La idea del libro surgió en Nueva York, hasta allí se desplazó para vivir un curso académico con sus hijos, y fue en la capital financiera del mundo donde comenzó a surgir un diario sobre la experiencia del fallecimiento de su segunda hija, Jimena, “necesitaba un poco de distancia, tanto del tiempo como de la geografía. Cuando te marchas de un sitio se rompe la rutina y ello te da una inmensa posibilidad de pensar en ciertas cosas que no piensas en tú casa, donde en ocasiones la rutina hace que hagas cosas casi sin pensar y no te planteas cuestiones existenciales”, explica con la tranquilidad que da el tiempo transcurrido.
En Nueva York se puso a pensar sobre su hija, que tan sólo vivió 14 días, y comenzó a escribir, lo que ella llama el “cuaderno verde”, un diario de la enfermedad de su hija en la que también incluía poemas suyos. “Creo que si quería ser una buena escritora, debía de dar vida a esas experiencias mías. Era una escritura a la que no había llegado y que para mí suponía dar un paso adelante. Un paso muy importante para afianzarme en mi idea de escritora. Mi universo, mi vida está en la escritura”, afirma Phil Camino durante la entrevista que mantuvimos en la oficina de su editorial La Huerta Grande, en la que no ha publicado su libro, quizá por un sentimiento de pudor o de querer, también, tomar cierta distancia.
En el libro hay dos planos de escritura, por una parte está reflejado, en las páginas del libro, las vivencias de los acontecimientos que vivió al lado de su hija. “Escribí a borbotones, sin controlar mis sentimientos. En un segundo estadio entró la escritora, llevar lo sucedido al relato, ahí es donde entra la persona que piensa en sus lectores”, describe su proceso de creación. Cuando escribió el primer borrador, no pensaba editarlo porque en su opinión “un texto no vale como literatura si no tiene un valor universal. Tiene que trascender de lo personal a lo universal”, que es precisamente lo que ha conseguido con “Diez lunas blancas”.
En el proceso de corrección de los textos, ha tenido mucho que ver Joaquín, su marido y padre de sus cinco hijos. “Él leyó el primer manuscrito y me acompañó mientras escribía los siguientes manuscritos. En un principio escribí el libro para él y para mis hijos, ya que siempre me han preguntado mucho por su hermana y creo que es muy conveniente explicar la verdad a los hijos pero, manteniendo la fantasía. Además, tengo un respeto enorme por la figura del padre que, en muchas ocasiones, queda en un segundo plano. Con los hijos, la relación es más natural, con el marido puede ser más sofisticada”, recapitula la escritora madrileña que llegó a escribir hasta cinco versiones del libro.
“Diez lunas blancas”, es justo el tiempo de un embarazo, es literatura de duelo. La pérdida de su segunda hija hizo que compusiese un relato en primera persona, lleno de referencias personales y literarias. “No me ha sido difícil escribir el libro. He disfrutado muchísimo escribiéndolo. Soy una devota de la escritura y su poder sanador”, expone razonadamente.
En opinión de Phil Camino, “la lectura y la escritura van muy ligadas. En el tiempo que estuve en Nueva York leí muchísima literatura de duelo, Mortal y rosa de Francisco Umbral o el libro de Jean Didion, entre otros. Estos libros me han ayudado a entender el proceso de duelo y hacerlo mío, de ahí las muchas citas que pongo en el libro y que creo ayudan a entenderlo mejor”, señala y añade “en el libro solté, todo lo que tenía que soltar y al final del trabajo creo que he dejado la esencia de lo que quería decir. He sido muy honesta”.
“Cuando escribo sólo me pongo un límite. No hacer daño a las personas que están en mi vida. Valoro más la vida que la experiencia estética y literaria”, puntualiza. Dice sentirse muy emocionada con las reacciones de las personas que han leído el libro. “Hasta ahora han sido casi todo amigos los que lo han leído, ahora es cuando comienza a llegar opiniones de lectores anónimos.
Phil Camino cree que su papel vital en la vida es ser madre, aunque no puede separarlo de su papel como mujer, con su hija sólo llegó a un plano espiritual. Pese a todo el dolor sufrido, confiesa que “tengo la enorme capacidad de quedarme con los buenos recuerdos”, concluye esta escritora que ha sabido llegar al corazón de sus lectores con un texto lleno de sensibilidad y que ha sabido hacer del desgarro de su corazón, una experiencia enriquecedora para todos sus lectores.
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