Con la novela sobre Mariana de Pineda ha querido "desfacer algunos entuertos como diría Miguel de Cervantes", apunta el historiador. "Nuestra heroína ha sufrido ciertas manipulaciones, algunas propiciadas por los mismos liberales con cierta intencionalidad política, como la supresión de sus apellidos, dejando su nombre en Mariana Pineda para que así pareciese que no era de familia aristocrática", señala José Calvo Poyato. Como él mismo recuerda, Mariana era miembro de la baja aristocracia granadina.
Otra "manipulación" fue la que hizo Federico García Lorca en su drama en tres actos, estrenado en Barcelona en 1927, en el que describió a Ramón de Pedrosa, subdelegado de la Policía y Alcalde del Crimen de Granada, como amante despechado; "nada más lejos de la realidad, porque él bebía los vientos por doña Norberta Pimentel, una ricahembra y mujer muy hermosa que la podría servir para medrar en la política nacional", nos descubre el historiador cordobés.
Algo similar ocurrió con el bordado de la bandera, por la que ha sido conocida, y que nunca llegó a hacer, ni siquiera se llegó a terminar. Esas licencias no desmerecen el gran valor literario y dramático que tiene la obra de Lorca. El autor ha intentado ceñirse a una realidad histórica en los hechos cruciales, pero para escribir una buena novela histórica hay que adornar ciertas cosas que hagan que la novela sea atractiva para el lector.
"Hoy se debate, habitualmente, si una novela histórica es historia. Claramente no es historia, es una obra de ficción que se basa en hechos históricos, estos hechos han de ser fehacientes, pero todo lo que hay alrededor puede ser modificado para conseguir una tensión dramática", analiza. Alguna ocasión ha habido, en que algún escritor ha cambiado la historia para cuadrar una novela. "Yo nunca lo haría", afirma rotundo el autor de Mariana, los hilos de la libertad.
Lo que sí está claro es que la novela histórica interesa al gran público como la propia historia. "Los historiadores españoles no hemos escrito para el público en general, sino para nuestra propia tribu. Sin embargo, los historiadores británicos sí han hecho un gran trabajo de divulgación científica y han llegado a todo el mundo. Pese a eso en España hay más de 300.000 personas que mensualmente compran las revistas de historia que se publican y si a eso añadimos que cada revista la leen entre 3 y 4 personas, nos acercamos a un millón de lectores que se interesan por la historia", analiza pacientemente.
Con el libro sobre Mariana de Pineda ha querido cerrar una trilogía sobre unas mujeres que por algún motivo le han resultado muy atractivas. El primero fue sobre Caterina Sforza, el segundo sobre Hipatia, una filósofa egipcia de educación griega y sobre la que Alejandro Amenábar realizó la película Ágora, que casualidades del destino, se estrenaron prácticamente a la vez. La tercera es la novela sobre Mariana.
"He querido que fuese sobre Mariana de Pineda por una justicia literaria, ya que ha sido protagonista de dramas, de una serie de televisión, de ensayos y hasta de una ópera, pero nunca de una novela. Sí ha aparecido como personaje secundario, pero nunca principal. Si hubiese sido, en vez de española, de otra nación de nuestro entorno europeo, habría sido protagonista de muchos más títulos", opina el escritor.
Su elección se ha debido a que la protagonista reúne unos valores importantes que la hacen ser un personaje único y casi mítico. Hay que recordar que a Mariana la dieron garrote vil con tan sólo 26 años por mantener el compromiso con sus ideas. Para el autor, esos valores han sido: "una fidelidad absoluta a unas ideas liberales con las que estaba comprometida, una lealtad a las personas que la llevó a ser ajusticiada y unas ansias de libertad, en lo público y en lo privado, desmedidas".
Hay que tener en cuenta que Mariana, con apenas veinte años, participaba en tertulias liberales, mostrando siempre su disposición a luchar contra el absolutismo encarnado por Fernando VII, "el peor rey que ha tenido España en toda su historia", proclama sin género de dudas José Calvo Poyato. El rey Felón encarna lo peor que puede ser un monarca. "Cuando estuvo confinado en Valencay llegó a felicitar a Napoleón Bonaparte sobre los triunfos de las tropas francesas sobre las españolas. Unas tropas que luchaban por restaurarle en el trono español", recuerda. Pocos reyes se han mostrado tan miserables como él.
Lo inconcebible, desde nuestro punto de vista actual, es cómo el pueblo se mostraba a favor de un rey tan absolutista. "En la España de Fernando VII los liberales constituían una minoría muy minoritaria. Hay que tener en cuenta que entre el 80 y el 85% de la población era analfabeta y el clero de la época enseñaba que el poder del rey procedía de Dios y no se podía ir contra ello", recuerda y añade "la gente tenía una determinada mentalidad, la cual es muy difícil de cambiar y todo lo constitucional olía a francés". De ahí que el grito de esas gentes, el célebre "vivan las caenas" fuese un rechazo a todo lo francés. "Cuando Fernando VII entró en Madrid en 1814, el pueblo quitó las cabalgaduras de su carroza y ellos mismos la arrastraron por las calles", evoca.
José Calvo Poyato no ha querido escribir una biografía de Mariano. Su idea fue coger un momento significativo de la historia y recrearlo. "La ficción me permite hablar de dos realidades paralelas. Por un lado los hechos históricos y por otro una historia con la que describo cómo era la vida de ese tiempo", dice diligente, para subrayar que "la dificultad del libro es que no parezca que la realidad y la ficción no sean dos historias distintas". Ahí radica el éxito de sus novelas, que sabiendo que los hechos históricos son inamovibles, hace que la novela no pierda interes aún sabiendo lo que va a terminar ocurriendo, "la habilidad del escritor radica en mantener el interés hasta el final, dejar abierta una puerta por donde se podría escapar la trama", indica el autor de Sangre en la calle del Turco.
Para el autor cordobés, "el lector atento encontrará similitudes de aquel tiempo con el actual. La monarquía, como aquel entonces, está tocada, por todos los acontecimientos que conocemos y hay una cierta predisposición a modificar la Constitución. Yo no soy partidario de un proceso constituyente, pero sí de hacer ciertas modificaciones, como la finalidad del Senado. Hay que recordar que esta Constitución es la segunda de mayor duración tras la de 1876, que duró 47 años y que con ella han gobernado partidos de derecha, centro e izquierda", explica. Una Constitución tan versátil como la nuestra, algo bueno tendrá, como lo tiene la literatura de José Calvo Poyato, que quiere hacer entendible acontecimientos de nuestra historia que se nos están olvidando o no les prestamos la suficiente atención. El autor nos los recuerda de manera muy divulgativa y honesta en una conversación donde nos ha dado toda una lección de historia.
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