Francisco Rivas ha escrito una novela histórica coral, con siete personajes muy diferentes, cuatro cristianos y tres musulmanes cuyas vidas confluyen en la participación de la mayor batalla que se dio en territorio español durante la Reconquista. La vida de esas siete personas nos van pergeñando, capítulo a capítulo, cómo se conformó esa gran batalla. Cuáles fueron sus motivaciones para acudir a tan gran batalla y cómo eran sus vidas hasta ese preciso momento.
Todos tuvieron un objetivo común, pero las causas fueron distintas. Todos confluyen en una batalla, trágica para algunos de ellos, -que no voy a desvelar-, y que aún conociendo el desenlace final, el secreto de la novela está en cómo se enfrenta el autor a las motivaciones de los personajes, porque todos ellos tienen un diálogo interior muy rico y diferente.
Esa es la palabra clave de la novela. Francisco Rivas ha configurado un texto con diferentes puntos de vista que enriquecen a la trama. Desde un joven noble navarro, un catalán que lucha por superar una adversidad sentimental, un recio y adulto noble castellano y un monje calatravo que se inicia a la vida militar y monacal hasta un poeta musulmán, un arquero turco y un noble y acaudalado almohade.
Con estos protagonistas, algunos de ellos reales y otros inventados, teje una trama donde nos va mostrando sus vidas, las inflexiones que hacen a éstas por la preparación de la batalla y, por supuesto, la preparación para la misma. Todos tienen un objetivo: luchar por su religión y por su patria, por sus tierras y casas, pero todos llegan al mismo de diferentes maneras.
El autor nos lo va mostrando en esa preparación, donde todos se preparan de diferente forma, pero se preparan para morir por sus creencias. El autor no ha querido hacer una novela maniquea, sino que ha querido enfrentar diferentes formas de ser y de comportarse para que el lector se haga su propia composición de lugar. La diversidad de opiniones y de situaciones nos hará comprender cómo era la vida y la guerra ocho siglos atrás.
Francisco Rivas no toma partido por nadie, se dedica a explicar todo el proceso. Perfectamente documentado, sus personajes tienen el alma de la sencillez, pero también se enfrenta a los personajes históricos más conocidos, como son Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón con trazos certeros que nos explican cómo eran sus personalidades.
Alfonso VIII, atormentado por la derrota de la batalla de Alarcos, sólo pensaba en la venganza después de analizar los errores cometidos en aquella funesta batalla; Pedro II, preocupado por las finanzas de su reino o Sancho de Navarra jugando hábilmente entre dos aguas, después de haber sido aliado de los almohades. Son trazados de forma clara y brillante y lo mismo ocurre con su séquito.
Al autor le ha quedado una novela profundamente épica, fácil de leer, entretenida, que sirve para acercar unos acontecimientos históricos al lector donde todo se desarrolla de forma amena, ágil y ecuánime. Una novela que divierte, aunque no es divertida; una novela que enseña cómo era la vida ochocientos años atrás y en la que vemos que aunque ha pasado el tiempo, seguimos siendo muy parecidos a nuestros ancestros pese a un trasfondo socioeconómico, político y cultural muy distinto al actual.
Profundamente visual, la novela nos hace transportarnos a unos tiempos donde la vida valía lo que valía tu espada, donde reyes y guerreros luchaban codo a codo con una caballerosidad perdida. Estos pasajes nos hacen transportar a un tiempo donde la valentía era un rasgo definitorio del carácter de unas gentes que luchaban por su tierra, una misma tierra para dos pueblos distintos.
Crítica literaria
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