El Doctor Gabriel Colomé ha sido testigo de excepción de la mutación que ha sufrido el ecosistema político catalán en los últimos años. En efecto, fue vocal del PSC en el ayuntamiento de Barcelona y director del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalidad. Por tanto, conoce a la perfección el objeto de estudio del libro que escribe, aportando datos objetivos irrefutables. Además, también propone soluciones tangibles y combate con contundencia las formas, mantras y estrategias del independentismo, denunciando tanto su victimismo como su adulteración de la democracia. Con sus mismas palabras: “vamos a decir a los nacionalistas que no es su senyera, su cultura, su nación o sus calles, sino que la senyera es de todos, la cultura de todos, la nación de todos y las calles de todos” (p.108).
El autor envuelve su análisis de la situación política catalana dentro de un marco más general como es la crisis desatada a partir de 2008, la cual se manifestó en diferentes planos, aunque el económico fue el principal. Ahí sobresale la reflexión que hace sobre el rol actual de los partidos políticos y sus déficits perceptibles, cuestionando las supuestas virtudes “mágicas” de ciertas apuestas mediáticas (por ejemplo, la celebración de elecciones primarias para elegir al candidato). En este sentido, se decanta por las “recetas tradicionales”, por ejemplo que los partidos fomenten la transparencia y la participación interna.
Continuando con la crisis económica, se centra en la principal respuesta que se ha percibido a la misma: el populismo. Éste puede ser de extrema derecha, de extrema izquierda o partidario de la independencia, caso de Cataluña. A partir de este momento, “su” comunidad autónoma se convierte en la gran protagonista de la obra y, para favorecer la exposición, establece dos periodos cronológicos que no se deben considerar antagónicos. Por un lado, el que iría desde 1980 hasta 2012. Por otro lado, el que se inicia con los comicios autonómicos de noviembre de 2012 y se prolonga hasta la actualidad.
La etapa primera resulta fundamental para entender la segunda. Al respecto, Colomé denuncia los modos empleados por Convergencia i Unió (CIU) para perpetuarse en el poder durante los años del Pujolismo (otorgar carnets de catalanidad, oposición a que Cataluña tuviera su propia electoral. Esta última anomalía se traduce en que en la actualidad, un escaño resulta más barato en Gerona que en Barcelona, con lo cual se privilegia el entorno independentista). Asimismo, analiza el histórico difícil equilibrio en la relación entre el PSC y el PSOE y reprocha que una vez que llegaron al poder los socialistas catalanes (año 2003, gobierno tripartito liderado por Pascual Maragall) “el debate político y mediático se centró casi exclusivamente en la identidad catalana” (p.38).
Todo ello se alteró a partir de las elecciones autonómicas de 2012. El sistema de partidos, que hasta ese momento se caracterizaba por un “multipartidismo moderado”, dio paso a otro mucho más polarizado, consecuencia de que el soberanismo, vertebrado a través de conceptos como “derecho a decidir” (“eufemismo del derecho de autodeterminación”, p. 75, subraya Colomé), impregnó y condicionó la política catalana. En íntima relación con esta idea, el autor concede la responsabilidad y culpabilidad a dos organizaciones (Omnium Cultural y Asamblea Nacional de Cataluña) por arrogarse la representación de toda la sociedad catalana, marcando la agenda de CIU y ERC, pese a lo cual el 27-S “la falacia electoral del plebiscito por parte de Junts pel Sí fue un rotundo fracaso al no llegar a la deseada mayoría absoluta” (p.78).
Colomé asume que el PSC ha sido uno de los grandes perjudicados en este nuevo contexto, entre otras razones porque el enfrentamiento entre sus dos grandes almas (españolista vs catalanista) reapareció
Colomé asume que el PSC ha sido uno de los grandes perjudicados en este nuevo contexto, entre otras razones porque el enfrentamiento entre sus dos grandes almas (españolista vs catalanista) reapareció. Además, emergieron determinadas formaciones políticas, como los Comunes (liderados por Ada Colau), que han rentabilizado electoralmente su ambigüedad frente a la acometida independentista, permitiéndole esta estrategia ganar dos elecciones generales en Cataluña (p. 96).
Finalmente, en el terreno de las soluciones se decanta por La reforma de la Constitución en una línea federal. Sin embargo, más allá del calificativo “federal”, lo relevante es el modo de efectuarla y los fines: deben participar todos los españoles y en ningún caso tiene que estar destinada a satisfacer las demandas del independentismo.
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