"El libro pretende abrir un debate", volvió a la carga el ex presidente socialista y añadió ufano y arisco "es una reflexión río". Cuidado con ese tipo de reflexiones, que se puede ahogar. Más cuando las ideas que plantea no son, ni mucho menos suyas. Las ideas las ha ido cogiendo en sus múltiples reuniones por el mundo con diversos líderes mundiales, Clinton, Lula, etc. Pero quien más influencia tiene en su discurso es el libro que él apadrinó en España Gobernanza inteligente para el siglo XXIde los pensadores estadounidenses Nicolas Berggruen y Nathan Gardels, ambos radicados en California, de ahí sus muchas referencias al estado más rico de la Unión.
Me imagino que pasará royalties a ambos pensadores, ya que la palabra gobernanza, término empleado por ambos para la manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía, no se le cayó de la boca en toda la presentación.
El cuestionable título se debería haber sustituido por En busca de preguntas. Así lo apuntó el presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la Unión Europea por el Consejo Europeo desde 2007, justo el tiempo en que más crisis hay en Europa. Su reflexión de momento ha servido para poco, cuando recordó una sensacional frase del Premio Nobel Octavio Paz que dice: "Que las respuestas hayan fracasado no significa que las preguntas no sigan vigentes".
Y qué preguntas son esas: ¿En qué consiste la globalización? ¿En qué consiste el liderazgo? ¿Está en crisis la gobernanza? ¿Qué impacto tiene las crisis en las redes sociales? Están son algunas de las muchas preguntas que se hacen los líderes políticos. Los ciudadanos se preguntan cosas radicalmente distintas: ¿Podré pagar la hipoteca este mes? ¿Tendré que sacar a mis hijos del colegio por falta de dinero? ¿Podremos comer a final de mes? Entre unas y otras dista un abismo. Los líderes siguen viviendo en un limbo que cada día está más alejado de la realidad y de la sociedad.
La globalización, para Felipe González, "ha supuesto un crecimiento de la riqueza sin precedentes" para empresarios y políticos, no para el común de la ciudadanía y añade, esta vez con razón que "el crecimiento del flujo financiero va más deprisa que la economía real". Las diferencias entre ricos y pobres cada vez son más grandes y los datos que se están publicando últimamente le dan la razón. Cada vez menos personas controlan una mayor riqueza, -como su amigo, para el que trabaja, Carlos Slim, la persona más rica del mundo con una fortuna valorada en 74.500 millones de dólares-. Así puede el ex líder socialista viajar en jet privado por todo el mundo.
Que "el crecimiento de la riqueza se ha desplazado de Occidente a Oriente y de Norte a sur", como apuntó, es cosa sabida. Las grandes fortunas buscan pagar bajos salarios, tener a sus trabajadores semi esclavizados, como se tienen en China, India o muchos países de África. La devaluación continua de salarios en España busca la reducción de costes. "Nunca se podrá ser competitivo contra esas nuevas potencias porque los salarios nunca se podrán equiparar tan a la baja", afirmó. De ahí que las empresas, que son sabias, buscan mano de obra cada vez más barata para así aumentar sus beneficios económicos, que no sociales. "Ese crecimiento está produciendo más desigualdad", apostilló.
Como no iba a ser hablar todo de su libro, también entró al trapo de la actualidad política nacional. Aquí se notó que permanece más tiempo en Sudamérica y viajando por el mundo que en España cuando señaló que "Rubalcaba es quizá la mejor cabeza política que tenemos en España, sólo que sufre una crisis de liderazgo". Precisamente por eso, no puede ser la mejor cabeza política, es un político mediocre y vulgar, a la altura de los políticos que tenemos en España. Luego continuó diciendo, otra vez con razón, "Rajoy no tiene crisis de liderazgo porque nunca fue un líder". Ahí, sí que estuvo sembrado, posó los pies en el suelo y no continuó levitando como hasta ese momento.
La última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma que el 91% de los españoles no tienen ninguna confianza en Rubalcaba y eso que es la cabeza mejor amueblada de España. Una masa tan grande no puede estar equivocada y lo mejor es reconocerlo e irse a su casa. Felipe, -todos le siguen llamando Felipe-, está en el otro 9% de españoles y todo lo achaca a la cocina del CIS. Lo que no sabemos es si alguno de esos cocineros está de incógnito en el programa televisivo Top Chef. Le auguramos el triunfo si fuese tal.
"Yo nunca he estado pendiente de las encuestas cuando gobernaba", recordó. Para eso tenía a Alfonso Guerra. Si hubiese estado pendiente sabría que la mayor preocupación de los españoles era y es el paro y él no sólo no cumplió su promesa de conseguir 800.000 empleos, sino que incumplió la mayoría de las promesas que hizo en su mandato, baste recordar la de la OTAN.
En su humildad, el ex diputado socialista, se ofreció a ayudar a mejorar la situación que vivimos: "yo estoy disponible para ayudar en lo que pueda, incluso al presidente del Gobierno", sentenció. Mariano Rajoy, si fuese inteligente, le ficharía ahora mismo. Si Felipe ha conseguido multiplicar las ganancias del maronita Carlos Slim, no sé por qué no le ficha, como el Real Madrid hizo con Bale. Seguro que España se convertiría en una potencia económica mundial. ¡Dígame, amigo Felipe, dónde invierte usted sus ahorros, que ahora mismo hago yo lo mismo!
Cantinflas, aquel gran cómico mexicano, razonaba de manera parecida, pero yo me quedo con la propuesta que un día lanzaron al aire los geniales Tip y Coll, humoristas autóctonos. Coll era amigo de billar de Felipe: "Hagan a todos los españoles ministros y dimítanlos al día siguiente. Todos cobraremos sueldos de ex ministros y así se acabará la crisis". Díganme, sinceramente, si no es genial.
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