Gibraltar se ha convertido en un paraíso fiscal donde las mafias económicas hacen y deshacen a su antojo. El tráfico de tabaco y de drogas pasa por esa colonia ante la mirada impertérrita de Gran Bretaña y con el apoyo de la city londinense, dando cobertura a estos negocios. Mientras tanto, los gibraltareños destrozan el medio ambiente colocando dados de hormigón en aguas territoriales españolas para dificultar la pesca y destrozando el entorno, ante el comportamiento melifluo de asociaciones ecologistas como Greenpeace.
El desconocimiento del conflicto gibraltareño es mayúsculo por parte de los ciudadanos españoles y de las autoridades, tanto nacionales como autonómicos. En la resolución 2429 de la XXVII Asamblea General de la ONU se dice textualmente:
1. Lamenta el incumplimiento por la Potencia administradora de la resolución 2353 (XXII) de la Asamblea General.
2. Declara que el mantenimiento de la situación colonial de Gibraltar es contrario a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y a los contenidos en la resolución 1514 (XV) de la Asamblea General.
3. Pide a la Potencia administradora que ponga término a la situación colonial de Gibraltrar antes de 1 de octubre de 1969.
Por lo tanto, Gran Bretaña está incumpliendo desde hace más de 43 años una resolución de la ONU, teniendo dicho país derecho de veto, en una organización supuestamente democrática. ¡Paradojas de la vida!
Carlos Díaz Domínguez no entra en estas cuestiones políticas, sólo se limita a contar unos hechos históricos, como por ejemplo, la construcción del aeropuerto contruído en zona neutral aprovechando la Guerra Civil española para hacerlo, volviendo a incumplir el Tratado de Utrech a su antojo. Aquí el autor es certero, cuenta los hechos sin tomar partido ni por unos ni por otros.
El resto de la novela es un texto de pasado ficción, algo que podría haber ocurrido y que no ocurrió, aunque por alguna mente calenturienta, la idea podría haber pasado. En 1969 el dictador Franco encargó a su presidente de gobierno, almirante Carrero Blanco, un plan para reconquistar Gibraltar si no se cumplía con la resolución 2429 de la ONU.
Carrero buscó un general experimentado para llevar a cabo esa misión y parte de la trama cuenta cómo lo encargó al recién creado SECED (Servicio Central de Documentación), que fue el servicio de inteligencia durante los últimos años de la dictadura y primeros de la democracia. Este servicio contacta con Michael, un británico nacionalizado español y una joven viuda, Isabel Vioque, esposa de un guardia civil recientemente fallecido, para montar una pequeña trama de espionaje en el peñón.
La filatelia que montan para tales fines es en parte desenmascarada con el apresamiento del espía y es la mujer la que continúa con la labor, al principio sin saberlo las autoridades españolas. La novela se mueve entre un thriller y una novela de espías a la antigua usanza. Mantiene la tensión en todo momento y el lector es continuamente sorprendido en cada página.
Lágrimas sobre Gibraltar es una novela que ha pasado un poco desapercibida y que conviene rescatar, porque está bien escrita y muy bien estructurada. Novela de evasión, se merece ahora una segunda oportunidad, sobre todo para aquellas personas que quieran conocer algo más sobre el eterno conflicto colonial. Además la documentación que maneja el autor es del todo verídica, sólo la trama es la que difiere de la historia real, pero, ¿a alguien se le ocurrió algo parecido?
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