Así se expresa Eduardo Jordá en el posfacio que acompaña su traducción de la novela. Y así se expresaba Agustí Villaronga cuando la adaptó al cine:
“El mar de Blai es sórdido y luminoso, bello, inquietante, poético. Está lleno de amor por sus personajes. La muerte y la religión le dan forma. La religión tratada como una actitud ante la vida en respuesta al enigma de la propia existencia. La muerte no abstracta sino como una plaga que mata desde el mismo cuerpo que da vida, y que además elige personas muy jóvenes, personas que se abren a la vida.”
Pero, ¿quién era Blai Bonet?
Un poeta que escribía en catalán, encerrado tras una mesa camilla, en el pueblo mallorquín de Santanyí. Un desertor que trastornó el orden literario y moral. Un hombre que a los veinte años publicó un prodigio, y que hoy inspira a toda una generación de poetas y nuevos lectores en varias lenguas.
Blai Bonet (1926-1997), poeta, homosexual, cronista del Vaticano en el diario Última hora y devoto de Pasolini, se crió en Santanyí, una de las zonas más pobres de Mallorca. Ingresó en el seminario a los diez años y a los diecisiete lo abandonó a causa de la tuberculosis, por la que estuvo ingresado en el sanatorio de Caubet. Después de una temporada breve y fulgurante en Barcelona, donde ejerció de “gigoló oficial de la alta costura de las letras” según sus propias palabras, volvió al pueblo de Santanyí, a encerrarse tras una mesa camilla al lado de su madre.
La publicación de Quatre poemes de Setmana Santa (1950), Entre el coral i l'espiga (1952) y Cant Espiritual (1953) mostró la existencia de una voz poética sensual y muy crítica, que rompía e iluminaba. Su novela El mar (1958) fue premiada, y escandalizó. Siguieron cuatro novelas más: Haceldama (1959), Judas i la primavera (1963), Míster Evasió (1969) y Si jo fos fuster i tu et diguessis Maria (1972).
A partir de los años setenta escribió intensamente poesía (Cant de l'arc, El poder i la verdor, Teatre del gran verd, El jove, Nova York, Sonets), así como un conjunto díscolo de cuatro dietarios. Su obra está siendo redescubierta en catalán por una nueva generación de artistas, a la vez que su novela El mar se ha traducido recientemente a diez idiomas. "A novel of existential struggle that delivers intensity of moral crisis on par with Flannery O’Connor’s Wise Blood and The Violent Bear it Away", comentaba Nathaniel Popkin a raiz de la edición americana.
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