“Esta novela es una búsqueda de un país, realizada al viejo estilo de los viajeros europeos del siglo XIX que eran muy observadores”, cuenta la escritora americana nada más comenzar la entrevista en la cafetería de un conocido hotel de la Plaza de Colón. Bulgaria tiene muchos elementos para que el viajero que lo visite se sienta subyugado. “Estuvo muchos años tras el Telón de Acero y eso le da un aura de misterio para el viajero occidental. Además, tiene diversas influencias de culturas dispares como la griega, la otomana, la bizantina y la austriaca”, apunta Elizabeth Kostova. Sin olvidarnos de su posicionamiento en las filas nazis durante la Segunda Guerra Mundial.
Para Elizabeth Kostova, “la historia es una de las materias más importantes que se pueden estudiar. No sólo hago un trabajo periodístico y documental de lo que quiero tratar en mis novelas, estudio en profundidad la idiosincrasia de un país porque quiero conocer la vida interior de los personajes. Todos somos parte de la historia y no podemos entender la vida sin entender la historia. Somos el producto de la historia”, razona la escritora.
Pero el gran problema para entender la historia es que “se enseña de una manera muy aburrida. Sólo explican la historia política y no la historia de las personas, cómo vivían, cuáles eran sus inquietudes, etc. Eso hace que nos obsesionemos tanto con el futuro que no llegamos a entender el pasado. Además, los políticos utilizan la historia en su propio beneficio como estamos viendo hoy en día”, analiza con precisión la autora de “La historiadora”.
En “Tierra de sombras”, utiliza la escritora estadounidense dos narradores. Por una parte un narrador omnisciente, “en un principio quería escribir todo el libro en tercera persona, pero me di cuenta que también quería que se oyese la voz de la protagonista, Alexandra, y para ello necesitaba escribir partes en primera persona, por otra parte, tanto de ella como del otro protagonista, Stoyan Lazarov, una persona a la que destrozan su vida a comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Su vida de artista, de músico, sufre un revés al comienzo de la conflagración y continua con la dominación comunista del país”, desmenuza la autora de la novela.
Para poder contar la historia, tuvo que hacer un trabajo detectivesco del pasado reciente de Bulgaria y no sólo para descubrir su pasado sino su mentalidad. “Bulgaria fue durante 45 años un país difícil de visitar. Ahora, los turistas han vuelto y descubren un país que ha estado casi incomunicado. Está sufriendo un punto de inflexión tremendo hacia la modernización y la apertura. Durante la dominación soviética, tampoco se podía salir del país y quien se iba no sabía si podría regresar”, cuenta Elizabeth Kustova de manera dulce pero rigurosa.
“Bulgaria ha tenido una historia dramática con momentos muy importantes. La caída de la monarquía, el advenimiento al nazismo y, posteriormente, al comunismo, con muchísimas personas encarceladas por tener ideas diferentes al régimen. El gulag ha estado funcionando en el país hasta bien entrados los años 60, aunque el último preso estuvo encarcelado hasta 1988”, puntualiza la escritora.
Los capítulos de la novela son cortos al estilo de thriller. “Cortázar también utilizaba una técnica similar sin escribir thrillers. Yo lo hago para generar suspense, para mostrar la desesperación nuclear de los personajes del libro. Como me gusta decir, mi libro es rico en diversas texturas”, especifica Elizabet con un tono informal.
La trama de "Tierra de sombras" se desarrolla en 2008. “He escogido este año porque es, precisamente, antes de la recesión global y no quería que esta variable influyera en lo que quería contar: la vida rota de una persona que viaja a un país desconocido para intentar recuperar su vida. Al llegar la recesión, el mundo cambió de manera radical y sustancial”, ratifica.
Alexandra Boyd, la protagonista de la novela, es una joven americana desubicada desde que ocurriese la desaparición de su hermano en un parque nacional de Carolina del Norte. Ese hecho que destroza la vida de su familia, no ha sabido superarlo. La joven americana viaja a Bulgaria para intentar recuperar su equilibrio moral y emocional. Su viaje se ve modificado por un hecho insólito y a partir de ahí su viaje se mueve por unos derroteros que no tenía previsto y que la hacen que vaya descubriendo un país insólito para sus ojos.
Para escribir la novela ha tardado ocho años en hacerlo. “Tengo que reconocer que soy una escritora lenta aunque en mi primera novela tardé diez años, he sido más rápida en esta ocasión”, señala entre risas la autora y añade “la verdad es que llevaba con la idea del libro desde hace 25 ó 30 años, hasta que al fin tuve un sueño premonitorio donde vi lo que sucedía”. Después de este explicación, nos promete que para el próximo libro tardará menos. “Intentaré hacerlo en siete años”, concluye entre carcajadas esta simpatiquísima escritora.
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