La novela de Alejandro Pedrogrosa discurre durante las Fiestas pamplonícas de San Fermín
En la madrugada del 6 de julio tiene lugar un asesinato muy mediático. El famoso escritor Lucio Maestre, excesivo y polémico, aparece muerto en la suite del hotel pamplonica donde pasa esas fiestas como todos los años. ¿No es una falta de respeto morirse en San Fermín? El autóctono comisario Uriza es nombrado encargado de la investigación. Acostumbrado a los tranquilos y pequeños placeres de la vida, el veterano policía deberá enfrentarse a situaciones nuevas para él en lo que se perfila como un caso peligroso.
La obra remite a la muerte de un escritor (o un puto saboteador de sanfermines, según el comisario) en un periodo de alegría como son las grandes fiestas de Pamplona. El excelente ambiente de buen rollo se ve empañado por un asesinato, pero es un asesinato limpio: dos tiros en la cabeza tras ser sedado con morfina. Un asesinato silencioso que, comparado con otros, no es tan desagradable.
Según el autor, el fin último es contar lo que se disfruta esos días en la capital Navarra y la situación de convivencia de personas de distintas nacionalidades con el mismo fin: pasarlo bien. Podemos ver cómo el autor se deleita narrando los países cuyas gentes participan en los sanfermines, cómo el vino es un gran camarada de todos ellos y cómo la gente va cerrando bares y se resiste a volver a casa tras el gran tiempo que han pasado en Pamplona.
También hay que destacar una gran maestría en el relato de la investigación, en la que se mezclan los instintos de perro viejo del comisario con la pulcritud y percepción de su asistente. Según avanza la investigación, la trama va adquiriendo más solidez tras giros inesperados que tienen como fin revelar la identidad del asesino.
Pero el comisario Uriza tiene, además de la investigación, problemas dentro de su familia como todo hijo de vecino. Las tensiones con su mujer por sus constantes ausencias por motivos laborales o las relaciones poco sólidas con una hija homosexual que dejó Pamplona para vivir en Suiza ayudan a humanizar al protagonista.
En definitiva, una novela negra efectiva y perfectamente desarrollada, protagonizada por un comisario cercano, divertido y eficaz y con una trama que engancha al instante con un fino sentido del humor, un ritmo trepidante y giros sorprendentes.
Novela negra
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