En conclusión, un incendio que consume seres humanos. Y aquellos que no son ceniza, son despojados de lo más básico: un lugar propio, una casa, una familia, un trabajo, unos hijos o hijas. En una palabra, una identidad destruida, cuando no un cuerpo inerte. Y, aquellas que no terminan con sus huesos en cualquier agujero olvidado del mundo, llámese Juárez, por ejemplo, son carne que se vende por partes, o toda entera. Hay mil maneras de destruir la dignidad que todo ser humano se merece por serlo. Y la destrucción llega a ser absoluta en muchos casos, en muchos lugares, unos lejanos y otros, no tanto.
Reconstrucciones nos habla de refugiados, de fronteras, del frío, de los escombros, de los caparazones, el silencio, el humo y la niebla.
Pero, algo puede suceder, y algo sucede cada día, ayer sucedió, y mañana sucederá. Y cito de cada vientre un hilo de cada hilo un hombre.
Entonces, ¿es posible la reconstrucción, del mundo y de las vidas que lo habitan? Debe serlo. Isabel Hualde, la poeta, la persona comprometida con su trabajo y su tiempo se ha marcado esa tarea: señalar insistentemente con su palabra, con sus sentidos desde donde, y cito,
los golpes se descargan / impidiendo rendijas de luz.
del por qué, y cito, de sus manos sin la fuerza necesaria / para abarcar tanta derrota y no hemos de retirar las manos, aunque nos quememos pues, y cito, sabemos que las fronteras queman / como espinas en los labios.
Derribemos las fronteras y reconstruyamos. Reconstruir es un hermoso verbo, que consiste en arrimar el hombro, dar la mano, enterrar los espinos y caminar juntos de nuevo, más allá de fronteras y de lenguas, más allá de guerras y violencias.
Reconstruir como un rehacer. Un empezar de nuevo, donde la luz abra la distancia necesaria con todo aquello que provoca la destrucción, para que no nos alcance a nadie ni a todos.
Reconstrucciones es más que un poemario, es un lugar común donde debemos encontrarnos para alzar la voz todas juntas, para entrelazar las manos todas juntas, y para nombrar todo aquello que ya no es noticia y, sin embargo, sigue siendo en el mundo una realidad a reconstruir.
Por ello, Isabel Hualde recurre, en la última parte de este libro, a otras voces, a otras voluntades, porque reconstruir es algo que solo puede hacerse desde la sociedad, entre todas y entre todos, pues contiene un nosotros en acción.
Reconstruyamos, empecemos de nuevo y volvamos a sentirnos dignos de ser humanos.
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