Pocos géneros parecen resistirse a Elena Muñoz, autora de novelas Como el viento en la espalda, Vientos del pasado (el secreto tras el cuadro), Prohibido levantarse después de medianoche (novela juvenil de misterio), de libros de relatos como Nacidos bajo el signo de eros, de artículos publicados en su blog y pasados al papel en el libro Mi vida en tacones y, por supuesto, de poesía, con el poemario Momentos de arena y hielo publicado en 2015.
Ahora Elena Muñoz regresa a la escena literaria para ofrecernos sesenta y tres poemas que “no cotizan en bolsa”. Poemas en los que esta autora se expone con franqueza a lo que la poesía le dicta sin ambages. Esa poesía que, como confiesa al inicio del libro, escribe sin estar demasiado segura de que es ella quien la escribe, sino más bien la poesía quien escribe a la Elena Muñoz poeta.
Es en esta poesía que parece regir el devenir de lo que Muñoz expresa en sus versos, donde vamos a encontrar una voz poética que consolida la trayectoria iniciada en su primer poemario ya mencionado.
En Los poemas no cotizan en bolsa estamos ante una poesía escrita con sencillez pero cargada de transcendencia, una poesía elaborada con un lenguaje directo y concreto pero lleno de rotundidad expresiva. El discurso poético no se desvía de su objetivo. Desde el primer verso hasta el último de cada poema comunica lo que la poeta quiere trasladar al lector. Quizá sea esta la clave de la naturalidad y armonía con la que los versos de esta poeta consiguen llegar al público lector.
De algún modo, son versos cordiales que transportan el sentir de la autora sobre aquello en lo que fija su mirada poética. Versos con los que quiere conmover, pero en los que también invita a los lectores a hacerse preguntas sobre la realidad que nos circunda. En la poesía de Elena Muñoz hay introspección, sensibilidad y un marcado sentido crítico frente nuestra conducta como individuos y como sociedad. Anotar aquí también que en estos poemas Elena Muñoz parece haber hallado un estilo en el que se vislumbra cómoda a la hora de construir su poesía.
El nuevo libro de Elena Muñoz es un libro intimista que nos adentra en lo más hondo de la identidad y experiencia vital de la autora. Este poemario es un itinerario donde descubrimos tristeza, desesperanza, melancolía y desasosiego. En el segundo poema, “Tristeza”, ya nos habla la autora de esa tristeza que “nunca tiene suficiente”. Unos versos más tarde, en su poema “Tóxicos”, nos revela que conoce “la desesperanza, el desamor, / la tristeza y la envidia.” Elementos de los que necesita alejarse, huir de manera apremiante. La envidia va a ser asimismo el blanco de sus versos en su conseguido poema “Francotiradores”:
“Hay francotiradores que disparan
envidia mediocre vestida de grandeza
oculta en un abrazo o en una lisonja.”
A Elena Muñoz también le duele la vida, más allá de la imagen abierta o extrovertida que puede ofrecer la autora de sí misma hacía el exterior. “Me duele la vida con un dolor de hemorragia arterial” nos dice en el poema “La vida también me duele”. “Un dolor que explota a través de las palabras”...añade en este poema donde tropezamos con “lagrimas, pena y rabia”. Pero en los versos de este libro también advertimos luminosidad y esperanza. El tema del amor está muy presente, como amparo y como defensa ante los movimientos telúricos de la vida.
A lo largo de este viaje poético al centro mismo de Elena Muñoz, observamos una necesidad de trascender por medio de la palabra. La existencia como contienda cotidiana toma forma con la palabra y fluye como una corriente poética a través de estos versos. En ellos se nos habla de la figura del “Héroe”, de ese héroe que tiene “la batalla perdida”. Aunque siempre es posible esa “Resurrección” que ejerce día a día esta poeta: “Resucito en ti para volver a morir / cada día en tu silencio y tu ausencia”.
Por otro lado, la autora se resiste a cerrar la puerta a su capacidad para intentar transformar la realidad o dejar de rebelarse ante aquello que sucede a su derredor y no le gusta o no acepta. Para esta autora el devenir diario no es sino una “...lucha sin tregua de ser lo que queremos.”, como escribe en su poema “Lucha sin tregua”. Y sin olvidar ese compromiso que la autora mantiene y traslada a sus poemas, porque “Para cambiar el mundo / hay que mancharse las manos...” sin olvidar que
“Todo se transforma desde dentro.
No caben burladeros en donde refugiarse
y gritar.
Hay que echarse al ruedo.”
(Del poema “Todo se transforma desde dentro”)
Hay que destacar en este libro dos poemas dedicados a los padres de la autora. El titulado “A mi padre” está escrito a modo de elegía, con la pérdida del progenitor asumida de alguna manera a tenor de la inexorable “ley de vida”. El titulado “A la madre” está escrito con una finalidad diferente. Por ello, para quienes seguimos de cerca la obra de Elena Muñoz, la pérdida sobrevenida de su madre tras la reciente publicación de este libro hace probable que el tema de la madre vuelva a surgir en los poemas de esta autora. El tiempo lo dirá.
Los poemas no cotizan en bolsa es un libro que sorprende según nos vamos internando en sus páginas, donde un detalle intrascendente, como en el poema “Un zapato viejo”, es utilizado por la autora para reflexionar sobre el destino del que “Nadie puede escapar...”. En estos poemas también aparece un humor recubierto de cierta ironía, como sucede en el poema “No es suficiente” que comienza con los versos: “Fui al banco pidiendo crédito para un sueño. / "¿Cómo piensa avalar?"...”. Contiene este libro poemas escritos o pensados frente al mar, en la noche, meditando sobre la separación de los hijos o en los que se juega a la “Ruleta rusa”. En definitiva, estamos ante un poemario que contiene poesía de una gran calidad, escritos posiblemente porque a Elena Muñoz el mundo se le presenta “como un libro de páginas en blanco”. Sirva como ejemplo para finalizar esta reseña unos versos del excelente y rítmico poema “Tiempo” que cierra el libro:
“No hay más tiempo
que el tiempo que nos damos,
ni más tiempo
que el tiempo que persigo
para alcanzar ese tiempo,
que se escapa como arena
entre mis manos,…”
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