Antagónica a soledad es la palabra alegría, que también está en su ranking de palabras más bellas, como las monosilábicas paz, mar y fe. No podían faltar en esta clasificación vocablos como esperanza, olvido, umbría, constancia y belleza. Estas son las palabras que Rosa Chacel escogió en su día y que tienen una característica esencial, que son de nuestro idioma. Por eso, amor o libertad no están porque no son genuinamente nuestras. Unos estarán de acuerdo, otros no, pero hay que reconocer que su elección es brillante y acertada. Aunque para gustos se hicieron los colores.
La edición del libro ha corrido a cargo de la profesora Ana Rodríguez Fischer, una gran enamorada de Rosa Chacel desde sus tiempos de estudiante, cuando la conoció. Para la profesora de Literatura Española de la Universidad de Barcelona y autora de la tesis doctoral La obra narrativa de Rosa Chacel, la escritora vallisoletana "sigue siendo la gran desconocida de la generación del 27", apuntó y añadió que "se sigue jerarquizando de forma más que sospechosa a los prosistas del 27". Quizá queden rasgos de machismo en ello.
A la editora, muy interesada siempre en los autores de la República que tuvieron que exiliarse, le pareció que se seguía mucho los criterios del crítico José R. Marra-López en cuanto a las clasificaciones. "El crítico de marras", le apodaban algunos novísimos en sus conversaciones literarias y fueron estos poetas los que reivindicaron a los novelistas de ideas, como ellos los denominaron y donde destacó especialmente Rosa Chacel.
Con la publicación de Astillas, para la editora "en cuanto a ensayo no queda más obra inédita que se conozca". Sí quedan algunas cosas de ficción pero muy breves como una pequeñísima novela policíaca de 40 o 50 páginas que la autora dio a Pere Gimferrer y no se publicó porque no le gustó al novísimo. También estaba escribiendo la continuación de su genial trilogía, que empezó con Barrio de Maravillas, continuó con Acrópolis y Ciencias Naturales. Su conclusión tenía que ser la novela Pozo artesiano, que dejó a medio escribir.
Para Ana Rodríguez Fischer "Rosa Chacel tiene una imagen de divulgadora. Era muy exigente, pero afable y, eso sí, no solía ocultar el desacuerdo si lo tenía con el interlocutor con el que estaba hablando". El problema de la compleja personalidad de la escritora radica en cómo se cuenta la historia de la literatura española. Hasta ahora no se han reconocido los numerosos méritos que tiene. Ha sido una escritora que ha practicado la autoficción, al igual que Juan Marsé, pero no se le ha reconocido y la pretensión de escritores bastante posteriores de arrogarse este mérito es sencillamente ilusoria.
"Su escritura es siempre la misma. Indaga en el étimo de las palabras, hacia dentro y profundizando", es para la profesora su característica más destacada, aunque reconoce que "es una escritora que trabaja mucho con imágenes", es pues, una escritora muy moderna y seductora. Enamorada del cine y en sus últimos años de la televisión. Los programas de "bichitos", como decía, eran los que más le gustaban. Baste leer el artículo sobre los toros de esta recopilación para darse cuenta. "En este ensayo no se pronuncia ni a favor ni en contra. Da razones para ambos extremos, razones de una proyección intelectual que ya me habría gustado oír cuando se produjo el debate sobre la prohibición de los toros en Cataluña, donde la banalidad y el bajo nivel fue el rasgo más acentuado", cuenta. Sin embargo, en otro de sus ensayos, Saturnal, no publicado en la presente selección, se mostró claramente en contra, "ella era una defensora ferviente de la vida, contraria a la celebración de la muerte", puntualiza.
Otra de sus características principales era que "su escritura iba siempre desentrañando capas". Siempre interrelacionaba todo, nada estaba incomunicado. Su principal punto negativo: "que no acababa nada". Pero era porque lo dejaba abierto a cualquier giro. Gracias a los novísimos fue rescatada, como muchos otros autores de entreguerras, para que se la conociese. Escritora poco prolífica, fue cuando se afinca definitivamente en España en el año 1977 cuando escribe lo mejor de su obra, la trilogía antes reseñada, salvo sus portentosas Memorias de Leticia Valle, que publicó en 1945.
Su faceta de pensadora no suele estar presente en su obra. Astillas viene a rellenar ese vacío. También destaca la correspondencia que mantiene con Javier Marías. "Algunos de los personajes de Marías están inspirados en Rosa Chacel y no necesariamente los femeninos", afirma Ana Rodríguez Fischer en la presentación que por la mañana se realizó en la sede de la Fundación Banco Santander.
Por la tarde, en el Instituto Cervantes, Borja Baselga, director de la Fundación, dijo que "Rosa Chacel es una protagonista indiscutible de la generación del 27, sin duda, como tal, ha sido relegada a un segundo plano que nunca ha merecido, por eso nuestra intención con este volumen de inéditos es rearmar a sus muchos defensores".
Para el escritor vallisoletano Gustavo Martín Garzo la escritura de la autora le parece "una operación de rescate". No sólo hay una "búsqueda de lo inaudito, sino también una expresión de rebeldía ante los que proclaman el desánimo de la voluntad y la inutilidad del deseo frente a los emisarios de la nada", señaló el novelista de su misma tierra.
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