En el hospital londinense Royal Free cada día se combate con la muerte; no con el asesinato. Así que el hallazgo del cadáver de Prudence Barrymore, una amable enfermera de buena familia, crea confusión y asombro. Pese a que la policía señala que Kristian Beck, un médico extranjero, es el culpable, la dirección del hospital encarga la investigación del caso a William Monk. Éste, junto a la enfermera y amiga de la víctima Hester Latterly y el brillante abogado defensor Oliver Rathbone, desvelará los secretos intereses que en ocasiones empañan la imparcialidad de la justicia.
La obra comienza con un primer caso que acaba en manos del detective Monk, que no es ni más ni menos que una violación de la que ha sido víctima una dama perteneciente a la alta sociedad inglesa, por lo que su hermana no quiere recurrir a la policía para que la tragedia no trascienda. Aquí podemos apreciar por vez primera el esnobismo inglés de la época que es especialmente notorio en las clases elevadas: este acto salvaje hará que la mujer afectada sea mal vista. La familiar que pide ayuda al detective justificará esta acción como lo único que puede hacer para manejar la investigación, es decir, poner sus condiciones para que el resto de señoras/arpías adineradas no la miren como a un alien.
En esta época, el llamado Imperio británico se les había subido a los ingleses a la cabeza y se creían superiores al resto, no sólo a los de sus colonias, sino a los de otros países. Así, vemos que a la hora de buscar un culpable, se hará especial hincapié en que uno de los interrogados no era inglés y se hace todo lo posible para que las acusaciones recaigan sobre él y no sobre un inglés de nacimiento.
Este aspecto que estaba tan presente en esta época (y lo seguirá estando durante más de 75 años después) aporta un gran realismo a la obra, junto con otros como las descripciones y ambientes, que nos trasladan a Londres en esta época victoriana, o a la guerra de Crimea, donde se formaron numerosas enfermeras que incluso en ocasiones tenían más conocimientos sanitarios que los médicos.
Aquí entra en juego otro factor de la cerrada mentalidad británica del momento: por muchos conocimientos médicos que una mujer pudiera tener, en los hospitales sólo se dedicaban a las peores tareas y su talento no era tenido en cuenta.
A su vez, en relación con esta magnífica representación de la mentalidad británica y el período en que transcurre la acción, hay que destacar una trama trepidante y emocionante en la que, en un principio, la única prueba era una carta ambigua, lo que provocó una duda razonable de la culpabilidad del acusado y lo que dará pie a esta emocionante trama, ya que el misterio no se revelará hasta el final.
En definitiva, una gran obra en la que la combinación de la época victoriana con el crimen dan lugar a esta gran trama que nos trae Anne Perry.
Puede comprar el libro en: