J. J. Benítez nació en Pamplona (España) en 1946. Se dedicó al periodismo hasta 1979. Después saltó al mundo de la investigación de los grandes enigmas. Ha dado más de cien veces la vuelta al mundo. Fruto de esos años de investigación son 56 libros, miles de artículos, documentales en televisión y cientos de conferencias.
Hoy está prácticamente retirado. Se dedica a pensar (la revolución pendiente, según él). De vez en cuando escribe.
Sabe que vivirá después de la muerte. Y para eso se prepara en la actualidad.
Las investigaciones para Estoy bien fueron iniciadas por J. J. Benítez en 1968, mucho antes de sus pesquisas sobre el fenómeno ovni. Ha seleccionado 160 casos; una muestra representativa del fenómeno de la vida después de la muerte (estadísticamente hablando).
Los testigos cuentan sus experiencias con familiares y amigos que se encuentran muertos y enterrados. Todos ellos cuentan lo mismo: están vivos y están bien.
Si no lo lee, no lo creerá, y tampoco… Estoy bien rebaja el miedo a la muerte; ese es el objetivo del nuevo libro de Juanjo Benítez.
La investigación definitiva
Si hay una palabra que puede definir la sensación que J. J. Benítez transmite con Estoy bien esa es esperanza. Y ese era su objetivo: transmitir que la vida continúa tras la muerte y que al otro lado hay luz. Pero no lo hace usando palabras propias y creencias personales, sino a través de los 160 casos que muestra en este libro, protagonizados por personas de carne y hueso –algún día no… o quizá sí, al menos eso transmiten algunos de sus interlocutores sobre lo que hay tras la muerte: “en ese nuevo mundo hay vida física”, dice el autor- a quienes ha conocido y entrevistado en sus permanentes viajes, a lo largo de los cuales ha dado la vuelta al mundo más de cien veces.
Nadie esperaba este libro. Cuando presentó su anterior trabajo, El día del relámpago, que no era sino el broche de oro a la mítica saga Caballo de Troya, una obra que estuvo varios años al frente de la lista de los más vendidos, anticipó que su siguiente trabajo lo dedicaría a la muerte (o a la vida, habría que decir) y a las experiencias que llevaba investigando desde 1968. A lo largo y ancho del mundo había conocido y entrevistado a personas, que bien en sueños, bien plenamente conscientes, habían visto el otro lado o a quienes están ahí. La vida de cada uno de ellos cambió radicalmente tras su experiencia. Muy pocos sabían que había estado trabajando en ese asunto desde hacía tanto tiempo. Se creía que era de los pocos temas a los que no se había acercado…
Una vieja historia que empezó en 1968…
Todo comenzó cuando trabajaba en el periódico Heraldo de Aragón, en Zaragoza. Aún faltaban unos cuantos años para que empezara a estudiar sucesos extraños y publicara sus primeros libros, pero ya se adivinaban los sellos identificativos de su trabajo. Levantaba todas las piedras que hiciera falta si con ello conseguía un dato; y es que era capaz de remover medio mundo con tal de conseguir algo que contrastara la información que tenía en sus manos. Benítez siempre fue así, hasta que dejó en 1979 el periodismo de redacción y desde entonces, cuando empezó a escribir libros-reportaje.
“Fue aparentemente por casualidad. No supe por qué lo hacía. Supongo que me llamó la atención. Ahora sé por qué he trabajado en ello durante cuarenta y seis años, y en silencio. Nada es casual”, asegura. Y esa casualidad provocó que conociera en la capital del Ebro a Miguel París, un mítico periodista que durante la Segunda Guerra Mundial había formado parte de la División Azul y servido en Novgorod, Rusia, en donde observó a un soldado español caminando por la nieve. Lo vio y habló con él con total naturalidad… más de dos meses después de que hubiera fallecido en el campo de batalla. El testigo no sabía que su compañero, militar y amigo Francisco Bacaicoa de Marcos, había caído en el campo de batalla, hasta que posteriormente sus compañeros se lo contaron ante su propia incredulidad… ¡Había visto a una persona que llevaba tiempo muerta! Imposible, pero cierto.
Lo más inquietante es que aquel aparecido ayudó a Miguel París a salvar su vida en mitad de la ventisca siberiana y de las bombas rusas, ya que le indicó el camino a seguir para reunirse con sus compañeros y ser atendido de las heridas que sufrió en un ataque enemigo. “Tira por aquí”, le indicó. “Yo continúo”, remató, y después, aquel viejo amigo que conocía de anteriores batallas, prosiguió su camino en mitad de la nieve. La visión de aquel fallecido le marcó profundamente y se la transmitió a J.J. Benítez en una de aquellas maratonianas jornadas periodísticas tan propias de aquellos tiempos. Posteriormente, el mundialmente conocido autor de la saga Caballo de Troya buscó expedientes, certificados e información para demostrar que cuando su compañero había visto a aquel soldado, el aparecido había fallecido tiempo atrás. La imborrable impronta reporteril de J. J. Benítez le llevó a buscar hasta el último detalle de aquella historia que ve la luz… ¡46 años después!
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