Una mañana de 2011 tuvo que colocar en el escaparate del negocio de su familia un cartel para anunciar su cierre. La costó varios intentos ponerlo derecho porque su tamaño complicó una tarea que había previsto rápida e indolora. Si ajustaba una esquina, su opuesta se torcía como si ambas se resistieran a permanecer tan expuestas. Esta negativa acentuó su torpeza para cortar la cinta adhesiva y la obligó a mantenerme en equilibrio sobre la escalera más tiempo del deseado.
Detrás del rótulo, intentando sujetarlo, su gran «SE VENDE» pudo ella. Y llegaron las miradas, los comentarios, las preguntas, sus miedos, la realidad. Cada carta es un momento de un adiós que duró cerca de cinco años y que la ha cambiado.
En \"Carta de ajuste describe su experiencia para dar a conocer los mundos que se ocultan tras la liquidación de una pequeña empresa, una de tantas que con la crisis no pudieron más y se marcharon en silencio, sin hacer ruido. Como la geométrica señal que anunciaba el final de la programación para que la televisión pudiera recobrar fuerzas y retomar la emisión, confía en que cada carta de su particular ajuste, cada vivencia, la sirva para tomar aire y avanzar.
Maria Figueiral Prada. A la autora le cuesta definirse, tal vez porque últimamente ha hecho de todo un poco. Periodista, administrativa, comercial, contable, dependienta, decoradora, resuelvelotodo y eterna aprendiz, se siente una mezcla de difícil encaje en el ámbito laboral. El día que colocó el cartel de cierre en el negocio de su familia, volvió a escribir para entender lo que le pasaba. Los años en concurso de acreedores y la entereza con que su madre los afrontó, le han permitido aprender que la crisis no arrasa con todo. Su reacción a los imprevistos y los límites que se marcó para no defraudarse, han prevalecido ante las derrotas y le representan. Ahora sabe que se puede perder sin fracasar.
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