"Una puta muy alta" es una turbadora reflexión sobre la soledad, el egoísmo, la capacidad de amar y los secretos resortes que alimentan nuestra conciencia. Todo ello lo presenta el autor castellonense aderezado con subversivas referencias literarias, toques de insólito sentido del humor y con un baño de la melancolía del amor sin presente. En la entrevista nos desvela sus motivaciones para escribir su primera novela.
¿Cómo se le ocurrió la trama de su novela “Una puta muy alta”?
Quería escribir sobre personas que no sabían amar –el subtítulo es Una novela de amor– y también sobre el auto exilio social. ¿Es posible que alguien desaparezca de forma voluntaria y que nadie lo eche de menos? ¿Cuánto tiempo hace que no sabes nada de ese amigo que fue tan íntimo? Las familias que viven alejadas las unas de las otras, ¿se comunican entre sí?
¿Por qué decidió el paso del periodismo gastronómico a la novela literaria?
Porque escribo. La gastronomía es solo un tema: apasionante, absorbente... Pero ocupa una parte pequeña de mi quehacer diario. He dirigido una revista, ahora preparo una nueva. Escribo reportajes, entrevistas, opinión. Siempre he procurado contar otras cosas para no verme hundido en lo gastro como si fueran arenas movedizas. Alejarme un poco para ver mejor ese mundo...
El libro está dividido en tres partes, la primera escrito por un narrador omnisciente que describe el cuadro donde se va a desarrollar la novela. ¿Por qué ha utilizado a este narrador?
Un narrador que lo sabe todo, que lo controla todo: necesario para presentar a los personajes, para contar la casa de Álex, para contar el por qué del aislamiento y cuáles son las necesidades. O su tedio. Y ese tedio lo lleva a telefonear a una puta muy alta, muy alta...
En las dos partes siguientes utiliza la primera persona, siendo los narradores Álex y la supuesta Sandra. ¿Ha querido dar un contraste a su narración?
Sí, hay un cambio narrativo en el capítulo central, en el que pasamos a la primera persona para introducir la oralidad. Ellos dialogan y se cuentan cosas. Sandra aparece como narradora, una cuentista que le explica a Álex historias y encuentros, que sirven como sátira social y también como entretenimiento para el hombre solitario.
¿Qué parte es la que le ha costado más escribir?
Las escenas sexuales siempre son complicadas porque hay que huir de lo ridículo. No siempre se consigue. También ha sido difícil controlar lo hiperbólico, la exageración, en un entorno realista.
¿Cree posible que una persona se puede aislar en su casa? O ¿todos estamos un poco aislados?
Todos estamos aislados. Y los smartphones contribuyen más al yo y al mí. Una mesa de bar, unas cañas, varios amigos y cada uno con concentrado en su yo-móvil... Siempre parece más interesante lo que sucede fuera del círculo.
Considera que su libro es una crítica sobre ciertos estamentos de nuestra sociedad.
Cierto: hay una gran crítica social. Hay una sátira contra los realities televisivos, contra los libros de autoayuda, contra la hipocresía de los buenos varones ricos y de derechas.
¿Está la sociedad realmente narcotizada?
Estamos dormidos y de vez en cuando despertamos –pienso en el 15-M– y volvemos a la siesta. El pueblo vota a los mismos que nos han llevado a esta ruina económica y moral. Pero mientras aparezcan entretenimientos como Pokémon Go, todos satisfechos. ¡A capturar Pikachus!
¿Cómo dice uno de sus personajes hablar es más difícil que follar?
Lo dice Sandra porque aunque sea puta, escucha más que folla. Algunas personas están tan solos que quiere hablar, hablar con quien sea, Otros se conforman con acumular miles de amigos en Facebook para tener la sensación de seguridad y refugio.
Al comienzo del libro parece que el personaje principal va a ser Álex, poco a poco nos vamos dando cuenta que Sandra se hace con el control de la novela. ¿Por qué se fue decantando por ella?
Sandra es la verdadera protagonista. Es una mujer potente, que dirige su vida, que no se deja humillar, que no se deja gobernar. Vive según sus decisiones y no tolera que ningún hombre la mangonee. Su gran altura, su extraordinario físico, la ayuda para garantizar su independencia.
¿Es tan buena narradora como usted?
Ja, ja, ja. No sé si soy buen narrador. Lo intento.
La novela tiene bastante humor e ironía. ¿Se puede aguantar este mundo sin ironía?
Necesito escribir con humor para avanzar por lo complejo. El humor es distancia, pero también humildad. No se trata de no tomarte en serio las cosas: se trata de no tomarte en serio a ciertas personas y sus comportamientos. Pero el humor no es el fin, solo es el medio. Nunca hay que escribir pensando en hacer gracia: eso sería frívolo.
Ahora que ha probado la literatura, ¿volverá a escribir más libros de este estilo?
Por supuesto. Espero, si hay alguien dispuesto a publicar, no parar. Llego tarde a la novela –este año cumplo 50 años–, así que no tengo tiempo que perder.
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