Procedente de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, la Copa de Cristo viajó a España en el siglo XI como regalo del poderoso califa de la dinastía Fatimí, que gobernaba Egipto, al emir de Denia. Este príncipe musulmán se lo entregó a Fernando I (1037-1065), rey de León, para garantizar la paz entre los dos reinos. La investigación histórica basada en estos documentos resuelve el misterio que rodeaba a una de las reliquias más buscadas de la cristiandad, fuente de mitos legendarios como el ciclo artúrico.
Los autores sostienen en el libro que durante siglos lleva en la basílica de San Isidoro de León el Santo Grial, el cáliz de la Última Cena. Margarita Torres, profesora de historia medieval de la Universidad de León, y el historiador del arte José Miguel Ortega del Río defienden, en su libro Los reyes del Grial, que el llamado cáliz de doña Urraca incluye la copa de la que los primeros cristianos creían que bebió Jesús de Nazaret en la última cena con sus apóstoles antes de ser apresado y crucificado. Dicen que la reliquia es el cuenco superior de ágata de la copa.
Según dos pergaminos consultados por los autores en la biblioteca cairota de la Universidad de Al-Azhar, la pieza estaba formada en un principio por un cuenco de ágata de época grecorromana y permaneció durante siglos en la iglesia del Santo Sepulcro. Tras el saqueo de ésta, acabó en manos del califa de Egipto, que se la regaló en el siglo XI al emir de la taifa de Denia como agradecimiento por haberle auxiliado con víveres durante una hambruna.
Poco más tarde, el emir se la envió como muestra de buena voluntad a Fernando I de León (1016-1065), y con el paso del tiempo la pieza llegó a su nieta Urraca (1081-1126). Ya reina de León, ésta recubrió el cuenco con oro y piedras preciosas, dando lugar a un cáliz que está en la basílica de San Isidoro de León desde hace casi mil años.
Los autores de Los reyes del Grial, aseguran que pueden demostrar “científicamente” que “la copa que la comunidad cristiana de Jerusalén en el siglo XI consideraba que era el cáliz de Cristo se encuentra ubicada en la basílica de San Isidoro de León”. Este es un terreno en que la fe y la ciencia siempre se disputan.
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