Sus escritos han trascendido, así como su incansable lucha. La Escuela Moderna abrió sus puertas en 1901 y rápidamente fue fustigada por la iglesia y los poderes establecidos. Era laica, mezclaba en sus aulas niños y niñas que gozaban de una libertad insólita para la época, mezclaba clases sociales, defendía una educación científica y humanista que potenciaba el pensamiento libre y crítico, y orientaba a sus alumnos hacia una comprensión de la realidad que debía conducir a la emancipación individual y de ella a la de la sociedad.
Tal y como se recoge en este artículo de Viento Sur, ante el oficial que mandaba el piquete de ejecución, Francisco Ferrer Guardia gritó “¡Viva la Escuela Moderna!” antes de ser asesinado. Hoy, la tumba de Ferrer se puede visitar en el cementerio de Montjuïc, junto a las de Ascaso y Durruti, y en Bruselas se honra con una estatua al librepensamiento. Pero lo mejor para homenajear la figura de este avanzado a su tiempo es releer sus escritos. Son de una modernidad y una vigencia sorprendentes. Por ese motivo, publicamos ahora su obra más influyente: La escuela moderna. El legado único de Ferrer Guardia se halla recogido en estas páginas.
Anatole France calificó su fusilamiento como un crimen. «Su crimen fue ser republicano, socialista, librepensador; su crimen fue haber creado la enseñanza laica en Barcelona, instruir a miles de niños en la moral independiente, su crimen fue haber fundado escuelas»
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