A Esteban le acaban de diagnosticar un cáncer. Decide ordenar sus papeles por si le queda poca vida. Entre ellos encuentra unas memorias que escribió al final del verano de 1973, cuando tenía quince años, acabando el curso en un internado de un colegio religioso, al final de la adolescencia, en los estertores de la Dictadura, y en un verano donde conoce y se enamora de Raquel, una chica francesa que le abre las puertas de otro mundo diferente.
Es una novela que nos interpela sobre la muerte y el valor de la vida, sobre un modelo de sociedad rural y la naturaleza que desaparece, el cambio que se abre paso en España, y el amor como motor de la vida.
La novela destripa la vida, los valores, las enseñanzas de un internado religioso muy en sintonía con las esencias de la dictadura, desde la mirada e inquietud de un joven que se interroga muchas cosas, advierte las contradicciones y no acepta lo establecido, cuando ya recibe profundas influencias de cambio en una España que se agota y otra que nace. La religión, el sexo, los derechos humanos en España, la guerra civil, la influencia de la HOAC de Jaén, sus lecturas, el amor y cómo enfrentarse al sexo, la historia de España que nos contaron, la ciudad de Jaén vista por aquel joven que todo lo escudriña y lo tamiza desde un filtro exigente y crítico, poroso a lo nuevo, al descubrimiento de una nueva forma de entender la vida y el país donde vive, hasta enfrentarse con el sistema y la clase social y política donde le han colocado. Con Esteban descubriremos la literatura, el cine, la música y la forma de relacionarse con las chicas entonces, que diferirá poco de la experiencia de toda una generación.
Esteban termina el curso y se marcha a su pueblo, Campillo de Arenas, y al valle del Barranco del Monasterio de Cazalla en Carchelejo, como todos los veranos, aunque ese de 1973 será muy especial por la llegada al valle de la electricidad y unas francesas que revolucionarán su vida y la del entorno. El escenario de la trama nos hará conocer los paisajes, la historia y la naturaleza del sur de la provincia de Jaén, y un mundo rural milenario, simbolizado en los recuerdos de su infancia y en la relación con su padre, depositario de los conocimientos recibidos de generaciones, una cultura agraria que agonizaba para dar paso a una agricultura industrial que vació los campos y se llevó a sus gentes a las zonas industriales del país y de Europa.
Esteban descubrirá el amor con Raquel, la chica francesa que bailaba bajo las estrellas, que se convertiría en una de las palancas de su vida.
Al final el protagonista de la novela tiene que hacer frente a los tratamientos y enfermedad del cáncer, donde el valle y la naturaleza se convierten en la otra palanca, en el proyecto vital que le da energía para vencerlo.
Sebastián Lozano Mudarra (1958), actual gerente del Grupo de Desarrollo Rural de El Condado de Jaén, nació en Campillo de Arenas (Jaén), pero viviendo también en Jaén, Madrid, Aranjuez y en Úbeda, aunque le gustaría poner en su remite postal que su domicilio es la Huerta de los Frailes en el Barranco del Monasterio de Cazalla (Carchelejo).
Veterinario, de estudios académicos, por la Universidad Complutense de Madrid, fue muy joven subdirector del Colegio Mayor San Juan Evangelista de Madrid, y activista político en la Transición Democrática, ha dedicado su vida al mundo rural, primero como responsable técnico nacional en las cooperativas agrarias, y después como agente de desarrollo rural, siendo muy activo a nivel profesional, tanto en el ámbito nacional como europeo.
Pintor aficionado y también activista del mundo cultural y ambientalista, es escritor vocacional desde muy joven, aunque esta es su primera novela publicada.
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