Durante la entrevista realizada en el café Gijón, la autora tuvo que atender amablemente a varios seguidores del programa, uno de los pocos espacios culturales que existen en la paupérrima programación cultural de las televisiones españolas. Pareceque las cadenas de televisión, tanto privadas como públicas se ponen de acuerdo para embrutecer a sus televidentes, en esta carrera Tele 5 lleva la delantera de manera ostensible.
Para escribir el libro “Pasaporte de bruja”, María Lara ha tenido que investigar durante nueve años en los archivos secretos del Santo Oficio y en el Archivo Histórico Nacional, así ha conseguido redactar una obra que mezcla ficción y no ficción de una manera muy original. El resultado lo publica la editorial conquense Alderabán.
La escritora de Guadalajara lleva publicados veinte libros de diversos géneros. “Publico novela, ensayo y poesía, todas las semanas tengo que escribir algo en los tres géneros según el estado de ánimo en el que me encuentre. El ensayo es el que más cultivo. Necesito comunicarme conmigo misma a través de la escritura”, dice la escritora en la conversación que mantuvimos.
Con sus libros ha conseguido diferentes premios literarios, el más notorio el Premio Algaba con una biografía de Ignacio de Loyola, escrito con su hermana Laura. Pese a escribir algunas obras juntas, se consideran muy independientes. “Eso sí, tenemos una sintonía total”, reconoce. La idea de escribir su nuevo libro partió de la lectura de Miguel de Cervantes. “La magia está presente en algunas de las obras del ilustre escritor alcalaíno. Era una etapa privilegiada por la consciencia de las injusticias de la época”, argumenta la escritora. De hecho en algunas de sus obras aparecen mencionadas brujas como la del Montiel o la de Cañizares que, probablemente, existieran.
Para María Lara, el siglo XVI fue la edad de oro de la brujería, mucho más que en la siguiente centuria. “En España la Inquisición no fue tan dura con las brujas como lo fueron en Centroeuropa, donde llegaron a matar a más de 25.000, en Castilla apenas se llegó a las trescientas. La Leyenda Negra se encargó de exagerar las tropelías del Santo Oficio”, expone con rigurosidad histórica.
El punto de inflexión de la brujería española se produjo en 1.610 con los conocidos hechos de Zugarramurdi, “en muchas ocasiones se habla bastante a la ligera sobre estos sucesos. Hay que encuadrarlos en su justo punto porque, pese a la Leyenda Negra, no todos los inquisidores eran como Torquemada”, relata la historiadora y escritora. Ni que decir tiene que películas como la de Álex de la Iglesia, banalizando los hechos y sin pizca de gracia, hacen un flaco favor a las brujas y su mundo que tan bien retrato el insigne antropólogo Julio Caro Baroja.
Fue precisamente en Navarra donde se denominó por primera vez a esas reuniones de brujas aquelarres. Estas eran unas reuniones al aire libre, normalmente las brujas se encontraban en casas, salvo en Cataluña que buscaban espacios más amplios como castillos. En su opinión, “era una fiesta en torno a las fuerzas del mal que solían acabar en una bacanal sin salir de la habitación en la que las realizaban. Creo que desarrollaban un estado mental de alucinación mediante la ingesta de planta alucinógenas, de ahí que dijesen que se desplazaban volando en escobas”, describe la escritora de Guadalajara. Francisco de Goya y Leandro Fernández de Moratín, dos siglos después, supieron captar la esencia de estos encuentros, curiosamente a ambos se los tachó de afrancesados sin motivos sólidos.
La investigación de los hechos de Zugarramurdi fueron muy rigurosos por parte de la Inquisición, “se formó un equipo de investigadores como los CSI de ahora”, expresa la autora. Muchas investigadas fueron encarceladas y murieron en las cárceles, la teoría de María Lara es que “fallecieron por el síndrome de abstinencia al estar encerradas entre rejas y no poder tomar las hierbas que solían prepararse”.
Uno de los capítulos del libro versa sobre el ajuar de las brujas. “Era un maletín metafórico donde llevaban plantas medicinales, remedios naturales, talismanes como orejas de asno, la soga del ahorcado, etc., además de instrumental médico para curar distintas dolencias de los enfermos, así como estampas de santos.
María Lara se preocupa mucho por el estilo de su escritura. “El escritor tiene que buscar la belleza a través de la palabra”, sostiene con absoluta convicción y añade “me gusta mezclar géneros en mis libros, para así desmitificar tópicos y así contribuir al encantamiento del lector”, apunta. De hecho aunque “Pasaporte de bruja” es un ensayo, el libro contiene tres narraciones, cuentos breves, que dotan a la obra de un vigor muy característico y lo hacen más ameno si cabe.
Charlar con la autora alcarreña es toda una experiencia de erudición. Sin embargo, tanto su conversación como su escritura es muy dinámica y ágil, lo que hace que el lector lea el ensayo como si de una novela o libro de ficción se tratase. En el tintero queda buena parte de su exquisito conocimiento sobre las brujas. Éstas, cogieron sus enseres y escobas y cruzaron el Atlántico para llevar sus saberes ancestrales a América. Mientras, en la península, las brujas cada día más se especializaban en curar determinadas enfermedades, pero será mejor que lean el libro y disfruten con los saberes ancestrales de esas brujas viajeras.
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