Viviana Rivero ejercio como abogada y asesora legal de empresas. Cuando sus dos hijos estaban lo suficientemente creciditos decidió dar el paso de reencontrarse con la literatura. “Me crie con un padre que era escritor, aunque no vivía de la escritura. Utilizaba las noches y los fines de semana para escribir”, recuerda la escritora de la Córdoba argentina. ¡Ya es casualidad tener una abuela andaluza e ir a nacer en Córdoba siendo el resto de sus abuelos italianos y checoslovacos! Con ese recuerdo en mente y habiendo mamado un ambiente literario se puso a escribir. No lo hizo antes porque su mamá quería que no tuviese un trabajo complicado. Por lo visto, ser periodista o escritora lo era para su madre, quizá tenga toda la razón del mundo.
“Cuando los hijos crecen, se vuelve una hacia los gustos antiguos, sobre todo de la adolescencia”, dijo ante una concurrida audiencia de blogueras madrileñas y un bloguero descarriado. “Mi primera novela Secreto bien guardado la publique en una editorial pequeñita en 2010. Las grandes no quisieron hacerlo. Pero la primera edición, de 1000 ejemplares, se vendió en poco tiempo y tuvimos que hacer varias ediciones de manera consecutiva, hasta tal punto que vinieron esas grandes editoriales que antes me habían cerrado sus puertas para hacerse con mis servicios", evoca sin rencor. Finalmente escogió a la editorial Planeta con la que lleva ya nueve libros, todos superventas en Argentina y en otros países del continente americano.
Cuando a Viviana Rivero se la pregunta por el secreto de su éxito, ella sin pensarlo mucho señala que tres son los principales ingredientes de esa supuesta fórmula. “Primero hay que tener un buen tema. Lo que yo llamo el alma del libro. Segundo hay que tener unos buenos protagonistas. Yo no comienzo a escribir hasta que no tengo claro como son mis personajes. Tengo que conocer todo sobre ellos, cómo visten, cómo se comportan, hasta cómo se cortan las uñas, si es necesario. Y el tercer ingrediente es una buena investigación histórica, tener muy claro las fechas y hasta los tiempos”, disecciona con tono amable y apasionado.
“Creo que la experiencia marca los genes de todo el mundo, por eso, escribo muchas veces de Italia o España, de donde son mis abuelos”, apunta y añade a continuación “en una de mis novelas trato sobre los grandes vinateros americanos, que casi todos proceden de España o Italia que por culpa de una epidemia de filoxera tuvieron que emigrar al Nuevo Continente. Además, en todas mis novelas me gusta hablar de las comidas, incluso doy recetas para que los lectores las puedan cocinar”.
“La magia de la vida” trata sobre las segundas oportunidades. “Si somos lo suficientemente valientes, la vida nos da una nueva oportunidad, o una tercera o una cuarta…, para superar cualquier encrucijada”, afirma con convicción. Cree que en esas oportunidades “hay que dejarse llevar por el río de la vida, dejarse fluir. Muchas veces queremos llevar las riendas de la vida muy fuertes y hay que aflojarlas un poco de vez en cuando”, sostiene con fluidez. En su opinión, siempre hay que tener una visión optimista de la vida.
En su libro, también hace una evocadora mención a los atentados de Atocha. Fedele Pessi, cocinero del Buon Giorno en Florencia, pierde en el atentado terrorista a su mujer y a su hijo. Pero, ante todo, es una historia de amor diferente entre Emilia Fernán, periodista, y Fedele, una persona que está empeñada en ser feliz y que sabe apreciar los pequeños placeres de la vida. Lo único que le importa es vivir el presente y lo disfrutará como si no hubiese un mañana.
A la hora de señalar a sus escritores favoritos enumera, en primer lugar, a Fiodor Dostoievski. “Crimen y castigo es una obra maestra”. Luego, según ha ido pasando el tiempo ha cambiado de gustos. “Irène Némirovsky y su Suite francesa me parece genial, Gabriel García Márquez o Almudena Grades son autores que también me han influido en un determinado momento de mi vida porque escriben muy bonito y con mucho sentimiento”, refiere la escritora que reconoce que tarda algo más de un año en escribir cada libro. “Escribo todos días y muchas horas, sin días de fiestas”, concluye esta original escritora que cree que en la vida hay hilos que conectan a las personas que están predestinadas a encontrarse.
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