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LITERATURA > LOS IMPRESCINDIBLES - Álvaro Bermejo
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Desde los micrófonos de ‘El Faro’ Mara Torres me preguntaba lo que tantas veces me han preguntado este año: “¿Sigue habiendo dragones?” Cerca estuve de responderle con otra pregunta: “¿Alguien lo duda?” Todavía tenía en la memoria la final de Roland Garros, esa en la que Rafael Nadal se reveló como un ser mitológico y, sin embargo, monstruosamente humano.
Se puede ser reina por accidente? Le sucedió a quien estos días celebra su jubileo de platino tras sumar setenta y dos años en el trono, una marca sólo superada por el Rey Sol, Luis XIV. Isabel II se ajustó la corona a consecuencia de la muerte prematura de su padre, Jorge VI, quien, a su vez, sólo estrenó la suya tras la abdicación de su hermano, Eduardo VIII. No menos accidentada fue la elevación a los altares de quienes merecerían orquestar, a cuenta de sus otros tantos discos de platino, la banda sonora de la inquilina de Balmoral. Setenta y dos años reinando Isabel. Sesenta los ‘Rolling Stones’ que iniciaron en Madrid su última gira europea, generando el mismo fervor intergeneracional que concita la reina madre.
¿O sea que el mismo día y a la misma hora? Después de tanto tiempo sin vernos -como diría un snob-, qué joint venture. Al fin coincidía con mi amiga Mado Martínez en una Feria del Libro. Lástima que no precisáramos el lugar. Yo di por hecho que sería en la que visitaba esa tarde, la de Madrid. El mismo día y a la misma hora -todavía estamos riéndonos-, ella estaría en la de Cartagena de Indias.
Si hay algo evidente en la gestión de la información acerca de la guerra de Ucrania, remite a su fractura en dos escalas. De una parte, la que emiten las cadenas televisivas públicas y privadas: un cruce de amnesia histórica e indigencia geopolítica sublimado con shocks emocionales. Por la otra, la que se plasma en buena parte de la prensa escrita, sumada a la que circula por las redes sociales abiertas a la complejidad.
Cuántas páginas suma el periódico que acabas de leer, o cualquiera de los libros que ilustran esta web? No las cuentes, ojalá sean más las de tu vida. Unas y otras, todas van llenas de información pormenorizada. Sin embargo, en la vida siempre hay algo más, algo que no se ve, ni se escribe, ni se imprime.
He sobrevolado los Andes a bordo de una avioneta destartalada, pero sintiéndome tan cerca del cielo que hubiera podido tocar la Cruz del Sur con mi mano. He navegado el viejo mar de Ulises tendido en la cubierta de un pesquero, sin saciarme contemplar el fulgor de Orión. He cruzado el Sahara de punta a punta y cada noche, en mi cuna de dunas, veía sobre mí ese firmamento oceánico. Millones y millones de estrellas, tantas que te vencía el vértigo de caer hacia lo alto.
| La consagración de la primavera |
Aunque esté al alcance de cualquiera, al pie de Ulía, pido disculpas por vivir en el paraíso. Tiene la forma de un jardín frente a mi ventana. Durante todo el año, el verde perenne de un macizo de bambúes, un magnolio y dos familias de palmeras. Desde hace tres semanas, la gran explosión silenciosa y secuencial. Primero el majestuoso tilo y los abedules de hojas como pequeños corazones. Luego los castaños, levantando sus cálices blancos y rosados. También el pruno solitario, una llamarada violeta en la fronda. Después los arces y el liquidámbar, que irán variando su tonalidad del turquesa al carmesí. El último, ese ginko que asoma ya sus brotes. Son como viejos amigos que vuelven. Como ver a la joven diosa que regresa tras una larga estación en el invierno.
Allá en Shangai, con un 90% de su población vacunada, un rebrote primaveral de la variante Ómicron vuelve a activar los más drásticos confinamientos. Ningún problema en Occidente. Como si a la pandemia se la venciera por decreto, celebramos la llegada de la bella estación declinando el uso de mascarillas. ¿Realmente estamos en el umbral del ‘Gran Reseteo’?
En la primera vuelta se elige, en la segunda se elimina. Así decía el viejo adagio acerca de las presidenciales francesas. Desde hace cinco años sucede a la inversa. Debacle tras debacle, la derecha gaullista y la izquierda miterrandiana han vuelto a resultar laminadas en esa primera vuelta. ¿Por quién? Por la revolución conservadora que no deja de expandirse ante la ceguera de las élites.
Está presente en los baños de sangre que salpican “El Padrino”, en la perversidad del Ripley, en todo el andamiaje de “Juego de Tronos”. Shakespeare elevó una historia medieval a la altura del mito. Verdi la convirtió en una ópera. Nadie como Heiner Müller a la hora de situar la parábola de “Macbeth” en el escenario de la Europa actual. Las brumas de Escocia trasladadas al infierno de Ucrania, un tirano enloquecido en su castillo del Kremlin y el bosque de Birnam avanzando hacia su némesis.
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