En el texto que ahora nos presenta el poeta, se han incorporado poemas inéditos, reelaborados o rescatados de entre un material poético que fuera desechado en su día. El resultado de este renacimiento de El tacto de lo efímero es un poemario diferente al que fuera publicado en su día, marcado por la acumulación de experiencias vitales, la reflexión sobre el paso del tiempo y la consolidación de un sello distintivo, ese carácter personal que Gómez y Flores imprime a su poesía.
El autor da comienzo a este poemario situándose Frente al espejo. En efecto, en el limitado pero vertiginoso ámbito del espejo nuestro poeta se enfrenta al transcurrir inexorable y severo del tiempo: “qué fue de los veinte años; / con tanto calendario en medio”, se pregunta.
Estamos ante un poeta para quien “Todo es susceptible de ser materia del poema”. Cuyo objetivo, como nos dice a renglón seguido, es “Dar testimonio, proyectar la dimensión del asombro”. Con un estilo limpio, diáfano y bien definido, forjado a fuerza de escribir versos partiendo de un inconformismo constructivo, Gómez y Flores configura un discurso poético que llega al lector sin retóricas innecesarias.
Los versos de este poeta extremeño son honestos, llenos de esa sabiduría que proporciona el vivir creando “mundos en común a la medida de las nubes”, asumiendo sin altisonancias que a través de la palabra, de la poesía, “Se nos ha revelado otra forma de mirar”. En estos versos hay insurrección poética. El autor se alza ante el mundo que le circunda para hablarnos con “…ese lenguaje / que solo a nosotros nos pertenece”, un lenguaje como instrumento para indagar en la esencia de lo que somos, en las profundidades de lo abiertamente humano. Siguiendo el itinerario de sus versos apreciamos como cada vez le cuesta más al poeta “aferrarse al consuelo de las promesas”, aunque al tiempo se resiste “…a empeñar su alma / a ser un número más en los angostos márgenes de la ley.”, nos lo dice en su poema Contravenciones.
Son múltiples los temas en los que Gómez y Flores fija su mirada. En el poema Conciencia del peligro hace frente al miedo que a veces oprime nuestra existencia, para reivindicar “una vida ignorante del riesgo”. En tierra de nadie nos habla de esa amistad sincera que, en no pocas ocasiones, los avatares del devenir terminan por difuminar. El amor o “la desbocada invención del amor”, la figura del padre ya desaparecido pero siempre en la memoria, las falsas apariencias en las que “Todo es escaparate”, “la insultante frialdad de los hospitales” o “el sabor de los adjetivos” son motivo para acercarse al “porqué de las cosas” desde “las trincheras de un poema”.
Un componente significativo que destaca en la poesía de Gómez y Flores es la música. No solo porque el autor compagina su quehacer literario con el musical, sino por la presencia de músicos que irán emergiendo en el texto al ser parte de su propio acervo cultural. Es el caso de José Feliciano, Janis Joplin, Diana Krall o Lito Vitale. Estos nombres son parte de un elenco privado de personajes del pasado o el presente que irrumpen en estos poemas, como los poetas Vicente Aleixandre y Leopoldo María Panero, la actriz Greta Garbo o la legendaria Molly Malone. Por último, hacer referencia a un lugar relevante en la biografía del poeta: Huelva. Y con Huelva, no podría ser de otra manera, Moguer, Juan Ramón Jiménez, Zenobia,…
Con estos elementos Gómez y Flores ha escrito, como se ha dicho, una flamante y distinta versión de El tacto de lo efímero, donde la emotividad lírica se combina con la reflexión y en cuyas páginas es posible disfrutar de una voz indispensable de nuestra poesía actual.
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