Trajano, primer emperador hispano de la historia, es conocido sobre todo por conducir al imperio romano a su máxima extensión. Lo que no se suele conocer tanto es su heroicidad más valiosa: la capacidad de Trajano para sobrevivir al reinado de Tito Flavio Domiciano, un emperador débil y paranoico dispuesto siempre a condenar a muerte a cualquiera que destacara en el ejército o en la política y pudiera hacerle algo de sombra.
Pero, ¿qué ocurrió para que Roma aceptara por emperador a alguien no nacido en Roma misma, sino a alguien proveniente de las lejanas y agrestes tierras de Hispania? Modificar el curso de la historia es prácticamente imposible. Sólo unos pocos se atreven a intentarlo y sólo uno entre millones, siempre de forma inesperada para todos, es capaz de conseguirlo sin que nadie logre detenerlo.
Los asesinos del Emperador nos traslada al primer siglo de nuestra era para demostrarnos cómo ha cambiado Roma desde los tiempos de Escipión. La República ha desaparecido a favor de un Imperio que ha ido decayendo mientras la ambición de los poderosos ha seguido un proceso contrario y se ha incrementado hasta límites insospechados: prácticamente todos los políticos y militares de renombre quieren llegar a ser emperadores y convertirse en dioses.
Bajo este marco político ha ido creciendo un joven Trajano, cuya vida seguiremos desde sus años de infancia en Hispania, a cuya provincia Tarraconensis representa su padre en el senado. Desde los últimos días de Nerón y su infinita locura, nos vemos trasladados a lo largo de una historia dinámica y llena de intrigas políticas y enormes hazañas y desastres militares, pasando por los tiempos de nueve emperadores junto con las guerras civiles que tuvieron que afrontar y las batallas en todas las fronteras que tuvieron que librar.
De este modo, vamos a ser trasladados al gran asedio que sufrió Jerusalén tras la rebelión en masa de los zelotes y los sicarios de Judea, dispuestos a defender cada palmo de terreno de la ciudad Santa con su sangre y su vida; a las incursiones de Roma en territorios a lo largo de las fronteras del Rin y el Danubio y sus victorias, masacres y desastres y a los grandes anfiteatros, coliseos y palacios de la ciudad Eterna, donde a tantos les fue arrebatada la vida, desde grandes emperadores de gran parte del mundo conocido hasta esclavos y gladiadores.
Esta novela sigue el estilo de las anteriores. Si algo es bueno, ¿para qué cambiarlo? Por tanto, nos vemos inmersos en una nueva novela de excelente rigor histórico y que consigue mantener la intriga a cada paso que se da y nos muestra cómo la vida de todos en Roma, sobre todo en tiempos de Domiciano, pende de un hilo y que más les vale que su nombre no llegue nunca a oídos del Emperador, ya sea por algo bueno o algo malo.
En definitiva, una novela en la que guerras civiles, fieras del coliseo, la guardia pretoriana, traiciones, envenenamientos, combates en la arena, ejecuciones sumarísimas, el último discípulo de Cristo, el ascenso y la caída de una dinastía imperial, locura y esperanza, la erupción del Vesubio, un puñado de gladiadores y un gladiadora, una amistad inquebrantable y nueve emperadores, construyen treinta y cinco años de la historia de Roma.
Críticas Literarias
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