Dámaso Alonso: Un legado poético y académico en la literatura españolaDámaso Alonso fue catedrático de la Universidad de Valencia y de la de Madrid, en la que desempeñó, desde la jubilación de Menéndez Pidal -de quien fue discípulo y colaborador- y hasta 1968, la cátedra de Filología Románica. Ese mismo año fue elegido Presidente de la Real Academia Española.
Rosalía tiene quince años
Quince almendros en flor, tus quince años. ¡Qué blancura el paisaje de tu alma! Blanca como la nieve, cual la hoja de papel en que escribo: toda blanca. Todo es blanco: año nuevo y álbum nuevo; yo escribo para ti blancas palabras. Me rodea lo blanco, todo en blanco como si fuera en una gran nevada. ¡Quince arbolillos tienes, Rosalía! Y el viento viene, y los acariciaba... Ya nieva el mundo flores, flores, flores; ya nieva flores, blancas, blancas, blancas.
Dámaso Alonso: Gozos de la vista. Madrid, Espasa Libros,Colección Austral, núm. 1639En 1978, Dámaso Alonso recibió el Premio Cervantes. Alonso es ejemplo de una una fecunda vida dedicada a la docencia –fue profesor y conferenciante en las principales universidades de Europa y América-, a la investigación y crítica -autor de rigurosos estudios de Lingüística y de trabajos de análisis estilístico de nuestra lírica medieval y contemporánea-. Nos enseñó a leer y comprender a Góngora (basta con citar dos libros emblemático: La lengua poética de Góngora [Madrid, CSIC, 1950; y Estudios y ensayos gongorinos [Madrid, Gredos, 1956]; y nos introdujo en el estudio estilístico-lingüístico de cualquier tipo de texto (y aquí es necesario citar la célebre obra Poesía española. Ensayo de métodos y limites estilísticos [Madrid, Gredos, 1950]. Y también se dedicó a la creación poética, que cultivó “a rachas”, según su propia expresión. Sólo la producción inicial de Dámaso Alonso -Poemas puros. Poemillas de la ciudad (Madrid, editorial Revista de Occidente, 1944); libros a los que seguirán Oscura noticia (Colección Adonáis, 1944), Hombre y Dios (Málaga, colección “El arroyo de los ángeles”, 8; 1955), Gozos de la vista (Madrid, Espasa Libros, 1981. Colección Austral, núm. 1639 -obra a la que pertenece el poema que hemos selecciónado para su comentario-) y Duda y amor sobre el Ser Supremo (Madrid, ediciones Cátedra, 1985, 2.ª edición. Colección Letras Hispánicas, núm. 228. (Junto a esta obra se publica una selección poética titulada Antología de nuestro monstruoso mundo). Hijos de la ira (Diario íntimo) es la obra más trascendental de la poesía de posguerra, y representa una decidida ruptura con la poesía esteticista y ajena a la realidad histórica que venía imperando en España. La obra es un claro exponente de la angustia que domina al hombre de nuestro tiempo, que no se siente a gusto en un mundo en el que reinan la crueldad, el odio y la injusticia. El lenguaje desgarrado y deliberadamente prosaico -que no excluye palabras “antipoéticas”-, los majestuosos versículos -que recuerdan el ritmo de los salmos bíblicos-, las imágenes con influjos surrealistas y esa preocupación constante por el corazón del hombre sitúan a la poesía de Dámaso Alonso -a la que él mismo califica de “desarraigada”- en una línea “existencial” que nada tiene que ver con el anacrónico bucolismo renacentista en el que se habían instalado algunos poetas imitadores de Garcilaso de la Vega. En palabras de Alonso: “Para otros, el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad. Hemos vuelto los ojos en torno, y nos hemos sentido como una monstruosa, una indescifrable apariencia, rodeada, sitiada por otras apariencias tan incomprensibles, tan feroces, quizá tan desgraciadas como nosotros mismos... Y hemos gemido largamente en la noche. Y no hemos sabido hacia dónde vocear”. [Los poemas titulados “La injusticia”, “De profundis”, “La obsesión” y, evidentemente, “Mujer con alcuza” -por ejemplo- son una buena muestra de esta poesía “desarraigada” que ejercerá una un fuerte influjo en la poesía española de posguerra y abrirá el camino a una poesía más dramáticamente humana; y de su tono de protesta ante la injusta realidad circundante derivará posteriormente la poesía social de Blas de Otero y de Gabriel Celaya. “Rosalía tiene quince años” está fuera de ese tipo de poesía. Alonso festeja el cumpleaños de Rosalía, que tiene ya quince años, con unos entrañables versos que, tras su sencillez de todo tipo: métrica, sintáctica, léxica- esconden un profundo dominio de la técnica literaria. Y dialoga con ella en plan epistolar (verso 6: “Yo escribo para ti blancas palabras”), de manera tal que el poema adopta la estructura de apostrofe lírico, como si Rosalía estuviera presente y le pudiera responder ; y así, los sentimientos del autor fluyen con mayor intensidad y captan mejor la atención del lector, a lo que sin duda contribuye el hecho de que los verbos figuren en presente de indicativo: “escribo” (versos 2 y 4), “es” (verso 5), “rodea” (verso 7), “tienes” (verso 9), “viene” (verso 10), “nieva” (versos 11 y 12); es decir, todos los del poema, salvo “fuera” (verso 9, que figura en periodo condicional) y “acariciaba” (verso 10, que expresa acción pasada imperfectiva). Conforman el poema 12 endecasílabos en los que los pares riman en asonante /á-a/ (el fonema vocálico /a/ es el de mayor perceptibilidad acústica); unos endecasílabos con un marcado ritmo acentual (54 acentos en total). En este aspecto, descatan los endecasílabos 1 (“Quince almendros en flor, tus quince años.”: acentos en las sílabas 1, 3, 6, 8 y 10), 5 (“Todo es blanco: año nuevo y álbum nuevo;”: acentos en las sílabas 1, 3 -antirrítmico- 4, 6, 8 y 10), 11 (“Ya nieva el mundo flores, flores, flores;”: acentos en las sílabas 1 -antirrítmico-, 2, 4, 6 8 y 10) y 12 (“ya nieva flores, blancas, blancas, blancas.”: acentos en las sílabas acentos en las sílabas 1 -antirrítmico-, 2, 4, 6 8 y 10). Esta acentuación rítmica, como más adelante veremos, guarda estrecha relación con el “volumen” de las palabras, porque a mayor brevedad -predominan las palabras bisílabas- el poema adquiere también mayor rapidez o ligereza, lo que provoca efectos en el ritmo, acelerándolo.; y ello a pesar de la abundancia de signos de puntuación, ya sean los dos puntos de los versos 4 y 5 (que originan otras tantas pausas internas), el punto y coma de los versos 5 y 11 (que señala la pausa versal), los puntos suspensivos del verso 11 (que dejan en suspenso su contenido), y las varias comas de los versos 11 y 12 (que los convierten en polipausados). Entrando ya en el contenido del poema, es evidente que la blancura que tiñe el poema es la referencia metafórica a la pureza del alma de Rosalía -de la que no tenemos el menor rasgo físico, porque no se adentra en el encanto de belleza “exterior” de adolescente-; y el poeta lo expresa con toda claridad en el verso 2, envuelto en tintes exclamativos: “¡Qué blancura el paisaje de tu alma!”. Ahora pongamos en relación el verso 1 (“Quince almendros en flor, tus quince años.” y el verso 9 (“¡Quince arbolillos tienes, Rosalía!”) para, apoyándose en la flor del almendro, convertir su blancura en el principal atributo del alma de Rosalía, y que, en este sentido, es tan blanca como la propia nieve (verso 3). Ya para ahondar en estas imágenes, recurramos a un soneto sobre el “carpe díem”, de Francisco de Quevedo, titulado “Con ejemplos muestra a Flora la brevedad de la hermosura para no malograrla”: la orgullosa belleza de la mujer, que es similar a la de las más hermosas flores, no debe llevarla a rechazar el amor en la juventud, precisamente porque esa soberbia y hermosura humanas están sujetas a la misma ley de caducidad que esas las flores, que pueden ponerse como ejemplo de belleza y arrogancia suma, y que tardan muy poco en marchitarse. Detengámonos en el segundo cuarteto (el primero está dedicado al clavel): “la ostentación lozana de la rosa, / deidad del campo, estrella del cercado; / el almendro, en su propia flor nevado, / que anticiparse a los calores osa”. En los dos versos que cierran este cuarteto se alude a la flor blanca del almendro -que carece de nombre específico- con una sugestiva imagen: árbol “nevado en su propia flor”, una flor audaz, porque se anticipa a la primavera, es decir, que el almendro florece cuando la crudeza del invierno empieza a remitir. En este mismo sentido, y al margen del “carpe díem”, Alonso ha encontrado en los versos 1 y 9 la blancura con que la flor del almendro viste el paisaje, equivalente a la “blancura/pureza” del alma de Rosalía (verso 2: “¡Qué blancura el paisaje de tu alma”); imagen que se refuerza en el verso 3, al compararla con la más blanca nieve (“[alma] blanca como la nieve”); y que dota de sentido a los dos último versos, en un ejemplo de perfecto paralelismo rítmico, sintáctico y semántico, en el que ha recurrido a la epizeuxis (o repetición de una misma palabra en sucesión rápida e ininterrumpida): “Ya nieva el mundo flores, flores, flores; / ya nieva flores, blancas, blancas, blancas”. Es difícil encontrar una manera más delicada y más poética, con tan elementales materiales lingüísticos, para transmitirle a Rosalía los sentimientos, cargados de simbolismo, que despiertan en el poeta su quince cumpleaños. Reparemos ahora en esos elementos que ha elegido el poeta: por un lado los naturales (los almendros en flor/arbolillos, la nieve a la que se asemeja la blancura de sus flores que cubren el paisaje como si de una gran nevada se tratara, el viento que suponemos que transporta su aroma); y por otro, los artificiales: la ‘hoja blanca de papel en blanco’, en el que va a escribir el poeta, y ese “álbum” que se apresta a recoger, como memoria gráfica, las nuevas experiencias (expresado con la bimembración del verso 5: “año nuevo y álbum nuevo”). Y llegamos así a otra de las claves de este poema, y que es el mejor regalo que Alonso puede ofrecerle a Rosalía para celebrar su cumpleaños; y así lo afirma en el verso 6: “yo escribo para ti blancas palabras”. En efecto, son esas “blancas palabras” las que brotan de lo más profundo de su ser; es el maravilloso don de la palabra sincera y limpia, que brota desde lo más profundo del corazón, con un sesgo metafórico lleno de candor y dulzura Porque al poeta, además, le “rodea lo blanco, todo en blanco” (verso 7). Y hasta el viento quiere su protagonismo, irrumpiendo con sus melosas caricias para estar presente en ese quince cumpleaños de Rosalia, mientras el mundo todo se cubre de las blancas flores de almendros -magnífica hipérbole la de los ‘arbolillos/años’ de Rosalía-, a modo de “una gran nevada”. La coherencia semántica es absoluta, y el poeta ha aprovechado el cumpleaños de Rosalia para mostrarnos la calidez de su corazón y también de su palabra poética. Nos referíamos antes al volumen de las palabras como elementos que coadyuvan a la obtención de un cierto ritmo. En el caso de este poema, son mayoritarias las palabras bisílabas, ya sean nombres [año(s), alma, nieve, hoja, papel, álbum, viento, mundo, flores -cuatro veces-], adjetivos [blanco, lo blanco -adjetivo sustantivado-, en blanco -locución adjetiva-, blanca(s) -seis veces-, nuevo -dos veces-], o verbos [fuera, tienes, viene -dos veces-]. No se trata, por tanto, de que los significados adquieran una mayor o menor “duración” o una mayor o menor importancia conceptual en razón de la extensión -mayor o menor- de los significantes -o sea, de su “volumen”-, sino de los efectos en el ritmo -retardado o acelerado-, que provocan; y, en esta ocasión, lo aceleran. Se comprenderá mejor esta idea si tomamos otro poema del mismo libro de Dámaso Alonso, titulado “Gozo del tacto”, que transcribimos seguidamente:
Gozo del tacto
Estoy vivo y toco.
Toco, toco, toco.
Y no, no estoy loco.
Hombre, toca, toca lo que te provoca:
seno, pluma, roca,
pues mañana es cierto que ya estarás muerto,
tieso, hinchado, yerto.
Toca, toca, toca, ¡qué alegría loca!
Toca. Toca. Toca.
El poema “Gozo del tacto” es un claro ejemplo de empleo de palabras breves: de las 42 palabras de que consta, 12 son monosílabas (y/no -empleadas ambas dos veces-, lo, que -relativo-, te, pues, es, que -conjunción-, ya, qué -pronombre exclamativo-); 25 son bisílabas (estoy -usada dos veces-, vivo, toco -empleada cuatro veces-, loco, hombre, toca -ocho veces empleada-, seno, pluma, roca, cierto, muerto, tieso, yerto, loca); 4 son trisílabas (provoca, mañana, estarás, hinchado); y 1 tetrasílaba (alegría). El conjunto está formado por 12 versos hexasílabos agrupados de tres en tres en cuatro series monorrimas de fuerte sonoridad (I: /-óco/; II y IV: /-óca/; III: /-érto/). El poeta afirma en el primer verso que está vivo, y el sentido del tacto se lo confirma: “Estoy vivo y toco”; y, a partir del cuarto verso, se dirige a toda la humanidad -representada por el vocativo “hombre”- para incitarle a que viva intensamente ejerciendo el sentido del tacto mientras pueda, “pues mañana es cierto / que ya estarás muerto”. La triada de sustantivos que excitan el tacto (verso 6: “seno, pluma, roca”), y que provocan una loca alegría vital, contrasta con la triada de adjetivos del verso 9 (“tieso, hinchado, yerto” -adjetivo este último que rima con el adjetivo “muerto” del verso anterior-), que es como queda el ser humano cuando ya no puede gozar del tacto. Por eso el poema termina con la reiteración del imperativo del verbo “tocar” -¡hasta seis veces!-, en un empleo propio de la función conativa de la lengua, que carga toda la tensión emocional en el receptor del mensaje; frente al presente de indicativo del mismo verbo, repetido cuatro veces en la primera estrofa, y en primera persona del singular, con el que el poeta constata que sigue vivo -y que no está loco- porque su capacidad para tocar sigue intacta. La aliteración del fonema velar /k/ y la rima en eco -que repite en el mismo verso o en el siguiente los fonemas “rimantes”: /-óco/ y /-óca/) le dan al tacto un aspecto auditivo, con ciertos tintes onomatopéyicos, muy adecuado para intensificar el sentido último del mensaje contenido en el texto; un texto, por lo demás, de gran agilidad y viveza, tanto expresiva como conceptual.
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Entrevista a Dámaso Alonso en el programa de TVE "A fondo". https://www.youtube.com/watch?v=mdNAYmmK0Qk
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Entrevista a Dámaso Alonso. https://www.youtube.com/watch?v=z4wUPoO_aBM Puedes compra el libro en:
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