Visita al museo de la Batalla de las Navas de Tolosa de la mano de Sebastián Roa
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Sebastián Roa (Foto: Javier Oliaga) |
Posiblemente en el día más frío del invierno de este año que acaba de comenzar, realizamos un viaje literario hasta las Navas de Tolosa. Llegamos, en ese helador día a la puerta de Andalucía. Despeñaperros al norte y al sur los olivares jienenses. Alguien debió dejarse la puerta abierta porque las ráfagas de viento hacían que se nos congelasen las manos y cualquier apéndice que llevásemos al aire. El comienzo del paseo hasta la Mesa del Rey no podía empezar peor, afortunadamente, el aire fue cediendo poco a poco y un tímido sol comenzó a salir y caldeo el ambiente lo que permitió una visita sosegada.
El personal del museo Batalla de las Navas de Tolosa, encabezado por Pablo Lozano, infatigable organizador de todo tipo de eventos que tengan que ver con la novela histórica y que nos demostró su buen hacer en el Certamen de Novela Histórica de la Ciudad de Úbeda, además de un sobresaliente recreacionista histórico; no nos pudo tratar mejor durante toda la jornada haciendo gala de una exquisita amabilidad en todas y cada una de las actividades que se llevaron a cabo.
Nos recibió a la puerta del museo el diputado autonómico Manuel Hueso quien, después de los consabidos agradecimientos, explicó la importancia del enclave donde nos encontrábamos. "Es un paso estratégico de primer orden, como paso hacia la meseta. Prueba de ello es que por esta zona tuvieron lugar batallas muy importantes en nuestra historia. La batalla de Baecula, encuadrada en la segunda guerra púnica; en 1212 la Batalla de las Navas de Tolosa; en la guerra de la Independencia, la batalla de Bailén y durante la Guerra Civil también se registraron batallas de primer orden", explicó el diputado.
Tras las presentaciones, nos acercamos a buen paso hasta el cerro del Rey, donde estuvo el puesto de mando de Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra. Las ausencias de los otros reyes cristianos de la península, Alfonso IX de León y Alfonso II de Portugal apenas se notaron si no fuese por las razias que emprendieron contra territorios castellanos, dos reyes de escasos principios y vulgares traicioneros.
El campo de batalla de Las Navas de Tolosa se encuentra en una vaguada rodeada por dos ríos y por dos cerros. Como hemos dicho, las tropa cristianas se situaron en el norte en el cerro conocido por la Mesa del Rey y los almohades se colocaron en el sur, en el Cerro de los Olivares colocaron su palenque. Según la guía turística Lucía, "las tropas cristianas debían de estar compuestas por unas 12.000 personas, mientras que las tropas almohades llegarían hasta cerca de las 30.000 unidades", explica. Pese a esa diferencia numéricas, los almohades no pudieron desplegar su táctica guerrera, conocida como tornafuye que consistía en atacar para inmediatamente replegarse, por lo agreste del terreno.
Sebastián Roa lo explica muy bien en su novela y en la posterior charla. "En Alarcos, donde comienza la novela, Alfonso VIII sufrió una seria derrota por no esperar a los otros reyes cristianos. La táctica de hostigamiento y repliegue de las hordas almohades se pudo hacer muy bien por lo llano del terreno. En la Navas de Tolosa por la confluencia de los dos ríos y los cerros esa táctica no se pudo llevarse a cabo y de ahí que la caballería pesada cristiana se hiciese con el control del campo de batalla", apunta con soltura el escritor turolense.
El museo de la Batalla Navas de Tolosa se inauguró en el año 2012 para conmemorar el octavo centenario de la batalla medieval más importante de nuestra península. Aquel lunes del 16 de julio de 1212 tuvo lugar una batalla singular, en un único día, donde las tropas almohades dieron lugar a perder gran parte del territorio de la península, en los siguientes 53 años los territorios musulmanes se circunscribieron al reino nazarí de Granada. La batalla tuvo diversos nombres a lo largo de la historia. Unos la conocieron como la batalla de Úbeda, otros como la batalla de las Cuestas e incluso como la batalla del Castigo, pero fue la de la batalla de las Navas de Tolosa la que quedaría fijada en la historia, quizá por un obispo que quería luchar contra la herejía de aquellas tierras.
Después de las diversas exposiciones sobre la batalla, llegó el descanso del guerrero y aliviamos nuestra sed y apetito desgustando la gastronomía de la zona. El Mesón Despeñaperos de la localidad de Santa Elena nos ofreció una cata de aceites del terreno seguida por una comida típica de la zona, compuesta de ensalada, berenjena frita, carnes de caza con cus-cus y bacalao. Manjares que seguramente no tuvieron a su alcance las tropas cristianas en la batalla.
"Las cadenas del destino" es la última novela de Sebastián Roa, la conclusión de su trilogía almohade; probablemente en su próxima obra abandone la época de la Reconquista, que le ha dado tantas alegrías, para adentrarse en el mundo helénico, siempre desde una perspectiva guerrera. "La novela histórica tiene que ofrecer más que historia. No se puede hacer historia novelada. Se tiene que basar en buenas tramas", concluye el autor a la vuelta del viaje. Palabras para la reflexión y para el futuro de un género que sigue siendo el más vendido de nuestro país.
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