Sí, la violencia contra las mujeres impregna las páginas de la novela, siendo el tema principal de la misma, pero no como episodios sangrientos individuales, sino como una terrible cotidianeidad, como una corriente subterránea de una sociedad enferma, casi como una espeluznante tradición histórica, que viene de siglos y se perpetúa en cada generación. La mujer como un pedazo de carne, para uso y disfrute de hombres sin escrúpulos. Actos que quedan impunes hasta que una imprevista casualidad los revive y por fin los castiga.
La trata de blancas es un tema que nunca habíamos leído novelado con esta crudeza y con esta capacidad de descripción. Solo la saga de Stieg Larsson le puede venir a la cabeza al lector en lo que respecta a la crudeza de los abusos y violencia que se retratan aquí, si bien el estilo es mucho menos crudo, y explora más la esencia de la maldad que su personificación.
La joven Cornelia Villalba, de 15 años, desaparece en la pequeña localidad de El Paraje, en la Patagonia argentina, cuando realizaba un viaje de estudios con otras cuatro compañeras —Leonora, Manuela, Mariana y Micaela— y una profesora, Ludmila Roviralta. El motivo del viaje es conocer el volcán Tunik y la recuperación de la zona después de una devastadora erupción décadas atrás, lo que las familias de las chicas, de un colegio acomodado, ven con buenos ojos de cara a su formación. Manuela, a quien todas llaman Pipa, se reencuentra con ellas diez años después de la desaparición de su amiga en el funeral por su recuerdo. Allí conocerá a Antonia Delgado, una misteriosa mujer que lleva una caja de zapatos llena de esquelas y recortes y que trata de socorrerla cuando la ve mareada. Días después, Clara, la madre de Cornelia, la visitará para hablarle precisamente de esta mujer, que ha conocido en el funeral, cuando se le ha acercado, y gracias a que colecciona estos recuerdos morbosos y esquelas, entre ellos los de su hija, ha descubierto que alguien, que no es de su familia, le publica una esquela a la joven cada año. Esto no basta para reabrir una investigación que se dio por zanjada entonces sin más pistas pero sí lo hará la foto de Cornelia que Pipa ve en el funeral. En ella, aunque la joven luce la misma ropa que el día que desapareció, no lleva el collar del que nunca se separaba, y que no se quitaba ni siquiera para ducharse. Aturdida, Pipa hace memoria y cae en la cuenta de que, nada más desaparecer la joven, el collar apareció en los alrededores de la pensión que ocupaban, y se tomó como pista de que la chica se había perdido en los bosques después de salir a pasear. Pero Pipa recuerda que Cornelia sí llevaba el collar aquella noche maldita, cuando la vio por última vez, después de que ella le pidiera que esperara un poco más, que quería hablar con ella en aquel bar remoto al que habían acudido a tomar una copa en compañía de Ariel, el joven hijo mayor de la dueña de la pensión que ocupaban. Entonces, si Cornelia llevaba el collar en el bar, y este apareció en los alrededores de la pensión a la mañana siguiente, ¿cuándo y quién le hizo aquella foto sin él con la misma ropa que llevaba cuando desapareció?
Al abandonar el funeral, Pipa descubre entre los asistentes a una mujer muy elegante que no ha visto nunca, y que en una precipitada carrera bajo la lluvia pierde un pañuelo con una sirena dibujada, el mismo diseño que lleva el coche que la recoge. Casi sin darse cuenta, y poniendo en riesgo su vida, Manuela, Pipa, dará con las claves de la desaparición de Cornelia, que se hunden en una trama vastísima de trata de mujeres entre Argentina y España, y que lidera un peligroso mafioso muy buscado, Khalfani Sadat, llamado «El Egipcio», que junto con su mujer, una misteriosa rubia apodada «La Sirena», domina sin cuartel el negocio junto con la complicidad de las autoridades locales de medio continente. Cuando Manuela por fin constata que el destino de Cornelia fue la trata de mujeres y que fue Ariel, el hijo mayor de la dueña de la pensión quien las entregó a la mafia, ella misma es secuestrada y se hará cargo de la investigación su examante, Juánez.
Florencia Etcheves (Buenos Aires, 1971) es una periodista, escritora y presentadora de noticias especializada en casos policiales. Es una de las caras más conocidas del canal Todo Noticias, perteneciente al grupo Clarín, en el que comenzó en 1995 y en el cual ha permanecido hasta febrero de 2018.
Durante dos años consecutivos (2010 y 2011) recibió el Premio Martín Fierro a la mejor labor periodística femenina. Es coautora de dos ensayos periodísticos: No somos ángeles (2007) y Mía o de la tumba fría (2009), que presentan cuatro casos emblemáticos sobre violencia de género.
También es autora de novelas policiacas como La virgen en tus ojos (Planeta Argentina, 2012) y La hija del campeón (Planeta Argentina, 2014). Cornelia es su tercera novela.
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