A finales del año 2004, recibió en Barcelona el Premio Ángel Crespo, uno de los más relevantes otorgados en España, por su traducción de la novela El distrito de Sinistra (Acantilado) del escritor húngaro transilvano Ádám Bodor. Ha recibido asimismo el II Premio de Traducción Imre Kertész (2007), el Premio Nacional de Traducción 2010 del Ministerio de Cultura por el conjunto de su obra y el Premio Nacional de Traducción de Austria por el conjunto de su obra y por sus traducciones de Karl Kraus. Vive en Barcelona y escribe también ensayos sobre las literaturas húngara y austriaca.
El vuelo de Europa... ¿Por qué ha titulado así su obra?
Hay en el libro algo así como un viaje, un viaje en el tiempo. Por otra parte, los escenarios de los cinco textos son europeos, los hechos transcurren en los Alpes, en París, en Viena, en Gante, aunque se trata desde luego de una Europa imaginaria. Es algo así como un retrato espiritual y moral de una Europa imaginaria. O, si se quiere, algo así como una radiografía. Tiene toda la extrañeza de una placa radiográfica.
Es su primer libro enteramente de ficción...
Sí, aunque las otras dos obras publicadas también contienen ficción. Son ensayos en las que la ficción desempeña un papel. Este libro, en cambio, es una obra de ficción en la que interviene continuamente la reflexión, es decir, el medio del ensayo.
La narrativa es muy real pero, repentinamente, dentro de este entorno, sucede algo insólito ¿Qué le ha llevado a utilizar este recurso literario?
La obra se basa mucho en el mecanismo de los sueños, los giros repentinos y sorprendentes que abundan en los sueños son los que inspiran la forma de narrar. Es la lógica de los sueños la que impera en varios pasajes de los relatos.
¿Qué tienen en común los cinco relatos que aparecen en el libro?
Son relatos independientes, cada uno con sus personajes, con su lenguaje. Ahora bien, existen ciertos nexos entre ellos, ciertos elementos recurrentes. Están conectados como los movimientos de una obra musical.
¿Nos hallamos ante una comedia o una tragedia?
Algunos personajes están tocados, marcados por la muerte, que es lo propio de la tragedia. Pero lo trágico se va eludiendo, se va sorteando, se va obviando, como corresponde a nuestra época. Además, los relatos contienen elementos cómicos y grotescos... Lo primero que tiene que hacer el lector es no tomarse el libro muy en serio. Una vez dado ese paso, ya puede empezar a tomárselo en serio.
¿Hacia dónde nos lleva el vuelo de Europa?
Buena pregunta. El libro trata de dar una respuesta, que no da pie a muchas esperanzas.
Comenta la editora que este libro actúa como un puente entre la literatura centroeuropea y la literatura en castellano. ¿Qué opina al respecto?
Me parece un comentario muy acertado. Es lo que he hecho a través de la traducción y lo que hago también a través de la escritura. Ya se decía respecto a Guerra y lenguaje que es un libro centroeuropeo escrito en español. Este quizá lo sea más todavía.
Cuénteme los contrastes entre traducir y escribir su propio relato.
Escribir y traducir forman parte del amplio mundo de la literatura. Pero el traductor no inventa. La esencia de la traducción es el oscilar entre las lenguas. El narrador inventa, fabula.
¿Cuáles son sus autores de referencia?
Algunos de los grandes autores a los que he traducido, Kraus, Kafka, Bernhard, Kertész, Krasznahorkai. Pero también otros. Clásicos, por ejemplo.
¿Qué reacción le gustaría que su libro provocase al lector?
Pensamiento. Que el libro dé que pensar. Ahora bien, una vez publicado, ya no pertenece al autor, sino al lector. Pertenece a la lectura, que es algo tan gozoso, misterioso e inquietante como la escritura. Lo que al autor le gustaría ya no pesa mucho. Como tampoco lo que diga sobre su libro...
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