Doctora en Teoría de la Literatura, es crítica literaria además de narradora y poeta y como los protagonistas de su novela reside en una pequeña localidad de la sierra madrileña. Allí es donde ha escrito su primera novela y donde refleja una vida que no es tan idílica como pueda parecer. En la entrevistas nos da algunas claves de su novela y los porqués del interés de muchas persona por la vida campestre.
“Las ventajas de la vida en el campo” es su primera novela después de publicar varios poemarios. ¿Cómo ha sido el paso de la poesía a la narrativa?
En realidad siempre he transitado los dos géneros, lo que ocurre es que, por diversas circunstancias, empecé a publicar poesía mucho antes y estuve unos años dedicada a la producción poética con más intensidad, desde el año 2002 al 2009 aproximadamente.
A partir del año 2009 empecé a escribir narrativa de forma más sistemática. El resultado fue un libro de relatos, Los nuevos pobladores, que se editó en el año 2014.
¿Por qué ha dado ese salto?
Desde hace bastante tiempo estoy más interesada en la de novela porque me permite hablar de las cuestiones que me preocupan actualmente: a qué obedece nuestro comportamiento, cuántas formas de control se ejercen sobre nosotros, hasta qué punto contribuimos a nuestra propia infelicidad.
La narrativa me resulta más útil para abordar todos esos temas que tienen que ver con la acción humana.
El libro ha sido editado por la escritora Mercedes Cebrián, ¿cómo ha sido la experiencia con ella?
Ha sido, está siendo, una experiencia muy positiva en todos los sentidos, desde el momento en el que Mercedes decide apostar por el libro hasta el apoyo constante que estoy recibiendo por su parte en todo el proceso.
¿Qué le ha aportado a su libro?
Mercedes tiene un enorme instinto para el uso del lenguaje, para hacer que la prosa crezca hacia dentro y no se estanque, en este sentido, su ayuda en el proceso de edición del texto fue incalculable.
En la actualidad, está muy de moda las novelas sobre el medio rural. ¿Le han influido otras obras como la de Jesús Carrasco?
La cuestión es que mi novela sufrió un retraso en la publicación debido a factores laborales y familiares y a la escritura de mi tesis doctoral. Pasaron casi cuatro años desde que tuve el primer manuscrito hasta que la novela vio la luz.
Así que cuando leí los libros que se están considerando como neorruralismo, como el libro de Jesús Carrasco, o Por si se va la luz, por ejemplo, de Lara Moreno, ya tenía el proyecto casi terminado, por lo que no se puede hablar de influencia directa.
Sí que percibo, no obstante, elementos comunes entre mi novela y esos libros, nada raro si se tiene en cuenta que los autores pertenecemos a la misma generación y, de modos muy diferentes, damos cuenta de una cierta obsesión muy contemporánea por la huida de lo urbano y la vuelta al mundo rural y a la naturaleza.
Damos cuenta de una cierta obsesión muy contemporánea por la huida de lo urbano y la vuelta al mundo rural y a la naturaleza.
Por otra parte, está también de moda el pensamiento de la España vacía. ¿Su novela va en sentido contrario?
Yo no diría que va en sentido contrario, sino que su objeto es otro. En La España vacía el objeto es el territorio despoblado que ocupa buena parte del país. Se reflexiona sobre las causas de esa despoblación y la representación peyorativa de ese espacio.
En "Las ventajas de la vida en el campo" el territorio rural no es paisaje, la ambientación, aunque esta ambientación tenga mucho peso simbólico. El campo al que «huye» la pareja, está, por otra parte, relativamente cerca de la ciudad, no es un entorno que se esté despoblando sino más bien al contrario, se está repoblando.
A pesar de esa diferencia de planteamiento, hay cierta similitud entre el desconocimiento del medio rural que se denuncia en La España vacía y el desconocimiento del pueblo al que se mudan que, se revela, tiene mis protagonistas.
¿Qué ventajas aporta el regreso a la vida en el campo?
La idea de «las ventajas de la vida en el campo» es una de las convicciones que tienen los protagonistas. Como se verá, no es suya sino algo que está en el ambiente: una de las nociones acerca de lo que es una buena vida que «circulan por ahí». Sin desvelar la trama, puedo decir que tanto esa idea como otras se pondrán en entredicho a medida que avanza la acción.
Sin embargo, Paco Lobo dice: esto no es sitio para nadie sobre su pueblo. ¿Hay más ventajas o inconvenientes para vivir en el campo?
El personaje de Paco Lobo representa en la novela la «otredad», lo contrario de la pareja protagonista que es joven de clase media y llena de ilusiones y expectativas. Paco es anciano y más que expectativas lo que tiene es una visión muy clara del pasado y bastante cruda del presente: cuando Paco dice que «ese no es sitio para nadie» se refiere al país, más que al pueblo, aunque entiendo que pueda interpretarse de ese modo. La frase en concreto se la escribe en una carta a su hija que ha emigrado, y lo que él quiere es evitar que vuelva.
Sus protagonistas son profesionales urbanitas. ¿Qué les mueve a Alicia y Andrés al ir a una pequeña población?
La idea, muy extendida, como te decía antes, y no particularmente original, de que en ese entorno de campo van a tener una vida «ideal», con su casa unifamiliar, la niña correteando por el jardín y sus ventanales con vistas a la montaña. Creen que pueden huir del modo de vida que les impone la ciudad, pero también creen poder huir de sus propias familias y construirse una nueva identidad. Lo que quieren conseguir es otra de esas cosas que se repite constantemente: «empezar de cero», sin que nadie se pare mucho a pensar en lo tramposo de la expresión.
En ningún momento cita lugares concretos. ¿Por qué no ha querido especificarlos?
No es algo que haga de manera totalmente consciente. Creo que el motivo es que siempre veo a mis personajes y escenarios como símbolos de otra cosa y, en este sentido, las localizaciones son una especie de «supralocalizaciones»: un entorno urbano del siglo xxi, un entorno rural de un país del sur de Europa, cosas así.
"Mis personajes tienden a no darse cuenta de lo que les ocurre y lo disfrazan de otra cosa"
Su otro protagonista Paco Lobo es un solitario muy observador. Me ha recordado un poco a “La ventana indiscreta”. En su opinión, ¿hay alguna similitud?
Paco está interesado en la vida de los demás, aunque quizá no del mismo modo que el protagonista de La ventana indiscreta, que es «observador profesional» y busca acontecimientos. Paco observa de una forma más natural, como lo hacía la gente de su generación que, para lo bueno y para lo malo, estaba menos ensimismada.
El silencio está muy presente en gran parte de la novela. ¿Hay más silencios en el campo que en la ciudad?
El silencio es uno de los elementos simbólicos de la novela. Es algo que Alicia, la protagonista, anhela, de lo que ella no se da cuenta al principio es de que el silencio que ella busca es un «silencio interior», y para conseguirlo no es suficiente con trasladarse al campo.
La novela trata temas tan universales como los celos o las infidelidades. ¿Qué le atrae de estas cuestiones?
Son cuestiones eternas, los celos, la traición. En esta novela en concreto lo que me interesaba era ahondar en cómo muchas de nuestras acciones están motivadas por ese tipo de sentimientos, pero los personajes tienden a no darse cuenta de lo que les ocurre y lo disfrazan de otra cosa. Que es, por otra parte, lo que suele suceder.
La crítica social la ocupa con temas como las estafas o las burbujas inmobiliarias. ¿Cómo ciudadana de a pie le preocupan estos temas? ¿Algún día tendrán solución?
Claro, me preocupan muchísimo, la situación que se ha vivido en España y se sigue viviendo, es grave.
La novela contiene varias «capas» de crítica. En la parte más profunda hay una crítica al clasismo y a la hipocresía social, hay también una reflexión sobre lo mal que estamos resolviendo la relación entre pasado y presente en este país y por último, quizá en la capa superior del relato, estaría la crítica que mencionas.
Creo, y ese es quizá uno de los temas fundamentales del relato, que como sociedad no vamos a resolver los problemas de las estafas o la especulación a no ser que resolvamos otros problemas más profundos y más constitutivos de nuestra sociedad: el desprecio al pobre, la visión peyorativa que la ciudadanía tiene de sí misma o las cuentas pendientes con el pasado.
Como dice un protagonista: alguien tiene que salir perdiendo. ¿Quiénes son los perdedores de su novela?
En la novela hay una serie de personas de clase baja, la familia de la hermana del protagonista, la gente que vive en las urbanizaciones abandonadas, la amiga de Alicia, cuyas condiciones objetivas son muy precarias. En esa dicotomía diabólica de ganadores y perdedores ellos sería los perdedores. El problema, y ese es otro de los temas de la novela, es que muchos de los que se consideran «ganadores» acaban siendo también «perdedores». El sistema, y en la última década hemos tenido una dolorosísima constatación de ello, genera básicamente perdedores de acuerdo con sus propios estándares. Así que, bajo esta óptica, todos, salvo quizá el personaje de Larra, serían perdedores.
Si definimos a su novela como thriller íntimo, ¿sería correcto?
Sí, creo que es una buena definición. La novela tiene características del thriller clásico pero a medida que la trama avanza el suspense bascula hacia la vida interior de los protagonistas.
¿Tiene moraleja su novela?
Más que una enseñanza moral creo que la novela puede generar una sensación de inquietud en el lector—esto ya está ocurriendo según me cuentan— que le puede hacer cuestionarse ciertas cosas o ver la realidad desde otra óptica.
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