Su nueva novela ha supuesto un original reto para el escritor vizcaíno. “Quería hacer un cambio de registro, abandonar el thriller psicológico y adentrarme en un misterio más clásico que tuviese muchos más personajes, y no fuera tan salvaje y violenta como mis anteriores novelas”, nos suelta a bocajarro Mikel Santiago al comenzar la entrevista en la cafetería de un conocido hotel de la Gran Vía madrileña. Realmente, le ha salido un thriller donde el misterio va en aumento y los crímenes van sucediendo en un orden perfecto.
Mikel Santiago es capaz de mantener la intriga hasta casi la última página. El misterio se resuelve en las últimas diez páginas con lo que consigue el gran efecto de encajar todas las piezas del gran puzle que monta en las páginas de su nuevo thriller. “Creo que he conseguido generar una gran insinuación y desconcierto en el lector. Intento engañar bastante pero siempre de una manera honesta para lo que utilizo varios cliffhangers en la novela”, explica con pasión. Este es recurso que gustaba utilizar a Alfred Hitchcock en sus películas.
La novela le ha quedado más que entretenida, emocionante. Con una estructura muy ágil, los sucesos ocurren de manera vertiginosa de tal forma que se llega al final de la obra muy rápidamente. “Me iba emocionando según iba escribiendo la novela”, reconoce el autor de Portugalete. Sin embargo, para llegar a esta novela han tenido que pasar dos años desde la presentación de “El mal camino”, donde pudimos asistir al concierto que realizó en el Honky Tonk Bar para dar a conocer su novela.
Otro proyecto se quedó en agua de borrajas porque no tenía claro el desarrollo de esa novela y cuando estaba en lo más oscuro de la noche recordó sus cuadernos que escribió durante un viaje a Italia. “Nos fuimos a Italia mi chica y yo para buscar el rastro de Truman Capote, fue en 2003, no lo encontré pero sí a esa Italia de Vacaciones en Roma. En uno de mis cuadernos tenía apuntada la frase: una llamada de un viejo amigo. No la coges y el muere justo después de hacerla”, evoca el autor de sus tiempos en Italia. Mikel Santiago ha vivido en Irlanda, Holanda e Italia. Es un gran viajero, pero peligroso. Allí a dónde ha ido escribe un thriller. Así que si se le encuentran por el extranjero tengan cuidado. “Me gustaría abrir la ventana de mi casa y escribir algo sobre la ciudad en la que vivo, Bilbao”, reconoce, pero de momento no ha surgido esa historia.
A Mikel le gusta escribir historias con grandes misterios. “Que sienta el lector un escalofrío cuando la esté leyendo, que no se pueda descartar a nadie como sospechoso y que la diversión sea a tope”, esa es la receta de su éxito que comparte sin querer. Tom Harvey realiza sin serlo el viaje del detective. Para ello, la escribe en primera persona a la manera de Raymond Chandler y a su detective ocasional, recordemos que toca el saxo en bandas de jazz, le sacuden más que a una estera, hasta tal punto que el lector siente compasión y pena por él, aunque también causa risa. “Tom Harvey es un tío desubicado, contradictorio y con un gran sentido del romanticismo que encuentra satisfacción el lo que hace”, describe el autor.
La novela incluye una gran historia de amor. “El amor dice mucho de las personas. Hay diferentes tipos de gentes según su forma de amar. Tom sabe que su amor por Elena le sirve para cambiar su vida, para hacerle mejor persona. En mi novela hay un homenaje a las personas que aman y luchan por ese amor”, señala Mikel Santiago. En su opinión, Elena es el personaje más rico de la novela, después de Tom. “En cierta forma es una víctima. Los hijos de las estrellas de cine o de cualquier otro artista famoso no dejan de tener problemas toda su vida”, subraya. Algo de lo que se ha documentado en profundidad para escribir el personaje de Elena.
“Cada escritor busca su imaginario para escribir. Necesita encontrar su mundo. El mío va desde los tebeos de Tintín, pasando por los libros que he leído, Capote, Chandler, Christie, Highsmith, etc. hasta los escenarios europeos que conozco y me gustan. El ambiente exclusivo del sur de Italia me encanta y funciona bien en mi cabeza cuando me pongo a escribir”, desgrana con parsimonia el autor vasco. Aunque reconoce que como escritor es algo caótico y torrencial. “Tengo una manera de escribir muy loca y muy impulsiva. Soy muy brujulero, comienzo a escribir con algo pensado pero si se me ocurre algo que no tenía pensado, cambio la novela las veces que haga falta”, dice con pasión.
Para escribir “El extraño verano de Tom Harvey” tardó, aproximadamente, ocho meses con correcciones incluidas. “En el tramo final de la escritura trabajo todo el día, siete días a la semana”, comenta este escritor que le gusta desafiarse a sí mismo con cada obra que escribe. “Sé que funciona una novela cuando dejo de ver las letras y veo imágenes”, recalca.
Prefiere escribir en primera persona porque aporta una subjetividad que no tiene la tercera. “Ésta es más cinematográfica pero está filtrada por la personalidad del escritor”, detalla Mikel Santiago. No quiere despedirse sin apuntar la importancia que tiene el mundo onírico en su novela. “La historia tiene varios niveles con muchos simbolismos en todos ellos que genera una atmósfera especial, casi un poco paranormal”, menciona.
“Tom Harvey es un personaje entrañable que recibe más palizas que un Cristo, pese a eso no se da por vencido, es muy tozudo y no se acobarda por nada. En fin, un gran héroe que cualquier lector le gustaría ponerse en su lugar. Ese es el secreto para llevarte a los lectores de calle y que no suelten el libro hasta el final”, concluye Mikel Santiago, un escritor tan entrañable como el personaje que ha creado.
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