Natàlia Cerezo escribió la mayoría de estos relatos antes de cumplir los treinta, pero cuando uno la lee reconoce una madurez que se me ocurre que solo puede haber conseguido a través de dos pilares básicos cuando uno escribe: la observación, y los referentes y las lecturas que ha ido depositando en la mochila literaria que lleva a sus jóvenes espaldas. El dominio del género, mostrado con una voz depurada y que limpia el cuento de todo aquello que no sea necesario, la mirada estética neutra, los silencios y el lenguaje indirecto, nos recuerdan a nombres potentes como Carver o Cheever. Como ellos, Cerezo nos muestra personajes que se definen por lo que callan, por sus actos y sus intenciones.
Natàlia Cerezo (Castellar del Vallés, 1985) es una narradora en lengua catalana. Su primer libro ganó el premio El Ojo Crítico de RNE de Narrativa 2018.
Cursó estudios primarios y secundarios en Castellar del Vallés, donde conoció al profesor y también escritor Josep Lluís Badal, con quien acabó trabando una amistad que dura a día de hoy. Se licenció en Traducción e Interpretación en la Universidad Autónoma de Barcelona. Trabaja como correctora y traductora.
En 2018 publicó su primer libro, una antología de quince relatos. Escrito originalmente en catalán, pero también traducido al castellano, vio la luz de la mano de la editorial barcelonesa Rata Books dirigida por la también autora y editora Iolanda Batallé. Desde su salida, el libro recibió críticas elogiosas. Sergi Pàmies, reconocido autor y especialista en narrativa breve, le dedicó su columna en el diario La Vanguardia, elogiando especialmente el relato que cierra el recopilatorio.
Ha afirmado que entre sus referentes se encuentran Sylvia Plath, Virginia Woolf, Alice Munro, Ray Bradbury y Claire Keegan.
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