas españoles. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre.
Ha publicado las novelas Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (premio Herralde), Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su parcela ensayística es amplia y destacada: Baudelaire, Lecturas compulsivas, Diccionario de las Artes, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas y Esplendor y nada. Sus libros recientes son Ovejas negras, La pasión domesticada y Abierto a todas horas. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis.
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