Un cisma divide a las naciones ramusianas de Normannia: algunos reyes apoyan al sumo pontífice Macrobius, dado por muerto en la guerra y otros monarcas han ligado su suerte a la de Himerius, un prelado ambicioso que planea convertir a la Iglesia en un imperio. Para el rey Abeleyn de Hebrion, el cisma no es una mera cuestión teológica, sino una dolorosa realidad bélica: en su capital, el brazo armado de la Iglesia libra un combate abierto contra la armada y el ejército hebrioneses, junto con la mayoría de los civiles, que siguen fieles a su rey pese a la amenaza de excomunión.
Entre tanto, el capitán Richard Hawkwood y los magos exiliados han llegado a su destino. Ahora se preparan para la exploración de las junglas del Continente Occidental y su influencia en Normannia, mientras en la ciudad monasterio de Charibon, en pleno corazón de la Iglesia, dos monjes realizan un descubrimiento que podría conmover los cimientos de la fe y del viejo mundo... si es que viven para darlo a conocer.
Paul Kearney enlaza esta obra de un modo soberbio con la entrega anterior de esta saga (El viaje de Hawkwood), lo que nos da una buena muestra del estilo contundente y sólido del autor, para continuar con la historia de un continente surcado por las guerras religiosas, los cismas internos, las conspiraciones por el poder o las carreras por llegar a un nuevo mundo.
La novela se desarrolla en cuatro frentes: la historia épica de un rey que quiere recuperar un trono que el clero corrupto le quiere arrebatar tras rechazar someterse a la autoridad de un pontífice usurpador que quiere convertir la Iglesia en un imperio manipulando a un rey para que les deje su reino como herencia, una guerra a gran escala entre las dos grandes religiones que ocupan el continente, una expedición para el descubrimiento de un nuevo continente que podría tener más influencia en el Viejo Mundo de la que podríamos imaginar y descubrimientos que quieren salir a la luz desde las oscuras profundidades de un monasterio para poner patas arriba la concepción del mundo.
Estos cuatro puntos conforman la trama que va a desarrollare en el libro y se irán mezclando unos con otros para no darnos ni un segundo de respiro. Además, el autor va introduciendo nuevos misterios mientras deja en el aire sucesos anteriores que aún están sin resolver, lo que Kearney combina con la aparición de otros personajes más secundarios, que irán dándonos pistas de lo que ocurrirá más adelante, y esperemos que pronto nos revele las respuestas.
En definitiva, una narración firme y sólida, unos personajes bien construidos, ideas narrativas muy originales y situaciones bien resueltas conforman esta novela de ficción con más de un elemento real.
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