“De Tánger me fascino su cosmopolitismo. Allí hay un cruce de culturas y una convivencia como no lo hay en otro lugar del mundo”, nos dice Iñaki Martínez en la entrevista que mantuvimos en la cafetería de un hotel de la Gran Vía madrileña. El escritor vasco para documentarse para escribir la novela, viajó hasta quince veces a la ciudad marroquí y leyó todos los libros que cayeron en sus manos, además de manterner numerosas entrevistas con diversas personas que vivieron allí en el tiempo en que se desarrolla la novela, tal es el caso de Eduardo Haro Tecglén que le contó innumerable anécdotas de la época.
Desde finales de los años 90, Iñaki Martínez fue escribiendo pequeños fragmentos de la trama con el fin de escribir más adelante una novela y todo debido a una circunstancia muy personal. “Mi padre estuvo en el batallón Vasco o Guernica, que de las dos formas se denominaba, durante la Segunda Guerra Mundial luchando en el sur oeste de Francia. Decidió enrrolarse porque se lo propuso un amigo más mayor que él. Fue el más joven del batallón”, recuerda.
Terminada la guerra, su padre decide emigrar a México en busca de nuevas oportunidades, fue en un buque que hizo tenía una escala técnica en Panamá pero la casualidad hizo que se demorase bastante. “Allí encontró a un grupo de republicanos españoles que le ayudó a encontrar trabajo y conoció a mi madre, esto hizo que decidiese establecerse en Guatemala, donde nací yo, pero a los cuatro años nos volvimos a Bilbao”, rememora el escritor vasco-guatemalteco.
“Mi padre no solía contar sus recuerdos de la guerra, pero en los últimos años empieza a recordar sus peripecias en el batallón Guernika a las órdenes del comandante Kepa Ordoki”, cuenta el autor. Quiso localizarlo para hablar con él y lo encontró en Hendaya. “Le presenté una foto de mi padre y enseguida lo reconoció, dijo que había sido muy trasto y el más joven”, señala. Con esa información y otra que fue cogiendo de forma desordenada empezó en 2013 a escribir la novela cuando estaba trabajando en Colombia ocupando el puesto de delegado de la sede de Bogotá del gobierno vasco. Una vez terminada la novela, la metió en un sobre y la envió al premio Nadal. Después le avisaron que llegó a ser finalista. "Y eso que no esperaba nada de los premios".
Los personajes de la novela son, principalmente, tres. La periodista y aventurera americana Joan Allison, el sacerdote vasco Martín Ugarte y Stanley Mortiner, un extraño personaje que trabajaba como espía para los americanos.”Todos tendrán una doble vida. Parecen una cosa y luego son otra o las dos a la vez. Por eso, el título de la novela La ciudad de la mentira. Tánger es una ciudad donde todos mienten”, afirma convencido.
Tánger en el comienzo de los años cuarenta era un nido de espías. No ocurría lo mismo con Casablanca, aunque pueda parecer lo contrario. “Allí había un épica de la resistencia contra los nazis, por allí pasaban muchos espías que tenían como objetivo controlar el paso de los buques por el estrecho de Gibraltar”, apunta Iñaki Martínez y añade “aun así nunca he pretendido que fuese un novela de extranjeros en Tánger”. La gran protagonista de la novela es la propia ciudad.
Sus libros, siempre los protagonizan vascos. “Los vascos somos muy buenos para la aventura. Yo me encuentro con vascos en todos los sitios donde viajo”, dice con cierto tono de humor vasco, claro está. Además, con los protagonistas ha quedado encantado, tanto que “cuando termina la novela, los protagonistas son tan jóvenes que creo que dan para retomarlos otra vez, y ya tengo casi preparada una novela con estos personajes pero en La Habana de 1953”, no anticipa el escritor vasco.
“Los tres personajes de la novela tiene algo de mí. Las dudas que yo tengo sobre si debe decidir el corazón a la cabeza, también las tienen mis personajes”, expresa en la charla que mantuvimos. Para finalizar nos dice que su novela “tiene el gusto por el esplendor de una época, tiene un tono épico y, por supuesto un final feliz".
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