En el 70 aniversario de nuestra guerra, Gilbert Grellet asistió a varias conferencias sobre la Guerra Civil, escribió varios artículos sobre diferentes episodios de la misma como los que sucedieron en Guernica o en Badajoz y siempre se mostró muy criticó con la ley de Memoria Histórica del 2007. “Una ley muy descafeinada, sobre todo en el tema de la revocación de condenas de republicanos después de la guerra”, opina con conocimiento. Todo ello le llevó a analizar el papel de los países aliados. “Tuvieron un comportamiento deleznable”, califica.
La postura de esos países, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, hizo que escribiese el libro “Un verano imperdonable”. A su modo de ver, el culpable número uno fue Francia. “León Blum, fue un jefe de gobierno muy bueno, decisivo en cuestiones internas que consiguió, en pocas semanas, muchas mejores para los trabajadores: jornada laboral de 40 horas semanales, vacaciones pagadas, etc. pero en cuestiones internacionales era indeciso y se dejó llevar por Inglaterra, además, pensaba que podría entenderse con Hitler”, desgrana el periodista francés durante la charla que mantuvimos. “Yo no criticó a mi país por la postura que mantuvieron sino al gobierno de esa época”, subraya convencido el periodista francés.
“La política de apaciguamiento de los ingleses, dirigida por el Primer Ministro Neville Chamberlain y por Winston Churchill, que tenía muchos amigos británicos admiradores de Hitler, se demostró errónea al estar a favor de la no-intervención, ya que estos políticos conservadores eran más anticomunistas que antifascistas. Si a eso sumamos que Churchill era enemigo político de Blum, el cóctel estaba servido”, desgrana Gilbert Grellet en un castellano más que aceptable.
La política de no intervención no surgió por primera vez en España, ya en marzo de 1936 se produjo la remilitarización de Renania, prohibida por el Tratado de Versalles de 1919. “Los aliados decidieron mirar hacia otro lado. Si los franceses y los ingleses hubieran reaccionado, los alemanes hubiesen retirado las tropas y no se hubiese remilitarizado la zona, pero los ingleses decidieron no hacer nada, era más un problemas francés ya que es una región fronteriza. Un error de apreciación geoestratégica enorme”, asevera el autor de “Un verano imperdonable”.
“Los políticos del Frente Popular fueron unos ingenuos”
“Hasta el último momento, el gobierno del Frente Popular no supo reaccionar. Yagüe engatusó a Casares Quiroga hasta que el levantamiento fue para adelante. Fue un comportamiento increíble. No me puedo explicar cómo tardaron tanto en tomar medidas contra los golpistas”, expone Gilbert Grellet durante nuestra conversación.
Para el autor del libro “Un verano imperdonable” los verdaderos culpables de la guerra fueron los militares golpistas que se levantaron los días 17 y 18 de julio del 1936. Pero hubo otros culpables que no hicieron todo lo que pudieron haber hecho. “El gobierno de Azaña cometió muchos errores: no consiguió controlar el levantamiento porque se creyeron que sería un episodio parecido al de 1932 y no pidieron ayuda a Francia inmediatamente. Tampoco hicieron una propaganda efectiva en el extranjero. Un error fundamental fue no poner un embajador en la Sociedad de Naciones. Por lo tanto, no estuvieron a la altura tanto en el trabajo diplomático como en el político”, cuenta con pasión.
Un error fundamental del gobierno republicano fue no poner un embajador en la Sociedad de Naciones
Sabido es que en Francia había mucha gente que apoyó a la república. Sin embargo, el gobierno francés decidió el 25 de julio no entregar armas al gobierno de Giralt, lo que supuso dejar al gobierno de la república en una clara desventaja ya que los alemanes y los italianos suministraron armamento al ejército franquista. “Los aviones que proporcionaron los italianos y los alemanes fueron fundamentales para que Franco montase el primer puente aéreo del mundo de tropas desde África y Canarias a la península. Una ayuda que fue fundamental en el comienzo de la guerra”, recuerda el escritor francés.
“La política de no-intervención fue nefasta para España y, después, para Europa. Los aliados intentaron evitar una guerra generalizada en toda Europa y ocurrió exactamente lo contrario con el comienzo de la Segunda Guerra Civil. Si lo políticos españoles pecaron de ingenuos, los aliados pecaron de conformistas. Estos errores supusieron que se diese la mayor guerra que se ha producido en el mundo”, analiza certeramente Gilbert Grellet.
La postura de los aliados es desmenuzada en el libro “Un verano imperdonable” y, la verdad, es que no quedan muy bien parados. “El único que salvo el honor de las democracias occidentales fue André Malraux y, por supuesto, las Brigadas Internacionales”, concluye este escritor que en su opinión, Madrid es la capital de Europa más agradable, quizá por ello siempre haya querido vivir en esta ciudad.
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