La estrategia de resistir ante la soledad internacional, combinada con una clara propaganda interna en clave de agravio hipernacionalista, unido a fuerte cierre de filas en torno a Franco, tuvo éxito, y permitió iniciar una nueva etapa a partir de noviembre de 1947. Pero el factor clave que explica el cambio en la situación internacional de España debe encontrarse en la Guerra Fría, que posibilitó que Estados Unidos terminara “perdonando” los pecados franquistas del pasado ante la nueva realidad internacional de enfrentamiento con la URSS, y ante el supuesto temor de que se iniciase en Europa occidental una etapa de desestabilización política que favoreciera a los comunistas, olvidando cualquier posibilidad de favorecer un cambio democrático en nuestro país, aunque, en un primer momento, Truman defendiera ese cambio, como veremos.
El proceso de acercamiento fue pausado porque no era tan fácil que, a pesar de los intereses norteamericanos, la opinión pública occidental aceptase de un día para otro a un dictador como Franco, que había ganado la guerra con la ayuda del fascismo, y que luego había estado tan cerca de los enemigos de los aliados. Franco, tan amigo del paso del tiempo, pudo ir evaluando el paso que se iba a dar. Era consciente que para que su régimen pudiera sobrevivir necesitaba el apoyo de los norteamericanos. Cuando estuvo claramente convencido no dudo ni un instante en ceder completamente ante las contrapartidas que Washington exigió, sobre todo, cuando comprobó que entre esas exigencias no se incluía la democratización real del sistema político español. Franco solamente maquilló su dictadura, obviando lo más llamativamente fascista, pero poco más.
En el lado norteamericano el cambio de actitud se vinculaba, como hemos apuntado, al nuevo escenario internacional, pero había que ir modelando actitudes e intereses internos en la Administración Truman, especialmente en el Departamento de Estado y en la propia Casa Blanca. En este sentido, fueron importantes los intereses económicos de algunos círculos empresariales, la presión de los sectores católicos, y el naciente lobby español en el Congreso. José María Lequerica, enviado por Franco en 1945, se puso a trabajar activamente en los entresijos del poder parlamentario norteamericano porque sabía que era primordial ganarse apoyos suficientes. Fue una labor callada, en los pasillos y despachos, y que terminaría dando sus frutos.
El año 1947 fue clave en el inicio del acercamiento por dos hechos. En primer lugar, se redactó el «Informe Kennan”. Este documento, aprobado por la Administración Truman, defendía la necesidad de que se produjera un acercamiento con Franco, sin cuestionar su continuidad en el poder, aunque exigiendo que se emprendiesen algunas reformas de signo liberalizador.
En el mes de noviembre de ese mismo año la delegación norteamericana en la ONU se opuso a que se renovase la condena a España, y que se arbitrasen nuevas medidas sancionadoras. A principios del año siguiente, París decidió abrir la frontera con España. En la primavera, el gobierno español consiguió firmar sendos acuerdos económicos con los franceses y británicos. En los inicios de 1949 se recibía el primer crédito procedente de un banco norteamericano, debidamente autorizado por la Casa Blanca. Hay que señalar que se había producido, además, la primera visita de una personalidad política norteamericana a España, la del presidente del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado.
La Guerra de Corea vino en ayuda de Franco. Madrid expresó en una nota diplomática que el gobierno español estaba dispuesto a ayudar militarmente para frenar al comunismo en Corea. Estados Unidos agradeció el gesto. Eso ocurría en junio de 1950. Pues bien, al mes siguiente, los esfuerzos de Lequerica en el Senado se coronaron con un éxito evidente. El senador demócrata Pat McCarran, miembro del lobby español, autorizó un nuevo crédito para España, por una cantidad muy superior al anteriormente concedido.
El 4 de noviembre de 1950, la Asamblea General de la ONU revocó, gracias a la influencia norteamericana y la abstención franco-británica, la resolución de condena del régimen franquista del año 1946. Eso permitió que regresaran los embajadores a Madrid, y que España pudiera ir ingresando en algunos organismos de la ONU.
El 16 de julio de 1951 se produjo la entrevista entre Franco y el almirante Shermann. Franco expresó que el uso de bases y puertos españoles por las fuerzas norteamericanas podía provocar la reacción inmediata soviética, y que España no estaba en condiciones de entrar en conflictos dada su precaria situación económica. Para Franco era imprescindible que un acuerdo militar fuera simultáneo a otro económico.
El triunfo electoral republicano de Eisenhower en 1952 facilitó, claramente, el acercamiento. Los primigenios escrúpulos demócratas en favor de cambios políticos desaparecieron. Comenzaron las negociaciones, aunque fueron complejas.