El ministro de Justicia Chris Grayling, de matiz conservador, pretende impedir que los presos de las cárceles de Gran Bretaña reciban libros del exterior, y limita el número de libros que éstos pueden coger y el acceso a la misma.
Esta medida ha sido duramente criticada por 80 escritores entre los que destacan Irvin Welsh o Alan Bennett, que se han unido a una protesta general contra la reforma del Código Penal. La cárcel es el lugar de formación de muchos presos que cada día ven más restringido su ocio.
Si la medida de Grayling saliese adelante hombres, mujeres y niños en situación de encarcelamiento quedarían exentos de este privilegio. Cameron defiende esta medida como una forma de paliar el exceso burocrático que supone la revisión del material enviado por los familiares.
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