En esta obra, escrita en primera persona, el autor explica aspectos de las campañas electorales americanas, la influencia de los expertos dentro de los partidos políticos o las dificultades que tienen las formaciones y candidatos alternativos en Estados Unidos frente al bipartidismo dominante, lo que les obliga a establecer alianzas puntuales. Asimismo, Sanders nos presenta a algunos de los teóricos del socialismo en Estados Unidos como Victor Debs y Emma Goldman.
Bernie Sanders, durante su etapa como aspirante frente a Hillary Clinton, proyectó una imagen muy concreta de sí mismo: la de un político contrario al “sistema”. Sin embargo, este modus operandi en ocasiones podía confundirse legítimamente con la personalidad de un mesías redentor de la sociedad, algo que se aprecia en sus constantes apelaciones a los excluidos. Al respecto, las reiteradas definiciones de Estados Unidos como un país donde reina la plutocracia y gobiernan las oligarquías así lo refrenda. Sin embargo, con tales argumentos no trató de rentabilizar el tangible “malestar social nacional” sino que esas ideas las venía defendiendo como congresista independiente.
En ese sentido, Sanders publicitó algunos de los postulados más característicos de la izquierda europea y que en Estados Unidos, por el contrario, no disfrutan de tanto peso en los programas de los partidos, como por ejemplo, el rechazo al incremento de las partidas presupuestarias destinadas a seguridad y defensa. En este sentido, abusa de un pacifismo de cortas miras que le impide percibir la trascendencia real de cuestiones complejas como el terrorismo global ya que parte de una premisa cuya falsedad ha demostrado la historia: a mayor desarme, mayor paz.
Que Sanders ha proyectado ser un personaje sin complejos lo refleja las constantes definiciones de sí mismo como socialista democrático frente a Bill Clinton a quien califica de “demócrata moderado” (p. 40). Aun con ello, consideró al ex Presidente de Estados Unidos como un mal menor frente a las ideas republicanas que en los años noventa tuvieron como referente a Newt Gingrich y su “Contrato con América”.
Así, en función de esta etiqueta de socialista democrático a nadie debe sorprenderle su apoyo a movimientos como Occupy Wall Street: “mientras los ricos se hacen más ricos, casi todos los demás se hacen más pobres (…) La democracia está en crisis y se cierne sobre nosotros la oligarquía. Lo que sabemos lo deciden los medios corporativos” (p. 255).
Finalmente, sus ideas económicas reflejan una defensa a ultranza del proteccionismo, acercándole de este modo a las defendidas por Donald Trump. Por tanto, los extremos se atraen más de lo que parece, como se desprende de las siguientes palabras de Sanders: “es absurdo mezclar la economía de un país industrial moderno como Estados Unidos con una economía tercermundista como la de México” (p.210).
En definitiva, una obra que debe leerse, con independencia del grado de acuerdo que se manifieste hacia las ideas expuestas por el autor. Sanders nos acerca el pensamiento de un sector de la sociedad americana hasta ahora desconocido pero que podría tener máximo protagonismo durante los próximos cuatro años, bien influyendo en el Partido Demócrata, bien consolidándose como grupo independiente pero con capacidad para captar amplios apoyos.
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