Alan Lewrie lleva demasiado tiempo en tierra. Corre 1793 y nuestro intrépido héroe está deseando zarpar al mando de su barco, el HMS Jester, y enfrentarse de nuevo a la armada francesa para mayor gloria de Inglaterra... y, por supuesto, para engordar su bolsa con el dinero de más capturas. Su nuevo destino: el Mediterráneo.
La Francia revolucionaria está ocupada invadiendo las numerosas repúblicas italianas y presentando batalla al ejército austriaco. La Armada Real se apresta a servir de apoyo en la campaña y, si es posible, a destruir y capturar cuantos barcos franceses se pongan a su alcance. Y qué mejor destino para Alan Lewrie que servir a las órdenes del capitán Nelson, el más intrépido de los mandos ingleses.
Pero, como de costumbre, Lewrie no puede evitar implicarse en las aventuras más peculiares: su amante, Phoebe, no se despega de él por mucho que intente seguir el camino recto; el odioso espía Twigg reaparece en su vida y requiere sus servicios en sus múltiples intrigas; y, como remate, el caprichoso destino mueve sus piezas para volver a enfrentar a Alan con su más despiadado y peligroso enemigo.
Alan Lewrie es el marino de verdad, falible, mundano y pecador, lejos del perfecto caballero que es el Hornblower de C.S. Forester o del calculador Jack Aubrey de Patrick O’Brian. Con un ritmo endiablado, una caracterización excelente y una atención al detalle digna de elogio, los libros de Dewey Lambdin son un soplo de aire fresco dentro de la literatura naval.
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