Víctor del Moral nació en Úbeda (Jaén) allá por el año 1979 pero su destino lo llevó muy pronto a él y a su familia a Granada, tierra de poetas. Su vocación literaria lo condujo a licenciarse en Filología Hispánica en la Universidad de Barcelona, y posteriormente realizó estudios de Filosofía en la Universidad Ramón Llull.
Por tanto estamos hablando de un escritor joven pero con amplios conocimientos en el ámbito de la filosofía y el verso, ingredientes que inundan esta obra en forma de fotones de la luz de la memoria.
Víctor toma el título prestado de entre los versos de Luis García Montero y dedica su libro al poeta compostelano Miguel D'ors, quizá un espejo en el que poder reflejar parte del tradicionalismo de sus preocupaciones poéticas.
Un jurado compuesto por: Ricardo Bellveser, Ignacio Caparrós, Santiago Fortuño, Antonio Hernández y José Iniesta decidió premiar a Del Moral con el premio Vicente Gaos de poesía del año 2009.
Después de varias lecturas del poemario, aún hoy no consigo explicarme cómo con tan poco material literario este libro ha podido conseguir un premio tan prestigioso, no es por desmerecer en ningún momento la tarea del poeta, sino porque contando las páginas escritas suman veintinueve y muchas de ellas contienen tan sólo cortas estrofas. Para lectores que hayan leído otras obras premiadas en este certamen la lectura de este poemario les supondrá un salto cuantitativo y cualitativo considerable, ya que la escritura de Víctor también escatima en simbolismos y lenguaje poético.
El poemario se divide en cinco partes y comienza con este verso del poema "Reseña": "Paisajes que transforma la memoria", sin duda un vaticinio de su argumento. En el poema Junto al mármol eterno la mirada del poeta evoca un tiempo en Roma y en concreto la visión de una niña que toma apuntes apoyada en una columna del pórtico de Adriano y queda grabada en su memoria indeleblemente: "Y estos versos quisieran/rescatar/su belleza junto al mármol eterno,/protegerla del tiempo/y su avaricia huraña".
El poema Ordesa es otro apunte paisajístico y memorial de la estancia del poeta en el Monte pirenaico: "Frontera de dos mundos./Nubarrones huraños la cortejan/con una luz sin tiempo". En el poema Un epílogo la luz sigue incidiendo en los versos: "Sólo anotas -te dices-,/las cosas que vas viendo/con la luz sumergida". Lo mismo que en el poema La Belleza: "No era la nostalgia que Rafael retuvo/en unos ojos del Museo del Prado./Ni la luz herrumbrosa de las calles de Roma" o en el poema Recuerda: "...y con la voz sellada/de naufragios, regreses/a la luz de tu patria".
Lamentablemente, a estas alturas de la historia de la Poesía, el tema de la luz está más que manido, por lo tanto su uso es sensato regulado a pinceladas, o si se prefiere tratar en profundidad exige del autor enfoques nuevos y originales, factores que no se hallan en esta obra.
Durante toda la obra se cita a D'ors, Borges o Eloy Sánchez Rosillo, por lo que es fácil pensar que su autor siente admiración hacia ellos. Por ejemplo en su poema Víctor contra Víctor ya desde el título hace un guiño al famoso poema de Jaime Gil de Biedma en que dialoga consigo mismo como si fuese otra persona.
En definitiva encuentro el conjunto del poemario de fácil y breve lectura, la utilización de un lenguaje sencillo y la somera profundidad de un planteamiento costumbrista hace que al poemario no se le pueda exigir mucho.
Actualmente Víctor del Moral es profesor de enseñanza secundaria en Castilla La Mancha y este poemario sigue siendo desde el año 2009 su única aportación a la Poesía.
Poesía
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