En una entrevista con el autor hemos hablado de su libro, de las actuales políticas de protección de la biodiversidad y el medio ambiente y sus aplicaciones en la práctica en tiempos de crisis o de la vida sin recuerdos.
¿Qué le llevó a escribir Los signos del ocho?
Uno no puede abstraerse de lo que vive o no debe, porque por muy pequeña que sea la tribuna no se deben dejar de aportar las cosas que se ven, que se sienten, como cree uno que son, por qué. Uno tiene un compromiso social aunque éste le lleve a decir cosas políticamente incorrectas que dejen a algún amigo en la trinchera. Esta novela es hija plenamente del tiempo que estamos viviendo, porque todos hemos cambiado, a todos se nos han caído paradigmas, nos hemos dado cuenta de que hay cosas que creíamos para toda la vida y sin embargo ahora sabemos que hay que luchar por ellas, nos escandalizamos por cosas a las que antes no dábamos importancia. Creo que lo que vemos es nuestro reflejo, el de nuestra inconsciencia, el de nuestras inseguridades, el querer delegar las responsabilidades en otros. Criticamos que nuestra clase política solo mira por sus privilegios. ¿Cuántas veces nos hemos movilizado por algo que afectaba a nuestro sector y hemos olvidado completamente al resto cuando lo necesitaba? Criticamos su sectarismo ¿Cuántas personas de nuestro entorno no hemos oído defender o minimizar la corrupción de un político porque era de los suyos y atacar de forma furibunda a otro de otro partido igual de corrupto? Eso es bueno, porque si somos parte del problema también podemos formar parte de las soluciones.
En estos tiempos de crisis, ¿ha pasado el medio ambiente a un segundo plano?
Al revés, cuando realmente pasó a un segundo plano fue durante la burbuja inmobiliaria. En aquel momento hubo gente muy combativa pero muy minoritaria o al menos que no consiguió calar en una sociedad que estaba en gran parte cegada por el dinero fácil y sin espíritu crítico. Los políticos que ahora tanto criticamos eran jaleados en muchos municipios cuando se inauguraban obras costosísimas e inútiles. En la crisis estamos pagando la factura de eso y siempre algunos tienen la tentación de retroceder en materia de medio ambiente. Grave error, pues no es lógico querer salir de una crisis por el mismo camino que nos condujo a ella. Veo, sin embargo, a nivel de ciudadanía, una mayor concienciación medioambiental aunque queda mucho por hacer.
¿Cómo se protege desde un punto de vista legal la biodiversidad en España?
Tenemos, y eso hay que decirlo, una de las legislaciones más extensas en materia de protección del patrimonio natural de Europa con figuras de protección autonómica, estatal, de la UE y eso es normal, pues somos de los países más ricos en esta materia. Esto no es suficiente, sin embargo, pues demasiadas veces estos espacios protegidos se convierten en islas que terminan siendo perjudicadas por lo que les rodea (agricultura intensiva, mala gestión forestal, urbanismo descontrolado).
¿Cree que realmente se hace todo lo que se puede?
Hace falta más voluntad política y más implicación y coordinación de todos los sectores. Más espíritu crítico y ahí es donde entra el importantísimo papel de la sociedad. Debemos de dejar muy claro como sociedad que si queremos, hay alternativas y proyectos (investigación, innovación, patrimonio natural, energías verdes, sostenibilidad...). Se muestra indignación, pero se queda ahí. Alguien cabreado y de mal humor no es más combativo, simplemente es un amargado. Si nos limitamos solo a ir a votar y delegamos en nuestra clase política todas esas decisiones, me temo que ésta nos guiará por el camino del cortoplacismo, de las burbujas de dinero fácil y de la insostenibilidad como es la tendencia de los últimos años.
¿Es sencillo para los políticos o las constructoras, por ejemplo, saltarse estas leyes?
A veces. Demasiadas veces, pues cada vez que ocurre es una tragedia, pero no debemos caer en el catastrofismo y en pensar que nada sirve para nada. Pensemos en "El Algarrobico". Si ese entramado legal no existiera, habrían sido arrasadas joyas como Cabo de Gata, Maro-Cerro Gordo, Dunas de Artola como el resto del hiperurbanizado litoral. Hay localidades como Tarifa en las que gran parte de la sociedad civil está librando una verdadera batalla contra el modelo de urbanismo salvaje y al menos por ahora van ganando. Hay que decirle a la gente que protestar sí sirve (pero no solo en las redes sociales), proponer ideas, proyectos de sociedad, modelos de vida, vigilar que se cumplan las leyes, espíritu crítico... Ahí está la clave. Si no lo hacemos, nadie lo va a hacer por nosotros.
¿Qué opina de aquella ley que permitía construir sobre terrenos que sufrieran incendios?
La noticia a la que haces referencia es un artículo del borrador de la reforma de la Ley de Montes que está en estos momentos en estudio para su aprobación (o no) en Junio de 2.014. Ocasionó una gran polémica. Eso es bueno. ¿Hubiera habido tantas protestas por algo así hace 30 años? Yo creo que no. Estamos más concienciados y tenemos que seguir por ese camino. Estar alertas a cada noticia, al BOE. Es solo un borrador, no una ley, con lo que tenemos muchas oportunidades para mostrar descontento y que se elimine ese artículo. Eso es democracia y no insultar cuando ya se ha aprobado. Por supuesto, aunque hablaba solo de casos de interés general es una barbaridad, un disparate, abrir la puerta de par en par a la especulación, un retroceso brutal en materia de medio ambiente y un insulto a la inteligencia y al sentido común.
¿Cree que la novela es un buen medio para concienciar a los lectores sobre estos temas?
Claro que sí. La novela tiene un componente emocional que otros formatos no tienen. Te lleva no solo a reflexionar, sino a emocionarte, a verte identificado, a empatizar. Por muchos datos que demos, si no llegamos a emocionar lo tenemos muy difícil. Eso lo sabía bien, por ejemplo, la figura más importante de la concienciación en España, Félix Rodríguez de la Fuente.
¿Es complicado construir un personaje que no recuerda nada de su vida hasta un momento determinado?
Es probable. No mucho más que cualquier otro, de todos modos. Cualquier personaje tiene un trabajo enorme de construcción, en su psicología, en sus reacciones, en su actitud. Luego estos cobran vida y toman sus propias decisiones, pero antes el autor ha tenido un proceso intenso con él para que sea creíble.
¿Por qué dice en su novela que sólo merecen ser recordados los momentos de pasión?
Esto lo responde el personaje de Lucía cuando Javier, que apenas logra recordar nada de su pasado, le dice que estos son los únicos que recuerda. Este personaje encierra una gran sensibilidad tras una coraza de frialdad ante una sociedad que percibe como hostil. Viene a ser un alegato a favor de la autenticidad. En la pasión somos lo que somos, sin tanto racionalizar en exceso, sin tanta lógica, sin la necesidad de ser otro, de aparentar. En cierto modo yo también lo veo así.
¿Qué le sugiere a usted el infinito?
"Los signos del ocho" es un canto a la autenticidad, a la unicidad, a lo hermoso de ser único por mucho que quieran o que nosotros mismos nos empeñemos en homogeneizarnos. Todos tenemos que buscar esos signos, esas señales que nos susurran en nuestra vida cotidiana que, como el 8, somos únicos, auténticos, irrepetibles, sorprendentes... Igual que un infinito, que como tal se desconoce.
¿Está trabajando en alguna nueva novela?
Tengo ideas que sobrevuelan mi cabeza pero aún no han tomado forma. Lo harán seguramente cuando termine con todo lo que conlleva la promoción de mi actual novela.
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