“La perla negra” es la historia de Isabeau de Fuòc, trovadora y ladrona, y de su venganza contra la familia de los Montlaurèl, responsable de la muerte en la hoguea de su madre. Al estilo de las mejores narraciones de aventuras, la autora barcelonesa construye alrededor de su protagonista una novela llena de giros y emociones que llegaran hasta la última página. En la entrevista nos desvela algunos de los secretos de su novela.
¿Cómo surge la idea detrás de "La perla negra"?
Fue una combinación de varias casualidades: por una parte, yo tenía muchas ganas de narrar la historia de una venganza, de lo que mueve a alguien a causarle daño a otro, por un agravio anterior. Por otra, siempre he escrito novelas históricas, así que no fue difícil unir esos dos impulsos, y construir una trama que, partiendo de una injusticia, se desarrollara en la Edad Media. El detonante de la venganza de mi protagonista Isabeau de Fuòc es la muerte de su madre, quemada en la hoguera por bruja injustamente a manos de la familia Montlaurèl. A partir de ahí Isabeau debe aprender a sobrevivir, y lo hará ayudada por una suerte de padre adoptivo, Íñiguez el Toledano, que al ser ladrón, vividor y pícaro le enseña la única profesión que conoce, y por eso Isabeau es también ladrona.
Digo también porque una de las historias que me parece más fascinante de la Edad Media es el surgimiento de las trobairitz, las trovadoras medievales que al igual que sus compañeros masculinos, escribieron poesía y cantaban los poemas de corte en corte: nos han llegado las creaciones de muchas, Alamanda de Castelnau, Azalais de Porcaraigues, Castelloza, Garsenda de Provença, Maria de Ventadorn, Tibors o la condesa Beatriz de Dia, en la que me he inspirado para crear la otra faceta de Isabeau: porque además de ladrona, es trovadora.
¿Cuánto tiempo lleva el trabajo de documentación histórica previo y cuánto la escritura del libro en sí?
Tengo que confesar que la documentación previa es muy divertida, porque consiste sobre todo en leer, leer hasta empaparme totalmente de la época, aunque el siglo XII ya lo conozco muy bien porque mis dos novelas anteriores transcurrían en el mismo siglo, aunque en zonas geográficas distintas. Pero se trata de estar tan familiarizada con el territorio que describo, las luchas de poder entre las familias o las casas reinantes, los personajes históricos del momento, con el fin de utilizarlos como un elemento más de la narración. Cuando llego a ese punto, es que ya puedo ponerme a escribir con tranquilidad, sin necesidad de consultar los manuales ni los documentos de la época. Entonces llega el trabajo de creación de la trama argumental, de los giros de la narración, de la construcción de los personajes... Eso no quiere decir que no cambien cosas inesperadamente o sobre la marcha a medida que escribo, pero sí que parto de una base trabajada. A la tarea de documentación suelo dedicarle entre seis meses y un año, lo suficiente para tener unas ganas tremendas de ponerme manos a la obra y escribir de un tirón el argumento. Durante ese tiempo, también desarrollo la trama. Así, el proceso de escritura es muy rápido, de unos tres o cinco meses a lo sumo.
¿Qué tiene la Edad Media, y en particular el siglo XII para que todas tus novelas estén ambientadas en él?
Es innegable que hay muchísimos momentos históricos interesantes, desde la prehistoria pasando por Egipto, el año 1000, el Siglo de Oro o el descubrimiento de América, por mencionar unos pocos. Pero a mí me interesa muchísimo el siglo XII por el contraste entre la brutalidad y la violencia cotidiana, aún herederas de la época oscura posterior a la caída del Imperio romano, y la decadencia que se instala en Europa occidental entre el siglo VI y el IX, y la eclosión de un nuevo período cultural: la poesía secular , la que no procede de los clérigos, del amor cortés, los poemas que los trovadores creaban para las damas de la corte o la dama del castillo. Es decir, tenemos este mundo de tremenda violencia, marcado por los dictados de la Iglesia, indudablemente duro, y frente a él ese gran esfuerzo por recuperar la sabiduría clásica, por construir unas reglas de comportamiento casi modernas, del respeto a las damas y de la educación clásica. Y por supuesto, se trata de una época con grandes enfrentamientos, entre religiones y entre reyes, y que ofrece un tejido muy rico para que el novelista pueda dibujar su historia.
Llama la atención en "La perla negra", igual que en tus anteriores novelas, el gran número de personajes secundarios que acompañan a los protagonistas, en este caso a Isabeau de Fuòc, el capitán Guerrejat y al obispo de Montlaurèl.
Pues sí, es algo que no sucede de manera intencionada ni mucho menos, pero la trama lo pide: en el caso de Isabeau, el hecho de introducirla como ladrona en la cofradía de los ladrones que invento para la ciudad de Narbona pues de manera natural pedía que creara toda una serie de granujas, desde el judío Salomón hasta Joaquín o el Tuerto, porque una cofradía implica un número bastante notable de personas... Y de la misma manera, el hecho de que parte de la acción se desarrolle en la corte medieval de la vizcondesa Ermengarda de Narbona, también exige que se describa todos los personajes que acompañaban a una gobernante en su corte: el escribano Petrus, el arzobispo de Narbona, y también su enemigo el conde Raimundo de Tolosa. Es lo que comentábamos antes, que a partir de la documentación histórica y de la creación de la trama, el trabajo del escritor ya simplemente consiste en poner sobre el papel lo imaginado, en volcarlo y darle consistencia. A mí además me divierten mucho los personajes secundarios, como la Brabançonna, que es la "dueña" en secreto del castillo de Narbona porque manda en la cocina y en las despensas, y permite escenas humorísticas que las situaciones dramáticas por las que pasan Isabeau o Íñiguez, jugándose la vida, a veces no permiten.
Has mencionado a la vizcondesa Ermengarda de Narbona, y esa es otra características de tus novelas: hay muchos personajes históricos reales, mezclados con los que has imaginado tú. ¿Es para darle verosimilitud a la historia?
Así es, pero al mismo tiempo dificulta mi tarea. Me explico: para un lector que no conozca la historia del sur de Francia, su relación con los condes de Barcelona o los reyes de Francia o Inglaterra, la presencia de una figura como la vizcondesa Ermengarda solamente tiene interés si encaja bien en la trama que he creado, si sus acciones tienen una lógica interna. No puedo confiar en que conozca todo el entramado de intereses de la época. Si es así, mejor que mejor, y eso le aportará un disfrute mayor a la hora de leer la novela, en mi opinión. Pero mi labor es que el personaje histórico también funcione como personaje argumental, para entendernos, y por eso es un trabajo bastante delicado el de mezclar los personajes reales con los ficticios. Estoy muy orgullosa de cómo interaccionan Walter Map, por ejemplo, un clérigo al servicio de Enrique Plantagenet y la vizcondesa Ermengarda o el propio Raimundo de Tolosa, que siempre tuvo las miras puestas en ocupar Narbona. Y al mismo tiempo, la historia de Isabeau, Guerrejat y Rotger de Montlaurèl también funciona por sí sola: creo que en eso radica una de las claves de la buena recepción que está teniendo la novela.
"La perla negra" destila la esencia de las aventuras "de capa y espada", y en muchas ocasiones has citado a Stevenson, Verne o Dumas como referentes. ¿Crees que al lector del siglo XXI le siguen interesando esos clásicos de la nvoela de aventuras?
Estoy convencida de que sí, porque el paso del tiempo consigue precisamente eso, destilar lo mejor de cada época, y esos autores que has citado son referentes de las aventuras porque son los mejores de su tiempo, junto con otros quizá más modernos como Jack London o Joseph Conrad, por mencionar solo dos. Naturalmente que yo escribo ahora, para un lector de ahora, y mi ritmo narrativo es probable que no sea tan pausado como podía serlo una introducción a la acción de Alejandro Dumas. Pero creo que eso contribuye a que la novela tenga precisamente lo mejor de cada mundo: por una parte todos los aficionados a la novela de aventuras clásica se sentirán como en casa con "La perla negra", porque esas lecturas son las que en efecto constituyen la base para escribirla. Y por otra parte, como soy una escritora del siglo XXI, mi manera de contar las cosas es más visual, más plástica y creo que también disfrutará de eso.
Hay acción, venganza, aventuras y romance en "La perla negra": ¿cómo se consigue el equilibrio entre todos esos ingredientes? ¿Crees que hay alguno que se imponga por encima de otros?
Bueno, hay de todo porque los personajes sienten todas esas cosas, actúan impulsados por todos esos deseos: codicia, venganza, amor, odio... Y el equilibrio también lo marcan ellos: cuando Isabeau pasa de querer vengarse a toda costa a comprender que la están manipulando, cuando Guerrejat descubre que se enamorado contra todo pronóstico de la ladronzuela que acaba de conocer, cuando Rotger de Montlaurèl resulta que no es el demonio que creíamos... Todos esos giros argumentales van sucediéndose con el ritmo adecuado para sorprender al lector, para que disfrute y se entretenga con el libro y quiera repetir o buscar más libros míos, igual que yo hacía cuando terminaba uno de Alejandro Dumas o de Julio Verne. Al final esa es la mejor receta literaria para escribir, o lo que denota un buen trabajo del autor, a mi entender, que después de leer "La perla negra", tengan ganas de más novelas mías.
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