En su nueva novela recupera a Diana Dial, la protagonista de su libro ¡Oh, es él! Que publicó en 1992, donde una joven Dial perseguía a Julio Iglesias; desde luego eran otros tiempos. Ahora, la protagonista nos recomienda: Ajústense los pantalones, vamos a tener problemas y, desde luego, los vamos a tener.
"Tenía muchas ganas de enfrentarme con el género negro", afirma la columnista de El País y realmente comienza a lo grande. Recordó en la presentación cómo bromeaba cuando empezaba su carrera con su entrañable amigo Terenci Moix sobre el cine negro, pero ella de jovencita prefería películas de romanos, Charlton Heston y los peplum italianos le hacían salirse las pupilas de sus órbitas.
Pero con el tiempo todo cambia y la sangre y sudor de los gladiadores romanos dan paso a los criminales de traje y corbata, unos Soprano pero del Próximo Oriente. "Pensé que podía situar una acción de novela negra en un sitio donde el crimen no es excepcional, donde los ajustes de cuentas están a la orden de día y donde los israelitas toman un papel predominante", dice sobre el por qué ha seleccionado el lugar para ubicar su última novela.
Además, ha vivido muchos años en el Líbano y más concretamente en su capital Beirut y allí es donde ha situado a Diana Dial. "Es mi alter ego, solo que más joven que yo, tiene 54 años y yo... algunos más", bromea la columnista. Diana Dial esta destinada a protagonizar, al menos, dos novelas más, por eso es más joven que la autora, si no la quedaría muchísimo menos recorrido.
Diana Dial es una ex periodista retirada que tiene un ex marido que le pasa una pensión vitalicia con la que puede vivir a todo tren; tiene más mala leche que su creadora y, también, es más dura. Controla el Líbano del que apenas hablan los periodistas que viven allí. Del Líbano en el que al coger un taxi una mujer sola, tiene muchas probabilidades de ser violada por el propio taxista. El Líbano de los hombres que miran a las mujeres fijamente al escote o a las rodillas. El Líbano machista y peligroso de los barrios musulmanes.
La novela está escrita en tercera persona y en presente, con frases cortas y contundentes, al estilo de un thriller. Redactada de tal forma que el lector sepa lo mismo que la protagonista y así vayan sabiendo ambos, protagonista y lector, lo mismo. Así se dará cuenta si está siendo engañado por la autora o no.
La trama de la novela es muy sugerente. Cuando Diana Dial está a punto de abandonar Beirut, ocurre un terrible atentado. Tony Asmar, el hijo pequeño de una importante familia de cristianos maronitas, muere junto a dos criadas etíopes. Con la ayuda de su fiel criada filipina, un singular chofer y un investigador todo terreno, Diana Dial se deja guiar por su instinto hasta dar con la verdad.
Maruja Torres aseguró en el acto que la muerte de las dos criadas le sirve de excusa para abordar en la novela la discriminación que sufre el servicio doméstico en Beirut, y entremedias de la trama introduce una intriga de espionaje israelí con escenas narradas a ritmo "trepidante", muy de un género cinematográfico.
El libro está lleno de frases, actitudes y anécdotas que ha vivido en primera persona en el Líbano enlazadas con una trama ficticia que encajó para que veamos que "las apariencias siempre engañan" y más en un país donde más de 17 años de guerra civil, con diferentes alianzas en todo ese tiempo, lo han dejado desolado y caótico, sobre todo por sus religiones, ya que hay unas 18 sectas de diferentes religiones.
Este es el panorama de un país por donde se mueve la investigadora en ciernes. Un país donde una europea se siente observada e incómoda, por eso decidió volver a su tierra. Sin embargo, se sigue quedando con el Líbano de las pequeñas cosas, el Líbano de sus amigos, como los corresponsales Javier Espinosa y Mónica G. Prieto, "con la que me he corrido unas orgías consumistas terribles", afirma Maruja, casi la misma orgía de aventuras trepidantes que se correrá el lector.
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