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MONNET, Jean: "Los Estados Unidos de Europa han comenzado. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Discursos y alocuciones 1952-1954".

domingo 30 de agosto de 2015, 19:53h
Los Estados Unidos de Europa han comenzado
Los Estados Unidos de Europa han comenzado

Entre los estratos sociales más jóvenes de nuestro país, en la actualidad la Unión Europea se asocia a políticos como Ángela Merkel y a situaciones complejas como el rescate a Grecia o la posibilidad de que Reino Unido la abandone vía referendo.

Al respecto, prevalecen noticias que, de una forma u otra, no ponen en valor el proceso de integración europea ni resaltan las dificultades con las que se puso en marcha. En consecuencia, no se aprecia que la historia de la CEE-UE es una de éxito, ligada a la consolidación de la democracia en el Viejo Continente y a conceptos más cuantificables como prosperidad o seguridad.

Por este cúmulo de razones, conviene no perder de vista el trabajo (y el legado) de los Padres Fundadores de las Comunidades Europeas. La editorial Encuentro ha puesto énfasis en esta tarea desde hace varios años y el resultado debe calificarse de sobresaliente. En efecto, libros donde se recoge el rol de Adenauer, De Gasperi, Schuman, Madariaga, Coudenhove-Kalergi…a los que sumamos el de Jean Monnet, uno de los arquitectos de Europa en toda su extensión.

Los Estados Unidos de Europa han comenzado supone un conjunto de artículos, conferencias, reflexiones de Monnet sobre las razones y raíces de la integración europea. El lector encontrará un buen mapa de la historia europea así como sesudos análisis económicos, que no pragmáticos, realizados por el aludido protagonista.

Asimismo, conviene leer detenidamente el prólogo realizado por Jaime Mayor Oreja. En efecto, sus palabras no sólo resaltan la importancia de la unidad europea sino que establece algunas comparaciones dotadas de plena actualidad, en particular si se cultivan disciplinas como el Derecho o la Ciencia Política. Así, ex eurodiputado del Partido Popular subraya la insuficiencia de los Estados nación para acometer con éxito empresas de calado como el crimen organizado, la inmigración ilegal o el terrorismo. Igualmente, nos alerta de la influencia negativa que juegan, hoy como ayer, los particularismos.

Jaime Mayor Oreja, por tanto, reflexiona en voz alta para trazar nexos entre el pasado (años cincuenta) y el siglo XXI. El posibilismo con que se empezó a construir Europa ha dado resultados positivos pero en ningún caso finales. Dicho con otras palabras: Europa no debe renunciar a ser un actor global de relevancia, para lo cual resulta determinante que se eliminen tópicos y mantras que se han asociado a su desarrollo (por ejemplo, el predominio del burocratismo, que descarta).

En cuanto al contenido de la obra, como hemos indicado, nos traza un cuadro de los hábitos que se habían consolidado en la Europa comprendida entre 1900 y 1950 y que en última instancia provocaron dos guerras mundiales. Así, los Estados habían sido reacios a compartir soberanía (o por mejor decir, habían rechazado tal opción). Monnet logró invertir esa dinámica y, por ejemplo, desmontó el proteccionismo como teoría económica única y válida.

En este sentido, cuando se puso en marca la CECA (1950) y se apreciaron sus buenos resultados, Monnet contrastó pasado inmediato con presente, trazando una proyección de futuro. Con sus mismas palabras “antes del establecimiento del mercado común, la reacción espontánea de las empresas era buscar la defensa de sus mercados o de sus intereses en una protección que iban a reclamar a sus gobiernos y cuyo peso recaía en los consumidores. El mercado común ha aumentado para todos las posibilidades de expansión y ahora las empresas sólo pueden defender sus intereses por medio de un esfuerzo constante de mejora de sus condiciones de producción y de sus precios de fabricación” (pág. 75).

Monnet concedió gran importancia a evitar sobredosis de triunfalismo, recordando que la dinámica de Europa durante las primeras décadas del siglo XX había sido la pérdida de peso relativo en el mundo. Así, aunque se crearon organizaciones internacionales, a las mismas los gobiernos nacionales enviaban representantes que defendían exclusivamente el punto de vista de su país, sin tener en cuenta una posición de conjunto. En el mejor de los casos, se adoptaban soluciones de compromiso que no servían para solventar los problemas (ejemplo, la Sociedad de Naciones).

Otro aspecto de las ideas de Monnet que debe enfatizarse es que no concebía su proyecto a favor de la integración europea como “algo” exclusivo o excluyente. Por el contrario: “quiero subrayar que nuestra Comunidad no es ni una pequeña Europa ni una Comunidad restringida. Sus límites no los fijamos nosotros. Los fijan los mismos países que, por el momento, no se adhieren a ella.” (pág. 47).

En consecuencia, Monnet en todo momento defendió que el proyecto europeo tenía como finalidad sumar y no iba dirigido contra “alguien” en particular (la URSS). Además, tampoco hundía sus raíces en el miedo sino en el optimismo y en la creencia de Europa en sus propias fortalezas (pág. 51).

En íntima relación con esta idea, observamos un Monnet que no descartaba otros fines, aunque sin fijar una fecha puntual para los mismos, de suma importancia para miembros concretos de la Comunidad Europea, como la reunificación alemana o su apuesta, derrotada inicialmente por las tesis del General De Gaulle, de que Reino Unido se integrara en la CEE.

En definitiva, una obra de referencia para conocer nuestro pasado aunque también debe servir de manual, cuando el proyecto europeo se vea sumido en etapas, casi consecutivas, de eurofilia y europesimismo.


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