Como muy bien dice el escritor Rodolfo Serrano en el prólogo de este magnífico texto de poemas y reflexiones:
Daniel trae en este libro la sensibilidad del hombre bueno, la ternura de la que -aunque él diga lo contrario- no hay forma de huir.Esa ternura que corre por las venas de su poesía limpia y brillante. Leer estos poemas es abrirse a la vida, al mundo tímido y hermoso que llena el alma, al corazón querido de las coas pequeñas. Leer estos poemas es "caminar por calles/con salida al mar". Estos versos, este hombre caminan siempre de cara al mar, a la luz y a la ternura.
En el emotivo de presentación del libro, acompañado de más de cien personas un Daniel emocionado dirigió unas palabras cargadas de sentido y agradecimiento a las personas que le han acompañado y le acompañan en una vida plena de creatividad, apuestas, sueños, éxitos y fracasos. La mejor manera de presentar el libro es dar la palabra al autor y conocer de primera mano sus sensaciones, sus versos y su intencionalidad.
"Nací en el Código QR que figura en la solapa de cubierta del libro impreso que os presento, en una casa que mis padres, unos agricultores pobres del interior de Galicia compraron en tal estado que una nevada temprana obligó a sacar la nieve con un cesto de la única habitación de la casa, la mía. Yo tenía 5 días y, como podéis ver, el recibimiento fue frío.
Esa casa era el intento desesperado, con cuatro hijos a la espalda (hubo una más que no llegó a término y acabamos siendo seis) por conseguir una vivienda sin la tutela de los amos (os lo cuento en la Página 118 y 119).
Unos años antes un libro desató un seísmo en esa pequeña aldea gala. A los Balado, que se dedicaban a cortar y aserrar maderas y que hacian incursiones en otros territorios, un heredero de Jorge Borrow (sí, Jorgito el Ingles, de ese poco conocido libro de Manuel Azaña, La Biblia en España) les vendió, por tres pesetas de los años 30, un ejemplar de la Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, la primera traducción desde los originales y no del latín de la Vulgata.
Con ese libro trajeron la peste, parodiando la expresión atribuida a Freud. Al cura Emilio se le excindió la parroquia y no les señaló para el paseillo como hizo con la corporación que gobernó el ayuntamiento apenas tres años y con casi un cuarto de la población pero les mantuvo a raya mientras vivió y dejó herederos que continuaron su labor en todas las instituciones mostrando escaso aprecio por esta comunidad de la que mi padre formaba parte y yo era uno de los 6 hijos del obispo (anciano) de la iglesia evangélica (protestante) en la parroquia de Andabao. El alcalde republicano de Boimorto, salido de unas elecciones más limpias que el alba del cura Emilio y que pudo huir del fusilamiento escondido en el fayado de la casa de los Balado, leyó aquel libro envenenado y también se sumó a la celebración en esa iglesia condenada a sobrevivir fuera del surco de la legalidad ocupada totalmente por la iglesia oficial.
Quiero explicar con esta introducción que mi rebeldia, mi manera de ver el mundo desde fuera del surco, tuvo causa temprana en un libro.
Hoy traigo ante vuestro juicio inapelable otro libro, éste salido de mis manos.
Yo no estoy entrenado en estas lides, me valgo de que estoy acompañado por dos maestros que con una generosidad que agradezco han aceptado acompañarme para presentaros DE LA TERNURA TAMBIÉN SE SALE.
Aclaro que yo escribo, pero no soy un escritor de oficio, (página 11) escribo normalmente cosas que no puedo firmar, por eso quizá muchos asistís con expectación ante lo que podéis encontrar en este libro.
Haré una aclaración y una propuesta
La aclaración comienza con el título que presenta dudas desde el principio: ¿se puede salir de la ternura?
La ternura es ese bello lugar donde hay gentes del todo generosas, sin motivo aparente. Digo aparente porque sí hay motivo, acaso sea la determinación de amar sin condicionarla al resultado: personas que aman sin remedio y sin pedir a cambio nada, que valoran cualquier respuesta de cariño como si les llegase una herencia de ultramar.
Y en estos tiempos, que llueven piedras sobre millones de personas, cobran grandeza las figuras que hacen habitable la miseria, con una mano sujetan el techo de la casa y con la otra cuidan con ternura su manada y, con las mismas ambas manos, acarician con amor a sus queridos y apagan la pasión de sus amados, todo sin ninguna seguridad de poder celebrar el éxito de su actitud en el límite del bien.
En tus manos, la ternura
Generación Pilar/Juanita
No siempre el resultado
hace justicia al esfuerzo,
no siempre nuestra película
tiene un final feliz.
No siempre
tras la cuidada siembra
la cosecha es abundante.
No siempre en el amor,
generoso a espuertas,
te regalan rosas...
Pero en el camino al fruto,
a veces,
hay flores,
días de sol,
y olores plenamente inconfundibles.
Como el árbol está en la semilla,
el futuro se hace con tus manos,
igual que las caricias:
¡el fin está en el medio!
Tengo que agradecer a la vida que más allá de lo que yo en mi interés busqué situó en mi entorno mujeres que suplieron las carencias de mi infancia, las insuficiencias educativas y mi pasión por aprender, por tallar mi interior como persona (hubo hombres también, como no, algunos muy cercanos, muy amigos, con los que tengo deudas de lealtad y de cariño que no acabaré de pagar nunca
Gracias
“El amor no crece donde no hay confianza”
Eros a Psique
Aprendí anatomía en la mejor escuela de la vida
y la ternura de las manos
de las más bellas compañeras,
volcadas en pulir a un catecúmeno bisoño
en alguien a quien llevar de la mano
y mostrarlo, complacidas.
Hicieron el milagro,
más debido a su constancia sabia
que al talento del discípulo grumete
y con paciencia de monje tibetano
me explicaron la forma y la función
de cada curva y el órgano que acoge,
el arte que conecta el sueño y el deseo,
y la manera hermosa de vivirlo y de contarlo,
la atracción gozosa de dos cuerpos en la lucha
por fundirse en uno solo,
la suave caricia del viento sobre la hoja que sujeta,
vuelca, zarandea y arrebata,
la eleva hasta la nube
y vuelve a abrazarla suavemente
hasta acariciar la tierra mansamente,
extenuada, pero feliz, del vuelo apasionado.
Todas estáis en mi recuerdo,
maestras de lo que nos hace nobles,
gracias por abrirme vuestra puerta
al saber inagotable
del manuscrito de Afrodita y Eros
tatuado sobre la piel amada,
leído con el tacto de mis dedos
que brincan de placer mientras se sacian
con el ansia y la sed del caminante.
Gracias por abrirme la ventana
a la mirada poblada de infinito
de esos ojos llenos de amor,
de misterio enamorados y dichosos,
a la miel de los labios generosos,
al sabor de esa boca que encadena
a esa lengua fresca cargada de optimismo,
a los pezones vivos que brincan a mis besos
como dos gacelas gozando
sobre las peñas del Naranco.
Gracias por dármelo todo sin pagarlo,
por tallarme persona
con las manos más tiernas que nunca me abrazaron,
por enseñarme respeto,
y mostrarme secretos que hoy me asombran,
que no puedo confesaros,
que ennoblecen mi figura al mirarme de soslayo,
en tu espejo
y descubro el orgullo en tu mirada,
¡se me nublan los ojos, amor,...
aunque quiera evitarlo!
Pero de la ternura también se sale porque a veces el mundo que soñamos para nuestra felicidad, que pensamos indestructible, que interiorizamos como un derecho inexpugnable, salta por los aires reventado si que podamos evitarlo y nos vemos desahuciados del espacio de confort donde todo estaba a nuestro alcance. Sin previo aviso, sin señales de alerta para evitar el desastre. Y no escupas al cielo porque esto ocurre a tu pesar, sin tu control, sin más motivo
Deshacer el amor...
Aprendí a hacer el amor
en la cocina,
me enseñó primero
cómo se hace una tortilla
con todo
y le quedó brillante.
Cuando terminó me dijo
“el amor también se hace así,
es fácil...”,
pero añadió
“... lo difícil es deshacer el amor”,
y para mostrármelo
deconstruyó la tortilla cocinada
hasta dejar sólo la esencia,
un pellizco de espuma
con sabor a huevo de corral:
en la playa,
una ola regresaba al mar
de donde, un instante antes,
había salido impetuosa.
Y cuando esto sucede nuestra vida se convierte "en la ceremonia de la desolación". Nos deja a la intemperie, nadando en la tristeza, en la indigencia... desnortados, o expuestos a comportamientos que no nos hacen dignos
No vendrás
Varado en la arena de tu orilla
como un inquilino desahuciado
que espera el cobijo de tu puerto
sin más noticia que tu ausencia,
ese silencio de mármol
que me quema la piel
y la esperanza,
sé que no vendrás,
que le puede tu orgullo
a tu deseo
de verme y que te abrace,
que pagarías un precio
por mirarme,
por leer los poemas
que me dictas,
por tenerme perdido
en tu mirada,
por sentirme entregado
a tu deseo,
pero no vendrás
porque te puede el miedo
a decirme que lo sientes,
que no quieres salvarte
de quererme,
que no quieres mi ausencia
sin mis besos,
que prefieres mi risa
a la fiesta continua,
que mereces vivirme
como quieres,
que eliges mi lucha
frente a nada,
que no quieres quedarte
al borde del camino,
no vendrás...
ya sabes por qué,
no eres valiente,
y prefieres la vida
en el confort prefabricado,
ya sabes por qué
seguiré en esta playa
con el único consuelo
del recuerdo,
con el olor salado de tu mar,
con el sabor dulce de tu boca,
de tus besos de frutas y deseo,
con el sueño inevitable de tus ojos,
la memoria del tacto de tu piel
y de tu cuerpo
entregado a mis remos,
hoy caídos.
Y nos descubrimos enajenados, hablando solos con la luna, con nuestros sueños alborotados y febriles
Desnudo con lápiz y papel...
Que sueñes mucho,
asientes tu confianza
allí donde la manada crece
y teje el chamán sus leyendas
que escriben los sabios para los niños,
que trae a la aldea el viento del este
en el solsticio de invierno.
Ven, amor, trae tus sueños
y aprendamos a tejer
con nuestros dedos
el desnudo de tu piel sobre mi piel desnuda
ese abrigo con grandes bolsillos
para esconder tus versos y los míos.
¿Cómo sobrevivir
al duro invierno,
a tanto frío, si no es envueltos
en la lealtad
que nos regalamos?
Cuanto más tardas en volver, amor,
más intensos son mis sueños
y más veraces
mis lápices sobre el papel
en que te escribo
y te interpreto.
Porque no tengo nada, amor,
estoy desnudo,
un lápiz
y un papel
sobre el que escribo versos
y dibujo sueños.
Porque no tengo nada, amor,
más que la determinación,
la certeza de amarte
en donde asientes tu confianza,
en el lugar que habites,
donde la manada crece,
y los sabios tejen con sus dedos
abrigos para ahuyentar
el frío juntos.
PLAY
Play again
PLAY AGAIN
y concluyo con una reflexión sobre el papel del poeta y con una propuesta sobre su estatuto.
Sugiero, y espero contar con muchos apoyos entre vosotros, crear el Cuerpo de Poetas de la Administración General del Estado. Sin sueldo, para no alterar el gasto y como es habitual no suelen recibir compensaciones por su dedicación, no les ha de sorprender algo a lo que ya están acostumbrados, pero deben tener atribuidas competencias para escribir en el Boletín Oficial del Estado (BOE)
Serían algo así como los responsables de auscultar los sueños de las gentes, anotar las experiencias, poner en orden las necesidades y decirle al gobierno que se atiendan, vigilar a los depredadores y señalar sus desmanes para que los jueces les pongan a recaudo de inmediato, así como fijar cambios en el rumbo cuando el buen criterio y el bien común lo llenen de sentido.
Estar poeta*
(*) Cuando le leo mis versos a mi amigo Sorin, me dice: ¡Estás poeta!
Obligado por una pasión desconocida,
trae el futuro que se esconde tras las cumbres,
habla de cosas que se ocultan a los ojos
sólo al alcance de amantes y profetas.
Estar poeta es vivir el sufrimiento
de estar despierto en el mundo de los sueños
de los que apenas puedes ver, si estás atento:
de aquel mendigo que arrastra sus harapos,
de aquella madre que alimenta a cuatro bocas
pintando el pan y dibujando lo que hay dentro,
de aquel anciano que busca en la basura
esa pensión que le robó el gobierno,
de este padre que ansía cada día
tener entre sus manos algo más que caricias
para ahuyentar el hambre de su casa,
del amante que yace solitario
imaginando en sueños a la amada,
de este niño que ve pasar los días
sin poder quitarse la miseria de los ojos.
Estar poeta es soñar con avenidas
donde caminas segura de ti misma
porque al vecino le van mejor las cosas
y hay sonrisas en los ojos de las gentes,
porque los justos no temen por su vida,
porque hay futuro, porque hay motivo...
Estar poeta es estar expuesto a la intemperie
mientras otros disfrutan el abrigo
y desde allí le gritan improperios,
le llaman loco, payaso, soñador,
y otros adjetivos...
¡Estar poeta es lo mismo que profeta,
un simple matiz en la especialidad de la carrera!
Presentación en la librería Cervantes y Compañia de Madrid del libro "De la ternura también se sale" de Daniel Sánchez Martínez con ilustraciones de Ana Sánchez Garea.
Puedes comprar el poemario en: