Rumania, finales de la II Guerra Mundial. De las conversaciones con su compatriota y amigo el poeta Oskar Pastior (1927-2006) y con otros supervivientes, Herta Müller reunió el material con el que después escribió esta gran novela. Así, basándose en la historia profundamente individual de un hombre joven, consigue narrar un capítulo todavía casi desconocido de la historia europea y visualizarlo en imágenes inolvidables. La autora ha logrado plasmar la persecución sufrida por los alemanes rumanos en tiempos de Stalin centrándose en la historia de un solo individuo.
El ejército Rojo de Stalin logró en 1944 derrocar al autoritario mariscal Ion Antonescu de Rumania, fiel aliado de Hitler, quien se unió a su causa junto con su país por las determinantes primeras victorias del Reich fascista. Tras hacer efectiva la ocupación del territorio perteneciente a Rumania, los soviéticos obligaron a los rumanos de ascendiente alemán que tuvieran entre dieciséis y cuarenta y cinco años de edad, a ir a campos de concentración en Ucrania para participar en la reconstrucción de Rusia, y así reparar los daños ocasionados por las tropas alemanas. La búsqueda de trabajadores capaces en los territorios derrotados fue muy frecuente en el periodo de la posguerra. La madre de la autora formó parte de la expedición junto con el poeta Oskar Pastior.
Y el protagonista de esta historia no es más que el alter ego o el doble, si así lo prefieren, de este poeta: el personaje principal es un joven de condición homosexual, Leopold Aubert, que fue deportado junto a otros muchos hombres y mujeres de su región y que encuentra los versos perdidos en medio de un horrible campo de trabajo. Oskar Pastior colaboró junto con Herta Müller para redactar esta obra, pero su repentino fallecimiento llevó a la premio Nobel a sacar en solitario su proyecto.
A través de su sensibilidad, podremos experimentar las miserias de la cautividad, el hambre, la fatiga, la vida en las infectas barracas, los muertos, la crueldad de los guardianes, el miedo a caer enfermo, el cansancio... y todo lo que los presos tenían que pasar para poder sobrevivir en estos páramos desoladores donde hay poco alimento y mucho trabajo.
Con este título, Müller nos indica cómo los movilizados a los campos eran despojados de todas sus posesiones, que se reducían a lo poco que podían llevar con ellos y en ocasiones ni eso, ya que se los confiscaban los soldados o se veían obligados a malvenderlos o cambiarlos por una comida que escaseaba cada día y que apenas cubría las necesidades diarias del cuerpo humano.
También hay que destacar que en esta obra, pese a estar en prosa, la autora utiliza un tono que no deja de recordar a la poesía en cuanto al tono que compone la narración. Pero, pese a esto, el vocabulario y las frases son simples, para explicarnos cómo era la cruda realidad, por lo que Müller no se anda con rodeos ni artificios lingüísticos a la hora de escribir. La escritora exprime las palabras con decisión a la hora de transmitir lo que ella quiere con este lenguaje en estado puro.
En definitiva, una gran obra que les recomiendo que lean porque lo merece, porque la escritora es excelente y porque este libro es una pequeña obra de arte conmovedora.
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