Tal vez por la necesidad de precisión que el poeta se arroga para la expresión de las emociones, tal precisión se traslada, cuando es el caso, a la descripción narrativa. En tal sentido, es de destacar aquí, en este texto, una alusión al significado y función de la máscara, que el poeta describe con una gran habilidad significativa: “Los africanos conocían las máscaras antes incluso de la invasión árabe. En Egipto se han descubierto momias con máscaras (…) Los griegos adoptaron las máscaras para el teatro y las dividieron en dos modalidades: las de tragedia y las de comedia. Éstas últimas, muy frecuentemente, se hacían guardando un asombroso parecido con los personajes que querían ridiculizar en público (…) Molière hizo uso de un artificio similar en su comedia L’amour médicin donde las máscaras de los actores representaban a los médicos más famosos de París” Y, para concluir con un ejemplo de lo más didáctico, escribe:”Las máscaras fueron introducidas en Roma por Roscio. Como era bizco, creía que la máscara era un medio para esconder su natural defecto” Así, a través de esta ilustrativa definición, Cavafis se ayuda, diríamos, para explicar uno de los secretos del teatro y su magia, llena de veracidad. Al tiempo, la ‘mascara’ expresiva del poeta se desvela en el prosista.
Un texto éste, pues, de una prosa limpia, plástica y clara donde el lector propicia, con la lectura, un cierto amor hacia la literatura, hacia el contar y la sugerencia que, siempre, la imaginación brinda a los sueños. Una magnífica forma de vivir, de concebir la escurridiza realidad de la vida y para cuya función didáctica el escritor –a mayor abundamiento si es la elegida palabra del poeta quien nos guía- posee las cualidades más precisas, más inteligentes, más bellas.
Y para rematar el contenido de este sorprendente y liberador texto, el autor nos deja unas jugosas ‘36 notas personales inéditas sobre poética y ética’ en una de las cuales (sin fechar) leemos: “¿Existen acaso verdad y mentira? ¿O sólo existen Nuevo y Viejo, y la Mentira es sencillamente la vejez de la verdad?” Una vez más la presencia inexcusable de una forma de máscara.
El lector, sin duda, hallará en este libro muchos motivos para aprender, para sonreír, para conocerse a sí propio, que es cuanto, en el fondo, todo buen lector pretende
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