En estos días, Antonio Orlando Rodríguez estará de visita por España para presentar su libro de relatos "Salchichas vienesas y otras ficciones". En la entrevista nos desvela los secretos de su último libro, que contiene cuentos de hace bastantes años y su opinión sobre la literatura, tal y como él la entiende.
Salchichas vienesas y otras ficciones recopila su producción de relatos para adultos. ¿Cuándo comenzó a escribir los relatos incluidos en el libro?
En efecto, es una recopilación que incluye textos publicados originalmente en libros que nunca volvieron a reeditarse y también otros que estaban inéditos. De estos cuentos, el primero que escribí fue “Hipocampos”, en La Habana de 1981. Por entonces llevaba ya varios años dedicado a la creación de libros para niños y esa fue mi primera incursión en el territorio de la narrativa para adultos. En el epílogo de Salchichas vienesas y otras vienesas cuento cómo, por qué y en qué circunstancias fueron surgiendo algunas de estas historias.
¿Cuántos cuentos están incluidos en el libro?
Veinticuatro. El más reciente data de 1994. Después de esa fecha no he vuelto a escribir narraciones cortas para adultos. Sucumbí a los encantos de otro género literario: la novela.
¿Cuál ha sido el criterio de selección para introducirlos en la recopilación?
Llevaba muchos años sin releer esos cuentos y eso me permitió enfrentarme a ellos con un saludable distanciamiento, como si hubieran sido escritos por otra persona. Seleccioné para esta edición los que, de alguna manera, me conmovieron, me divirtieron o me inquietaron como lector.
¿Tiene alguno preferido?
Me gustan especialmente la atmósfera y el estilo de “Las alimañas melancólicas”. También el sinsentido y el sarcasmo de “Salchichas vienesas”. Pero, en esta relectura, mi favorito resultó ser “Pierrot, Pierrot”, una suerte de acercamiento en clave de farsa al eterno tema de la incomunicación humana.
¿Se encuentra cómodo escribiendo relatos para adultos o prefiere escribir para jóvenes y niños?
Me siento igual de cómodo en ambos terrenos, como un anfibio. Cada uno me pide algo diferente y me permite entregar algo diferente. Son posibilidades de conectar con distintos universos de lectores.
La mayoría de su producción es de género infantil. ¿Qué le atrae de escribir para niños?
En estos casos la matemática puede traicionar. Es cierto que he publicado un número mayor de libros para niños; sin embargo, la suma de las páginas de mis libros para adultos (novelas, cuentos, teatro, investigación) supera ampliamente la del conjunto de los infantiles. De escribir para niños me atrae, sobre todo, la posibilidad de explorar mi lado más lúdico y fantasioso, de comunicarme con un lector capaz de creer y vivir a plenitud en aquellas ficciones que logran cautivarlo.
¿Qué supuso para su carrera conseguir el Premio Alfaguara de Novela?
Una mayor visibilidad para mi trabajo literario y la posibilidad de conocer a lectores de todos los países de Iberoamérica.
¿Por qué no ha continuado escribiendo novelas para adultos? ¿Tiene pensado hacerlo en el futuro?
Después de Chiquita no he vuelto a publicar ninguna novela para adultos, pero eso no significa que no haya continuado escribiendo. Hay una en camino. Es un plato de “cocción lenta”, como lo fueron también mis dos novelas anteriores.
De toda su producción, ¿de qué libro está más orgulloso?
Chiquita tuvo la suerte de recibir un premio muy codiciado y eso resultó gratificante en muchos sentidos; pero el libro del que me siento más orgulloso –por la investigación de época que lo sustenta y por los retos que representaron su estructura y sus voces narrativas– es Aprendices de brujo, mi primera novela, que publicaron Alfaguara, en Colombia, y HarperCollins –en español y en inglés– en Estados Unidos.
¿Cómo definiría su estilo literario?
Escribir es bastante trabajoso, no me pida que, además, trate de definir el resultado de ese esfuerzo. Esa es una tarea para los lectores.
También trabaja como periodista y crítico literario. ¿En qué profesión se encuentra más a gusto?
A lo largo de mi vida he sido redactor publicitario, periodista, guionista de radio y televisión, escritor, crítico, editor, profesor… Trabajos todos relacionados con la palabra. Me siento a gusto desempeñando cualquier oficio donde las palabras sean la materia prima. Ahora bien, disfruto especialmente la creación de ficciones.
Como crítico, ¿cuál es su valoración actual de la literatura hispana en Estados Unidos y en Centroamérica?
Mi labor como crítico se ha enfocado en los últimos años en el estudio de los libros iberoamericanos para niños y jóvenes. Tengo un conocimiento muy parcial de la literatura hispana de Estados Unidos y de Centroamérica, por lo que no podría hacer una valoración sobre ella.
¿Qué le supone venir a España para presentar su nueva obra?
Viajar a España, mi país por naturalización, es siempre una gran alegría, porque representa una vuelta a mis raíces familiares; hacerlo para presentar un nuevo libro convierte la visita en algo más especial aún. Espero que Salchichas vienesas y otras ficciones logre despertar el interés de los numerosos lectores españoles de Chiquita.
¿Cómo ha sido su trabajo con Huso Editorial?
La publicación de Salchichas vienesas y otras ficciones con Huso es un proyecto muy especial para mí, porque tiene su origen en la amistad de largos años que me une a Mayda Bustamante, la directora de este sello, alguien a quien siempre he admirado y respetado mucho. Hacía tiempo que la publicación de un libro no me entusiasmaba tanto. El trabajo de diseño y de edición ha sido hecho con gran esmero, atendiendo a cada detalle, y, como si fuera poco, el prólogo fue escrito por Carlos Espinosa Domínguez, profesor de la Universidad de Mississippi, uno de los más respetados estudiosos de la literatura cubana. Cuando trabajas con una editorial “boutique” como Huso, sientes que tu obra es algo especial, querido y único para quienes la transforman en un libro. Eso, pienso yo, es algo muy estimulante para cualquier autor.
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