El libro que combina investigación y reflexión, José Jurado Morales reconstruye los pasos de Gonzalo Martínez Sadoc, un escritor con ideas republicanas y filiación comunista. Después de una exhaustiva búsqueda, se revela la historia de cómo Martínez Sadoc fue internado en un campo de concentración en Francia tras la Guerra Civil, logrando escapar y exiliarse a México en 1939 a bordo del vapor Mexique. Esta historia personal, largamente olvidada, ilumina la Historia y nos ayuda a reflexionar sobre nuestro lugar en el fluir de los tiempos, las mentalidades y las ideologías. La vida de Martínez Sadoc se entrelaza con la España del siglo XX, mostrándonos contrastes y continuidades entre épocas. Este ensayo biográfico está escrito con precisión histórica y claridad argumental, leyéndose como una novela gracias a sus vibrantes páginas. Es la memoria apasionante de un hombre rebelde y leal a sí mismo, un relato conmovedor de la España del siglo XX. ¿Son necesarias obras como la suya para contribuir a mantener en la memoria personajes anónimos que jugaron un papel importante en nuestra historia, como Gonzalo Martínez Sadoc? Los grandes personajes y los grandes acontecimientos de la Historia están estudiados, bien o mal, de forma más o menos completa o parcial, pero están estudiados. Por ello, siempre resulta necesario el rescate de otros acontecimientos menores o de personajes secundarios, que han permanecido en el olvido y cuyas vidas aportan una tesela en el mosaico general de la Historia. Esos personajes anónimos nos hablan de todos nosotros, por lo que tienen de comunes y vulgares, de representativos y paradigmáticos. Aunque se trate de un ensayo biográfico sobre un sanluqueño, he intentado que el libro sea mucho más. He procurado que lo local y lo personal cobren la dimensión de lo universal y lo colectivo. Porque Martínez Sadoc es un hombre común que nace en un pueblo del sur, un andaluz más, un español más entre los millones que viven el siglo XX, y, sin embargo, su vida ejemplifica la de otros muchos españoles del siglo XX. ¿Cuántos personajes como él solo viven en la memoria de sus allegados y convecinos? Tenemos una memoria frágil y el presente entierra lo pasado muy pronto. Son innumerables los personajes que tuvieron su relevancia en un lugar y un espacio determinados y que hoy en día permanecen en el olvido. Muchas veces, ni siquiera los descendientes tienen conciencia o conocimiento de lo vivido o lo aportado por su antepasado a la sociedad de su momento. ¿Qué importancia tienen para la memoria colectiva? Somos lo que somos como comunidad por lo que fueron otros que nos antecedieron. La sociedad se construye con el paso del tiempo y con la aportación de las distintas generaciones. Nosotros somos el fruto de lo que no hemos vivido directamente, de lo heredado. Por tanto, conocer la vida de esas personas anónimas nos sirve para saber de dónde venimos y tener más herramientas para interpretar el mundo presente. ¿Cómo conoció la historia de Gonzalo Martínez Sadoc y cómo se ha documentado sobre su vida? Supe de Gonzalo Martínez Sadoc cuando yo tenía unos diecisiete años gracias a un profesor de instituto. Por entonces, me enteré de que era poeta y que había estado exiliado. Muchos años más tarde, me he puesto a indagar en su vida. Para ello, primero, he recurrido a la memoria oral de quienes lo trataron, o sea, de amigos y familiares. Luego, me he ido de archivo en archivo en busca de rastros: archivos municipales, nacionales, diplomáticos, militares, históricos, universitarios, y otros, de España, Francia y México. Con todo ello he trazado una biografía rigurosa, basada en los documentos administrativos que he encontrado, insertándola en la historia de España. ¿Investigar sobre personas de su localidad le hace descubrir sus raíces, sentirse en casa? ¿Nos encontramos a nosotros mismos mejor en los contrarios o en los afines a nuestras ideas? Lo local no debe cegarnos, para evitar caer en el localismo. Ahora bien, la investigación sobre lo cercano y lo circundante tiene la motivación añadida de que se trabaja sobre el lugar de donde procedemos y, en consecuencia, sobre espacios, gentes, costumbres, recuerdos, etc., que nos han formado. Así que, en el fondo, se trata de una búsqueda de la identidad propia. Y claro que confrontarnos con los que piensan de manera distinta y son diferentes a nosotros mismos nos enriquece mucho más que mirarnos en espejos que reflejan una identidad similar a la nuestra. Es preferible que los contrarios a nuestra cosmovisión e ideología nos lleven a la duda, porque a partir de ahí es más fácil crecer como personas. Se puede hablar de memoria histórica sin hablar de ideología? ¿De qué sirve mirar el pasado con los ojos de hoy? Debemos entender la memoria histórica como el deseo de una comunidad por encontrar su pasado común, por encima de cualquier ideología. Obviamente, el concepto contiene una vertiente historiográfica e ideológica. Ahora bien, lo que no es de recibo es el uso partidista de la memoria histórica, porque oscurece su razón de ser. No puede ser utilizada como un arma de ataque entre los partidos políticos. Como he procurado en otros libros míos, he querido plantear un ensayo en otro a la memoria emocional. Me he dado a una revisión emocional de lo sucedido y he trabajado con los papeles viejos buscando al ser humano que hay tras ellos. O sea, he intentado comprender las emociones y decisiones del ser humano de nombre Gonzalo Martínez Sadoc que pone la vida a la burocracia de los papeles olvidados en los archivos. "Pensé que detrás de los poemas podía haber un ser humano con una vida tan complicada como apasionante"¿Cómo nace su interés por Martínez Sadoc? ¿Conocía su obra? Sí, conocía su obra. Y ahí arranca mi interés por su trayectoria. Encontré muchos poemas en sus libros que hablaba de la Guerra Civil, el exilio, los campos de concentración, la muerte de García Lorca, la vida en el franquismo, etc. Y eso me hizo pensar en que detrás de los poemas podía haber un ser humano con una vida tan complicada como apasionante.
¿Qué le ha supuesto, y qué le ha aportado a nivel personal y profesional conocer en profundidad al protagonista? Entender emocionalmente lo vivido por miles de españoles en el siglo XX y entender lo afortunado que somos ahora mismo en España. Por muy mal que nos vayan las cosas, nada es comparable a una guerra, una dictadura y un exilio. Nació en una familia acomodada pero tenía ideas progresistas y era anticlerical, ¿intenta desmontar mito y acabar con estereotipos? El mismo Gonzalo Martínez Sadoc habla en un verso de su perfil de señorito. Y lo era, porque nació en el seno de una familia burguesa y acomodada, pero a la vez muy republicana y progresista, muy anticlerical. Somos más complejos de lo que pensamos. Ni siquiera somos los mismos a lo largo de toda la vida. Nuestra identidad, nuestro pensamiento político y religioso, va cambiando con los años. Quizás los estereotipos nos sirvan entender la realidad, pero nos llevan a la simplificación y el engaño. ¿Qué aspectos de la vida del poeta le ha gustado más destacar? Por un lado, su actividad política en los años veinte y treinta en pro de un sistema de gobierno basado en la república. Por otro lado, su periplo tras la guerra, con el paso por el campo de internamiento de Saint-Cyprien, en Francias, y el exilio en México, durante cerca de treinta años. ¿Cuál ha sido su aportación, como escritor, a la vida de Gonzalo Martínez Sadoc además de darle visibilidad? Trazar lo esencial de sus pasos. Gonzalo Martínez Sadoc nació en Sanlúcar en 1908 en una familia acomodada y republicana, se mudó a Madrid en 1933 y se afilió al Partido Comunista, y pasó por Valencia y Barcelona con el gobierno de la República. Tras la Guerra Civil se exilió a Francia, donde estuvo preso en el campo de concentración de Saint-Cyprien. De aquí se fugó para exiliarse a México en uno de los barcos fletados por los comités de ayuda a los exiliados. Pasó en Veracruz unos meses, se estableció en el Distrito Federal, y volvió a España en los años de la transición, primero a Madrid y luego a Sanlúcar. Y murió en 2003 a los noventa y cinco años. Hablo de todo esto y aporto los documentos que dan testimonio de esa vida. Ha escrito una biografía que se lee como una novela. ¿Qué significa para usted el ensayo biográfico? He intentado que la investigación y la reflexión vayan de la mano. No he querido montar una biografía neutra, acumulativa de datos, sino que he querido opinar e interpretar esos datos y divagar sobre cuestiones diversas a partir de su vida. O sea, he ensayado, como decía Montaigne. Así que el libro encaja bien en el género de ensayo biográfico. Y, de otro lado, he querido escribirlo con narratividad y pulso ágil para que le resulte ameno y apasionante al lector. Su obra no solo habla del protagonista, sino también de personas cercanas a él. ¿Con qué intención están incluidas y qué aportan estas experiencias a la vida de Gonzalo? En la investigación sobre Gonzalo Martínez Sadoc descubrí las vidas de sus hermanos y no he podido resistirme a contarlas: varios hermanos enjuiciados y encarcelados por el franquismo acusados por adhesión a la rebelión, por masones, por anticlericales, etc. Cada vida de sus hermanos da para otro ensayo biográfico. El libro finaliza con poemas del propio Martínez Sadoc, ¿es como si fuera él mismo el que cierra el libro? Efectivamente, quería terminar con su propia voz. De esa vida dejó testimonio en varios libros de poesía y he querido recoger algunos poemas para cerrar el libro, sobre todo aquellos en los que vuelca su experiencia de la guerra y el exilio. Son poemas que trasmiten un desgarro sentimental y una conciencia histórica, y que evocan vivencias traumáticas con las que el lector empatiza con facilidad y se emociona. Para finalizar, ¿s quién va dirigida su obra? A los lectores comunes. No es un libro para consulta de especialistas, o no solo. Es un libro de lectura. La andadura de Gonzalo Martínez Sadoc es tan atractiva que atrapa a cualquier lector. Y todos nosotros podemos identificarnos con el relato que hago de su vida, porque hago mucho hincapié en lo que hay de universal en las decisiones y las emociones que suponen el vivir. Porque es verdad que he rescatado la memoria de una persona concreta, un hombre común que nace en un pueblo del sur, y, sin embargo, pienso que el relato de su vida bien vale para entender el devenir de miles de españoles y, por tanto, para entendernos a nosotros mismos.
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