Un juego de luces y sombras en el que el escritor juega a confundir al lector, que transitará estas páginas en un irremisible estado de duda, asaltado por realidades y fantasías; un estado que no amainará, destinado a perdurar más allá de la lectura de estos pedazos de vida
"Hoy he dejado la fábrica" es un volumen que apela a nuestros miedos más antiguos, un compendio de microrrelatos que funcionan como ventanas a la psique del propio autor, a sus miedos, recuerdos, vivencias, sueños y pesadillas. Un juego de luces y sombras en el que el escritor juega a confundir al lector, que transitará estas páginas en un irremisible estado de duda, asaltado por realidades y fantasías; un estado que no amainará, destinado a perdurar más allá de la lectura de estos pedazos de vida.
El escritor gallego se define como "un escritor sin prisas, que escribe poco, aunque hasta el momento haya publicado regularmente. Soy un escritor que está haciéndose un nombre, que se está ganando poco a poco un prestigio y unos lectores fieles. Pero en realidad soy muy ambicioso: aspiro a la inmortalidad", nos dice.
Para David Monteagudo, "la escritura es una necesidad, pero no una necesidad física, diaria, sino una necesidad de trascender, dejar algo que perviva y sobre todo de crear belleza, que es de las pocas cosas que realmente compensan en esta vida. La literatura es forma, sobre todo forma; si aciertas en la forma, ésta te dictará todo lo demás".
David Monteagudo nació en Viveiro, sus primeros recuerdos son de las montañas agrestes de la comarca de Los Oscos, en la frontera entre Lugo y Asturias. De ahí, a los cinco años se mudó a la provincia de Barcelona, al Penedès terroso y soleado de los años sesenta. Desde entonces vive en Cataluña. A los cuarenta años empezó a escribir, a los cuarenta y siete a publicar y a los cuarenta y ocho se hizo escritor, es decir, dejó el trabajo de maquinista en la fábrica en la que, según todos los indicios, estaba destinado a jubilarse.
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